ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FERNANDEZ CALZADA (Fermín).

Abogado Y escritor contemporáneo residente en la Argentina, hermano de los dos anteriores y de los dos siguientes, como ellos, natural de Navia. Nacido el 29 de junio de 1871. Sus padres se llamaron don Rafael Fernández Calzada, notario prestigioso de Navia, y doña Rosa Fernández Luengas. Estudió la primera enseñanza hasta los ocho años en la villa natal y luego, por espacio de dos, lengua latina en Folgueras, con don José Villamil. Después ingresó en el Instituto de Casariego, de Tapia, donde cursó los dos primeros años del bachillerato, concluido en el colegio fundado y dirigido en Villaviciosa por don Joaquín García Caveda. Pasó seguidamente a la Universidad de Oviedo, en la que hizo la carrera de Leyes hasta licenciarse en Derecho en 1893 con la más alta calificación.

Estudiante universitario, comenzó a desarrollar actividades políticas e intelectuales con carácter republicano que tenía sus raíces en una tradición familiar. Fué entonces uno de los elementos más entusiastas de la Juventud Republicana de Oviedo, y publicó sus primeros escritos en el periódico de ese matiz intitulado La Verdad.

El mismo año de su licenciatura en Derecho se trasladó a la Argentina, al lado de su hermano Rafael, que tenía en Buenos Aires un famoso bufete de abogado, y con él, después de revalidar su título y adquirir el de doctor en la Facultad de Derecho de esa capital, compartió durante muchos años las tareas forenses con brillantez y renombre notables. Desde entonces su vida quedó vinculada a la Argentina, vínculo que vino a fortalecer algunos años después su matrimonio con la señorita Sara Fernández Poblet, en enero de 1904,

Desde poco después de establecido en Buenos Aires comenzó a figurar como una de las más destacadas personalidades de la colonia española. En ella desempeñó numerosos e importantes cargos por espacio de los cuarenta años que van transcurridos. Fué el primero el de presidente del Centro Asturiano de Buenos Aires (1895). Ocupó luego desde 1900 a 1904 la Secretaría de la Asociación Patriótica Española Y del Club Español, entidad esta última que ha venido estando bajo su presidencia, con pequeños paréntesis, desde 1905 hasta el momento actual (1934), como su presidente insustituible. Su labor como presidente tantas veces reelecto del Club Español pone en la pluma de su hermano Rafael (Cincuenta años en América, tomo II) las siguientes consideraciones: “Durante su presidencia llegó el Club a un grado de prosperidad y hasta de esplendor nunca visto entre nosotros. En ese tiempo se construyó el suntuoso palacio, hoy de propiedad del Club, en la calle de B. de Irigoyen, 172; se formó una magnífica Biblioteca española y se adquirieron verdaderas joyas de arte de Querol, Benlliure, Blay, Villegas, Sorolla, Domingo y muchos otros; se ofrecieron grandes recepciones a compatriotas ilustres, etc.” Entre otros numerosos cargos de esta índole cuentan el de vicepresidente honorario de la Sociedad Española de Beneficencia y los de vocal de la Institución Cultural Española, del Comité de Amparo Español, de la Junta Consultiva de la Asociación Patriótica Española, de la Comisión del Monumento al Plus Ultra, del Centro Correspondiente Argentino de la Unión Ibero-Americana, de Madrid, y miembro dirigente de numerosas Comisiones constituidas en el seño de la Colectividad española de la Argentina con fines benéficos, patrióticos o culturales. Fué siempre un celoso vigilante del prestigio de la colonia y del buen nombre de España, mérito que le ha llevado en ocasiones a ser árbitro y juez de paz en las desavenencias surgidas entre los españoles allí radicados. Tal ascendiente le proporcionó la Presidencia del Primer Congreso de Confederación de Sociedades españolas allí establecidas, celebrado en mayo de 1913, que fué el acto de mayor trascendencia celebrado por aquella Colectividad. Por todo eso, en la Asamblea de Sociedades y periódicos españoles celebrada en Buenos Aires el 8 de diciembre de ese mismo año se le proclamó por unanimidad Miembro Benemérito de la colonia española. Tres lustros después, el Club Español, la Asociación Patriótica Española y otras entidades le designaron su delegado al II Congreso del Comercio Español de Ultramar, que se celebró en Sevilla en octubre de 1929, y en el cual tuvo una brillante participación.

Además de las ocupaciones de jurisconsulto y las impuestas por los cargos Y comisiones que Se han indicado, ha desarrollado algunas empresas de carácter mercantil e industrial, entre las que tiene mayor importancia la adquisición en 1912 del establecimiento de aguas termales de Rosario de la Frontera, en la provincia de Salto, convertido más tarde en Sociedad Anónima.

Aunque sin gran fecundidad, ha contribuido al abrillantamiento de su nombre entre los españoles de la Argentina sus nunca abandonados ejercicios de conferenciante Y de periodista, colaborador como tal de El Correo Español (189497), la revista. España (1902-3), el Diario Español, Heraldo de Asturias y otras publicaciones bonaerenses.