ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FERNANDEZ (Jesús).

Escritor contemporáneo, prosista y poeta, que se ha formado intelectualmente en Cuba, donde ha vivido cerca de medio siglo, y residente después de repatriado en el pueblo natal. Nacido en Llamero (Candamo) el 25 de marzo de 1863, en modestísimo hogar de labradores formado por don Alvaro Fernández y doña Clara Díaz, “que, sometidos a la ruda labor del campo, difícilmente cubrían sus necesidades”.

Como la única aspiración ya entonces, para los muchachos asturianos de espíritu inquieto, era la de emigrar a América, Jesús Fernández, hecha malamente la instrucción primaria, cargado de ilusión y casi en lastre de conocimientos, decidió marchar a Cuba cuando apenas tenía cumplidos los doce años (1875). Ya en la Habana, ingresó como aprendiz en una fábrica de tabacos. “En esa época—dice él mismo—existía la esclavitud de los negros, y los blancos estábamos sometidos, poco más o menos, al mismo régimen.”

Contra ese estado de cosas, ya elevado a la categoría de operario, figuró Jesús Fernández entre los que con mayor tenacidad lucharon, y cuenta su esfuerzo entre los más generosos por alcanzar la consideración que llegó a merecer luego el gremio de los trabajadores en el ramo del tabaco.

No sucedió esto sin que se apercibiera, todavía muchacho, de la necesidad de enriquecer su deficiente instrucción, lo que procuró por medio de la lectura. No satisfecho con esto y escaso de recursos para mayores empeños, ingresó en una Sociedad de Instrucción y Recreo de artesanos, en la que algunos obreros adelantados y varios maestros de primera enseñanza daban clases gratuitas. Tampoco esto le conformaba y entonces se inscribió como socio en la Asociación de Dependientes del Comercio de la Habana, que tenía un plantel de enseñanza atendido en clases nocturnas por ilustrados profesores, y a cuyas lecciones acudió con asiduidad y aplicación extraordinarias durante bastante tiempo. ahí cursó diversas asignaturas, entre ellas, Gramática, Aritmética, Geografía y Retórica, siempre con elevadas calificaciones. En la última disciplina obtuvo por oposición un premio entre ocho Opositores que habían sido calificados de sobresaliente,

El estudio iba dando a Jesús Fernández prestigio entre sus compañeros. Fué uno de los que inició en los Obradores tabaqueros, contra el deseo de los patronos, la costumbre de leer en alta voz para distracción de tan monótona tarea.

Se había empezado por la lectura de los artículos políticos y literarios de la prensa del día y acabó la costumbre por la de obras serias e importantes, con lo que la cultura media de esta clase de trabajadores se elevó considerablemente, sirviéndoles ella de instrumento para la conquista de mejoras y prestigio, como uno de los gremios más respetables de la isla.

Como consecuencia de la instrucción adquirida con el estudio y la lectura, despertó en Jesús Fernández la vocación de escritor, y a partir del año 1892, con casi treinta de edad, en que se dió a conocer en La Caricatura con trabajos en prosa y en verso, ya no abandonó el ejercicio de las letras, si bien no le ha caracterizado una gran fecundidad. Con su nombre propio y acaso más frecuentemente con los seudónimos de Solfeo, El Vate Candamín, preferido por él, y más tarde El Vate desconocido, ha colaborado con poesías y trabajos en prosa en numerosos periódicos.

Entre los editados en la Habana figuran El Correo de Asturias, El Astur y, últimamente, El Progreso de Asturias. Cuentan también La Prensa y Alerta, de Tampa: El Sol de Pravia, de esta villa, y Heraldo de Asturias, de Buenos Aires, en época también reciente.

Con la vocación literaria despertó en él la teatral, como actor, y formó parte en su juventud de algunos cuadros artísticos, pero a la vocación no acompañaban las facultades y tuvo que abandonar esos ejercicios. También por esa primera época acudió a un concurso literario, en el que alcanzó un premio de cinco duros, “primero y único dinero que obtuve con mis escritos —dice él mismo-—, pues siempre escribí como aficionado y desinteresadamente”.

Además del concurso prestado con sus luces al gremio de tabaqueros, tiene en su haber el entregado a la colonia asturiana de Cuba, tanto con la pluma como participando en la dirección social del Centro Asturiano, de cuya Junta de gobierno fué vocal en diferentes ocasiones, y además vicepresidente durante tres bienios de la Sección de Instrucción y seis presidente por sustitución reglamentaria de la misma.

Después de haber ejercido el oficio de tabaquero veinte años, pasó a ocupar en la misma fábrica donde trabajaba el destino de jefe de taller, que dejó al poco tiempo por no serle grata la función, y desempeñó luego un modesto empleo en la oficina administrativa hasta su repatriación, ya próximo a los sesenta años y no muy bien de salud.

Antes de este viaje definitivo de regreso a España había efectuado cinco de placer y descanso, que aprovechó para conocer las principales poblaciones españolas. Después de restituido a España (1922), ha fijado la residencia habitual en la aldea de nacimiento, desde la que ha venido procurando el mejoramiento social de la comarca con diversas intervenciones en la vida colectiva de ella, como orador y publicista. Siempre preocupado del mejoramiento económico y cultural de las clases trabajadoras, ha sostenido campañas en favor de ellas de algunos periódicos comarcanos y otros de mayor difusión, como el gijonés Solidaridad. Esto, sin dejar de cultivar la poesía y la prosa amenas. Hasta llegó a escribir una pieza teatral en verso que fué ensayada y puesta en escena en Llamero por un cuadro artístico formado por el maestro nacional de la aldea.