Jurisconsulto y escritor que floreció en la segunda mitad del siglo XIX, en Oviedo, lugar de su nacimiento en fecha que desconocemos, pero que podríamos situar antes de 1830.

Probablemente con el propósito de dedicarse a sacerdote siguió en la Universidad ovetense los estudios en la Facultad de Teología hasta graduarse de licenciado; pero estudió también los de la Facultad de Jurisprudencia, en la que obtuvo el mismo grado académico que le facultó para el ejercicio de la abogacía. A esta profesión estuvo dedicado en Oviedo no menos de treinta años con gran crédito en el foro, por la doctrina y fuerza persuasiva de sus alegatos e informes, brillantes de forma además.

Gozó  desde su juventud de gran estimaciones por su formación intelectual, asistida de agudo ingenio y fresca imaginación. En la Academia Científica y Literaria, más conocida por Ateneo, fundada en Oviedo en 1854, figuró entre los elementos de más brillante actuación como profesor y conferenciante en aquel plausible intento de difundir la cultura entre las clases Populares. Entre otras lecciones muy celebradas, dió algunas acerca del Código penal, para las que la Universidad, como en otras ocasiones, cedió una de sus aulas.

Como escritor, trataba con el mismo dominio temas científicos que puramente literarios. En el desarrollo de estos últimos, que solían tener el carácter de artículos de costumbres, propendía a la sátira, fina y sutil. De no amar con exceso a la ciudad natal y de no tener embotado en su espíritu sencillo todo afán de notoriedad, habría podido conquistar en Madrid fama perdurable como escritor costumbrista de los más ingeniosos. Ha colaborado en los periódicos ovetenses de su tiempo, tal vez con mayor asiduidad en El Independiente y El Faro Asturiano, en los que solía firmar con el seudónimo de Lupercio. Protasio González Solis ha recogido varias de sus crónicas en la obra Memorias Asturianas.

Dedicó algunas de sus actividades a la política, militante en las filas carlistas o sean las que seguían al pretendiente al Trono de España, don Carlos de Borbón, y como don Guillermo Estrada Villaverde, jefe de estas fuerzas en Asturias, mereció del pretendiente honores y distinciones.

Entre los cargos político-administrativos que desempeñó figura el de vocal del organismo consultivo conocido por Comisión provincial, desde abril de 1868 hasta octubre del año siguiente.

Falleció Fernández Rojas en Oviedo en junio de 1889.

Trabajos sin formar volumen:

1.—Varias crónicas. (En el libro Memorias asturianas, Madrid, 1890, de Protasio González Solís.)