ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FERNANDEZ VALLIN y BUSTILLO (Acisclo).

Ilustre y famoso educador de segunda mitad del siglo XIX, entregado con todo el talento y toda la bondad que le caracterizaban a su misión, desde la cátedra y el libro fué en su tiempo una de las autoridades más respetables de España en materias de instrucción y educación populares, derramándose generosamente en la propulsión de sus ideas. Su saber le conquistó también en el extranjero renombre y prestigio. Decía de él Canella y Secades en 1879, cuando la personalidad de Fernández Vallín no había alcanzado todavía el pleno auge, que “su nombre, si muy respetable en España, lo es también en el extranjero por sus lauros en Viena y Filadelfia y, particularmente, por sus publicaciones, que son populares en las Repúblicas hispano-americanas, en Cuba y Filipinas”, Entre esas publicaciones destacan por el gran fruto que dieron sus numerosos libros de texto, Alguno de ellos innumerables veces reeditados y al educador acompañó devotamente el filántropo: creó cátedras, fundó escuelas, regaló libros.

Nació Acisclo Fernández Vallín en Gijón el 17 de noviembre de 1825, hijo de don Alonso de esos dos primeros apellidos, que fué profesor y después director del Instituto de Jovellanos. En ese Instituto hizo los estudios de bachillerato y luego los de Náutica y Cálculos (1839-40), llevado de su vocación por las ciencias, para las que tenía notables aptitudes. seguidamente, pasó a estudiar en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Oviedo, en la que obtuvo el grado de licenciado, y luego a la Universidad de Madrid, en la que se doctoró.

A esa vocación se unía en él la del ejercicio de la enseñanza, y con sólo veintidós años de edad se presentó a oposiciones en las que obtuvo la plaza de profesor de Matemáticas en el Instituto de Valladolid, que desempeñó desde el 22 de diciembre de 1847. Residió aquí por espacio de tres años, en cuyo tiempo contrajo matrimonio con doña Laureana González Soubrié, de la que, después de unos treinta años de feliz convivencia, habría de quedar viudo, fallecida en París en 1889, tras largo y doloroso padecimiento. Del Instituto de Valladolid pasó Fernández Vallín, también como profesor de Matemáticas, al Instituto de Madrid, conocido entonces desde su creación con el nombre de Noviciado. Al ser elevado al puesto de director de este centro de enseñanza en 1878, se le cambió, a propuesta suya, el nombre por el de su fundador, Cardenal Cisneros, que es como se le sigue conociendo.

Su labor en ese Instituto como pedagogo y después de elevado a la Dirección, por lo que se refiere a mejoras del edificio y material educativo y a métodos de enseñanza, ha dejado un recuerdo que merecía se fijara de modo ostensible para su perdurabilidad y estimulo. En cuanto a mejoramiento de la enseñanza, merece que se destaque la fundación de una cátedra de Taquigrafía y otra de Derecho para alumnos sobresalientes, ambas sostenidas a sus expensas.

Atento su entusiasmo a perfeccionar por todos los medios la cultura popular de su país, se propuso mejorar los libros de texto de Matemáticas destinados a la segunda enseñanza y también a la instrucción primaria, en lo que se extendió a otras disciplinas distintas a la de su especialidad. Entre esos libros de texto anotados al final de esta reseña, figuran algunos que alcanzaron gran número de ediciones, como la Aritmética para los niños, de la que se hizo en 1914 la reimpresión número sesenta y dos. Bastará esta indicación y la de que han venido sirviendo de libros de texto hasta nuestros días para que se reconozca implícitamente el mérito de esos libros.

Su constante estudio y los viajes de observación efectuados al extranjero dieron a Fernández Vallín en materia pedagógica una extraordinaria autoridad, que fué aprovechada por los gobernantes, aunque no en toda la medida que habría convenido, para el mejor desenvolvimiento progresivo de la instrucción y la cultura populares.

Ese rango intelectual le dió un puesto de miembro del Consejo de Instrucción Pública que desempeñó durante muchos años. También fué vocal de la Junta de Inspección y Estadística y secretario honorífico de la Comisión de relaciones entre España y las Repúblicas de América. Estuvo condecorado con la Encomienda de Carlos III y la Gran Cruz de Isabel la Católica.

El Gobierno francés le concedió el título de Oficial de Instrucción Pública.

Sus actividades intelectuales desbordaron las puramente pedagógicas y conquistó renombre y prestigio en otras disciplinas, por lo que la Academia de la Historia le nombró académico correspondiente el 17 de Marzo de 1876. No obstante, pocas veces se salía del campo de la ciencia, el de todas sus preferencias, y en los círculos científicos era donde su personalidad gozaba de mayores consideraciones. Ellas fueron las que le conquistaron un puesto de académico numerario en diciembre de 1889 de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Su ingreso en ella lo demoró por causas desconocidas, entre las que habrá tomado buena parte su acendrada modestia, por espacio de más de trece años, hasta el 7 de enero de 1794, ya en la cumbre de las siete décadas. Con este motivo leyó como discurso de recepción un extenso trabajo (número XVI) acerca del estado de las ciencias en la España del siglo XVI y sus cultivadores, que fué como una revelación de olvidados aspectos de la cultura española, y constituye uno de los estudios más importantes qué se han hecho en ese aspecto.

Fué también miembro de otras corporaciones de carácter cultural, como la Sociedad Económica de Amigos del País, de Oviedo, y Academia Gaditana de Ciencias y Letras y la Sociedad Geográfica de Madrid.

Otra manifestación de su talento y su vasto saber en las más diversas ramas del conocimiento humano la dió acometiendo una empresa, tal vez demasiado ambiciosa a lo que se habrá debido el fracaso como fué la ordenación y publicación (número XII) de una bibliografía general española, de la qué sólo llegó a publicar el primer tomo.

Pero la disciplina que absorbió sus más caras devociones, a la qué juntaba un acendrado patriotismo fué siempre la enseñanza. La más patente muestra de esos sentimientos suyos la dió con motivo del Mapa de la cultura popular europea presentado por Mr. Manier en la Exposición Universal celebrada en París en 1878. En ese mapa figuraba España en rango inferior al que merecía, y Fernández Valín publicó en español y en francés (número XV) una refutación documentada y patriótica demostrativa de la injusticia cometida al apreciar el estado de la instrucción popular española.

Pero nada demuestra mejor su entusiasmo amoroso en levantar el Prestigio de España en ese orden como la personal aportación filantrópica. A él se debe la fundación (1879) de las escuelas de Granda y Vega, del concejo de Gijón. También de las escuelas establecidas en esta villa fué un constante Protector con donaciones de libros y Material de enseñanza. El mismo celo de protección contaron, entre otras instituciones locales, la Escuela de Artes y Oficios y el Instituto de Jovellanos. Fué, además, uno de los más activos iniciadores de la idea de elevar al fundador de ese Instituto, el eximio Jovellanos, el monumento que le ha dedicado la villa natal.

El plantel de enseñanza que en Madrid sostenía el Centro Asturiano—del que fué presidente efectivo en 1890 y después honorario—, también contó con su generosa cooperación. Entre otras donaciones que le dedicó estuvo la de trescientos libros escolares para premios en 1888, y al año siguiente, unos ochocientos volúmenes y la aportación mensual de cien pesetas.

Permaneció Fernández Vallin de director del Instituto del Cardenal Cisneros hasta su jubilación, en 1893. Poco disfrutó de su bien merecido descanso, pues falleció en Madrid. el 25 de mayo de 1896.

En su testamento, otorgado en 1890, dejó una importante cantidad, consistente en la mitad de las acciones que poseía del Banco de España, para la fundación en la villa natal de un Asilo de Niñas Huérfanas que él mismo comenzó a construir en el barrio de Somió.

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Elementos de Matemáticas. (Madrid, 1851; dos tomos:  Aritmética y Algebra y A Geometría y Trigonometría; obra de texto en Institutos y Universidades, Numerosas veces reeditada.)

II.—Aritmética para los niños. (Madrid, 1857; texto escolar del que se hizo la 62.* edición en 1914.)

III.—Geometría para los niños. (Madrid, 1857; obra de texto en las escuelas, reimpresa numerosas veces.)

IV.—Geografía elemental. (Madrid, —)

V.—Atlas geográfico descriptivo. (Madrid, EN)   

VI.—Monitor de los niños. (Madrid, …; tres tomos: I, Principios de lectura. Il, Tesoro de lectura. III, Enciclopedia infantil.)

VII.—Devocionario. (Madrid, …; para niños.)

VIII.—Dibujo lineal y de adorno. (Madrid, 3 Cuaderno infantil.)

IX.— Geografía matemática o Elementos de Cosmografía. (Madrid, 1858; obra de texto para la segunda enseñanza.)

X.— La segunda enseñanza. (Madrid, …)

XI— Enseñanza universitaria. (Madrid, 0)

XII.—Catálogo de la librería española. (Madrid, 1877; publicado solamente el tomo 1, que comprende la letra A.)

XIII.—Memoria del Instituto del Cardenal Cisneros, (Madrid, 1877.)

XIV.—Reseña y acto de la sesión pública celebrada en honor del cardenal Jiménez de Cisneros en el Instituto de que es titular, (Madrid, 1878.)

XV.—La instrucción popular en Europa. (Madrid, 1878; refutación al Mapa presentado por Mr. Manier a la Exposición Universal de París de ese año; publicada simultáneamente en español y en francés.)

XVI.—Cultura científica de España en el siglo XVI (Madrid, 1893; discurso leído como ingreso en enero del año siguiente en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, contestado por don Miguel Merino.)

 

Referencias biográficas:

Anónimo.—Breve noticia histórica del Instituto del Cardenal Cisneros, (Madrid, 1878; redactada por el propio Fernández Vallín.)

ídem.—Un panegírico. (En El Carbayón, Oviedo, 30 de enero de 1894.)

ídem. — Una necrología. (EN ídem, 27 de mayo de 1896.)

ídem.—Otras notas necrológicas(En ídem, mayo 29 de 1896.)

Balbín de Unquera (Antonio).—Necrología: D. Acisclo Fernández Vallín y Bustillo. (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos» Madrid, junio de 1896.)

López.—De Gijón, En la muerte de F. Vallin. (En El Carbayón Oviedo, 1 de junio de 1896.)

Merino (Miguel).—Contestación al Discurso de ingreso de don Acisclo Fernández Vallín en 1 Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. (En el mismo volumen que dicho discurso, número XVI.)

A.—Los Asturianos de hoy: Excmo. Sr. D. Acisclo F. Vallin y Bustillo. (En el Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, enero de 1889.)