Escritor y pintor contemporáneo, formado en una y otra disciplina en tierras de América, Nacido en Ballota (Cudillero) el 4 de octubre de 1887, hijo de don Robustiano Fernández Iravedra y doña Julia Fierros Suárez, ambos asturianos dedicados al comercio y la agricultura.
Cuando andaba por la primera infancia, Fernández Fierros fué llevado a Cuba, y en Placetas, donde residió desde 1891 al 95, aprendió la primera instrucción. Vuelto a España en la última fecha indicada, coincidiendo con la iniciación de la guerra de independencia cubana, residió en Villanueva, donde prosiguió sus estudios primarios hasta 1899, fecha en que, emancipada aquella isla del dominio español, regresó a Placetas. Este retorno a Cuba puso punto final a sus estudios disciplinados. En adelante, mientras libraba su lucha por la existencia como dependiente de comercio en esa población, atendió a suplir su ilustración deficiente con lecturas copiosas de las más diversas disciplinas en una apetencia insaciable de saber. Este cultivo de Su mentalidad fué despertando en él la vocación literaria, de la que dió sus primeros frutos—cuentos y crónicas de sabor asturiano—en el Diario de la Marina, de la Habana, y en un folleto (número 1) publicado bajo el título de Tambor y gaita, Posteriormente (1914-19) colaboró en la revista habanera ilustrada Asturias, y años adelante (1928) en Voz de Fomento, periódico editado en el pueblo de este nombre, bajo el seudónimo de Pelayo.
Tres lustros residió en Placetas como dependiente de comercio, al cabo de los cuales se trasladó (1915) a Fomento, donde se estableció con una tienda de víveres y tejidos que llegó a desenvolver importantes negocios. En 1919 hizo un viaje de descanso y placer a España y en Trevías (Luarca) contrajo matrimonio con doña Rosario Fernández García. Reintegrado a sus negocios de fomento, permaneció al frente de ellos hasta que, a consecuencia del desastre económico producido en Cuba con caracteres de hecatombe comercial, pasó por la tristeza de contemplar su propia ruina. En 1928 Fernández Fierros se encontró en la necesidad de tener que reconstruir totalmente su vida. Había que comenzar de nuevo como si lo pasado no hubiese pasado, y decidió emigrar—él, que ya era emigrante—a otra tierra. Entonces se trasladó a la República Dominicana. Poco después se estableció en la capital, Santo Domingo, con un hotel, volviendo a sonreírle la prosperidad económica.
Hombre de vida espiritual, la tristeza de su ruina económica la refugió en el cultivo de las letras, ejercicio que había abandonado, y en Santo Domingo publicó poco después de llegado a ese país (1929) una novela con el título de La Casa de Dios, en la que se describen las mil penalidades del emigrante español en América. Por entonces comenzó a tomar forma en él una inquietud latente desde siempre en su espíritu: la vocación pictórica. Hizo sus ensayos con fortuna, y no le arredró concurrir a una Academia de Pintura, hombre de más de cuarenta años, a seguir estudios entre jóvenes de menos de veinte. y tales fueron los progresos alcanzados, que en febrero de 1934 celebró en Santo Domingo una Exposición de sus obras, conquistando con ellas encendidas alabanzas de la crítica de arte. Ha conseguido dominar como un maestro la difícil técnica de la pintura, especializado en el paisaje y en los cuadros de costumbres.
Obras publicadas en volumen:
I.—Tambor y gaita. (Habana, 1914; cuentos asturianos.)
II.—La Casa de Dios. (Santo Domingo — Rep. Dominicana — 1929; novela.)