ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FERNANDEZ CALZADA (Carlos).

Abogado y escritor contemporáneo, residente en Madrid. Hermano de los cuatro reseñados a continuación y padre del siguiente a éstos. Nacido en Navia el 29 de julio de 1874, hijo del notario y famoso repúblico don Rafael Fernández Calzada y doña Rosa Fernández Luengas, asturiano él y madrileña ella.

Estudió Carlos F. Calzada en la villa natal la instrucción primaria, y luego historia, filosofía, latín y francés. Completó después la segunda enseñanza en el Instituto de Casariego, de Tapia, en el que obtuvo el grado de bachiller en 1890. Se matriculó seguidamente en la Universidad de Oviedo para cursar la carrera de Leyes, de la que alcanzó el grado de licenciado en Derecho en 1899.

Facultado para el ejercicio de abogado, se estableció como tal en la villa de nacimiento. Pero su más honda vocación le arrastraba a la política más que a la abogacía. Empapado su espíritu del ambiente republicano que respiraba en su casa desde niño y fortalecidos sus ideales en la Universidad ovetense, que contaba entre las primeras figuras del claustro a conspicuos republicanos, se encontró espontáneamente en las filas de la política antimonárquica con actividades ya iniciadas a los dieciocho años (1892) como secretario del Comité Republicano de Navia, que presidía su padre.

Pero esas actividades no tuvieron verdadero carácter público hasta el mes de abril de 1903, en que tomó parte como orador en un mitin celebrado en el pueblo La Colorada, próximo a Navia.

En julio de ese mismo año, acorde con el movimiento de la Unión Republicana propulsado por Salmerón, fundó bajo su dirección el Comité Republicano Municipal de Navia y el semanario de combate en tal sentido El Porvenir Asturiano, que tuvo vida floreciente hasta su desaparición en 1911. A partir de entonces desplegó con mayor frecuencia actividades de orador político, no sólo en la comarca y en otros lugares de Asturias, sino en actos celebrados fuera de ésta, como los mítines en setiembre de 1905 del Frontón Central de Madrid y en Bilbao.

A la vez que con la palabra proseguía sus campañas con la pluma, desde antes de fundar el citado semanario, en periódicos asturianos, principalmente El Noroeste, de Gijón, desde 1900. La relación de los periódicos a que se extendieron luego sus colaboraciones sería interminable. Figuran entre los principales El País, El Motín, La Justicia, Las Dominicales y la revista ilustrada Nuevo Mundo, todos de Madrid; Mundo, de Lisboa, y Diario Español y La Razón, de Buenos Aires.

De la Liga Republicana Española establecida en la capital argentina, organizada y presidida por el hermano Rafael, le llegó como reconocimiento por sus propagandas políticas, en agosto de 1905, la designación de representante en España. En contraste con esto, también esas campañas empezaron a causarle contratiempos, el primero de ellos un proceso instruído en el Juzgado de Luarca en mayo de 1906.

Sus crecientes actividades políticas le obligaron a trasladarse 4 Madrid, donde estableció su bufete y se incorporó al Colegio de Abogados en julio de 1908. Desde el año anterior, en que participó en la lucha electoral como candidato a diputado a Cortes, se puede decir que no cesó su intervención en las campañas sostenidas por el republicanismo español, no sólo con la pluma y la palabra, sino también con la acción en diversos trabajos revolucionarios organizados en España y en Portugal, de acuerdo con Salmerón, Lerroux, Estébanez, Bernardino Machado, Rafael Calzada, Nakens y otros. Fué en algunas elecciones candidato a la Diputación y al Ayuntamiento de Madrid, derrotado siempre, como era corriente en la lucha contra la reacción y el caciquismo de esa época.

Dos hechos afirman entonces en su personalidad el asturianismo que siempre ha tenido a gala: la iniciativa del monumento erigido en Navia a Campoamor y la elección de que fué objeto en 1913 como secretario general del desaparecido Centro Asturiano de Madrid.

La perspectiva poco clara del republicanismo español en ese tiempo, minado interiormente y debatido en una lucha infructuosa, produjo alguna desilusión en Carlos F, Calzada, que había puesto menos cuidado en los negocios del bufete que en la consecución de su ideal político. Le fué preciso buscar un porvenir más diáfano 4 su vida, asociada ya en matrimonio a doña Herminia Ferrer Gómez desde octubre de 1913, y esto le llevó a la determinación de marchar a América, lo que hizo a comienzos de 1916.

Fijó la residencia en La Habana, en cuya Universidad recibió pocos meses después el grado de doctor en Derecho, requisito que le permitió establecerse como abogado. Pero si en España la política le arrastró a dejar la abogacía en segundo término, la causa de este mismo efecto en Cuba la tuvieron los negocios. Fué agente de ellos sobre bienes inmuebles, con lo que intervino en el fomento de plantaciones de caña y asuntos de carácter mercantil. En uno de los viajes por el país, que estaba en plena revolución entre zapatistas Y carrancistas, fué hecho prisionero por las fuerzas del general Zapata a comienzos de 1918 en las inmediaciones de Colima, estuvo a punto de que fuera fusilado, por habérsele confundido con un personaje del partido de Carranza. Deshecho el error, no por eso se le ¡puso en libertad, sino que Se le obligó a ocupar un puesto de mando de aquellas tropas. Improvisado en comandante, tomó parte al frente de un batallón en varios hechos de armas, hasta que se le presentó la ocasión de desertar y huir a refugiarse en Guadalajara, Capital del Estado de Jalisco, a principios de 1919, en lamentables condiciones de salud y de recursos económicos.

Las peripecias de su obligada actuación guerrera las recogió tiempo después en varias crónicas publicadas en la revista Bohemia, de La Habana. Permaneció algún tiempo más en Méjico, dedicado a sus asuntos y alternando con ellos algunas actividades de periodista en El Universal y otros importantes Periódicos.

Regresó a La Habana en ese mismo año, requerido por el cónsul general de España para que ocupara en el Consulado el cargo de jefe del Negociado Jurídico y Notarial, que desempeñó hasta 1924, renunciando entonces a él por no estar dispuesto a prestar Servicios a la Dictadura establecida en España en setiembre de 1923 por el General don Miguel Primo de Rivera. Las ocupaciones consulares no le impidieron continuar cultivando su vocación periodística, y colaboró con alguna asiduidad en el Diario de la Marina y en el Diario Español. A la vez participó con entusiasmo en el desenvolvimiento de la colonia española fué uno de los principales promotores de la Sociedad Naturales del Concejo de Navia, que presidió durante algunos años, e iniciador y también, presidente, en julio de 1928, de la junta Española de Turismo. 

Repatriado en 1929, volvió a establecerse en Madrid como abogado y a intervenir nuevamente en la política republicana, esta vez con el éxito de que dos años después, 14 de abril de 1931, quedara instaurada la República con el derrocamiento y huida de Alfonso XIII. Bajo el nuevo régimen ha venido desempeñando los cargos de fiscal municipal y luego juez municipal del distrito de Chamberí, que ocupa actualmente (1934).