Escritor que floreció en Venezuela en la segunda mitad del siglo XIX. Fué hombre de extenso saber, clara inteligencia y de excepcionales arrestos, que gozó de gran predicamento y prestigio en esa República, a la que llevó un apellido que en ella se hizo famoso en el campo de las letras y en los círculos sociales y políticos. Entre los hombres de letras venezolanos y españoles de su tiempo gozó de grandes consideraciones.
Nació Evaristo Fombona en la villa de Luanco el 25 de octubre de 1817, hijo de don Manuel de ese apellido y doña Beatriz Espiniella, ambos naturales de Noreña, según testimonio con que nos ha favorecido el cura párroco de Luanco, don Faustino A. Suárez. Cursó algunos estudios en los Institutos de segunda enseñanza de Gijón y Oviedo, pero, por causas que nos son desconocidas, renunció a seguir alguna carrera literaria y se dejó llevar por la corriente emigratoria a América. Andaría por los veinte años cuando marchó a Cuba, al amparo de un tio establecido en el comercio de Matanzas, con el que estuvo escaso tiempo, negado a soportar la dura esclavitud que la vida en el comercio imponía entonces,
Desde Cuba se trasladó a Venezuela sobre el año 1840, y no en 1865 como alguien anota. Residió primeramente, por espacio de bastantes años, en el pueblo de Calabozo, donde tuvo abierto a la enseñanza bajo su dirección, desde antes de 1845, un colegio con el título de Colegio Nacional, que gozó de muy extenso crédito como centro educativo. ya por entonces había comenzado a cultivar la literatura en el periodismo y combatió desde El Liberal, de Caracas, los excesos hispanófobos de Sarmiento que inundaban los periódicos de América del Sur. Su acendrado españolismo no era, sin embargo, tan ciego e intransigente que no se fundara en razonamientos de gran fuerza persuasiva y con todos los respetos y miramientos para los naturales del país, que le dispensaron admiración y consideraciones.
En esa población de Calabozo contrajo matrimonio con la señorita Benigna Palacios, de familia rica y distinguida en Venezuela. Allí nacieron sus tres primeros hijos, uno de ellos, el también escritor don Manuel Fombona Palacios, y otro, la madre de don Rufino Blanco Fombona, publicista contemporáneo, el que, por su larga convivencia en España, es ornamento de las letras españolas.
Se desconoce la época en que Evaristo Fombona trasladó su residencia a Caracas, capital de la República venezolana, suceso que se puede situar alrededor del año 1860.
Gozaba ya entonces de gran consideración en los centros culturales del país, que aumentaron hasta rodearle de gran prestigio con el establecimiento en Caracas y la cooperación prestada a todo movimiento de carácter intelectual. Entre las empresas que promovió entonces su poderosa actividad estuvo la instalación de una imprenta conocida con el nombre de La Concordia, en la que acometió algunas iniciativas periodísticas, entre las que sobresale por el éxito alcanzado la publicación y dirección de una revista bajo el título de La Biblioteca del Hogar, especialmente dedicada a la lectura de las familias.
Sus actividades de escritor estuvieron siempre presididas por la idea de armonizar las relaciones entre España y América, y a este noble deseo responden, más o menos, los diversos trabajos que por esos años de su permanencia en Caracas publicó en volumen. También desplegó actuaciones acertadas de orador. Tanto con la pluma como con la palabra desenvolvía sus ideas y sentimientos con dicción castiza y elegante, animada por una cultura y una inteligencia nada comunes, con lo que alcanzó un prestigio intelectual acatado por todos, españoles y venezolanos. Colaboró también en periódicos de Caracas y de otras ciudades americanas, así como en algunos ovetenses, El Faro Asturiano entre éstos.
Las Academias de la Historia y de la Lengua, de Madrid, tuvieron a gala que les representara en Venezuela como académico correspondiente, y cuando en el invierno de 1881-82 pasó en España una temporada de recreo, ambas Corporaciones se prestaron a recibirle con toda deferencia, pronunciando él en tales ocasiones los discursos anotados más abajo (números 1 y 2). Después de su retorno a Caracas fundó en esta ciudad (1883) la Academia Correspondiente de la Academia de la Lengua.
De su influencia y predicamento en la sociedad caraqueña puede dar idea el hecho de que, a la vez, fué como el asesor de máxima autoridad cerca de la Legación de España y una autorizada opinión para los gobernantes y políticos del país.
Persona que asociaba admirablemente una extraordinaria capacidad intelectual a una no menor energía como hombre de negocios, desplegó diversas actividades de carácter industrial, entre ellas la explotación de una mina de oro situada en el lugar de El Callao, del territorio de yurari (hoy, Estado Bolívar), negocio que le permitió acrecentar considerablemente su fortuna hasta poseer un gran capital.
Dejó de existir en Caracas en el año 1897.
Obras publicadas en volumen:
I.—España y Venezuela. (Caracas, 1863.)
II.—Mis impresiones del 28 de octubre de 1872. (Caracas, 1873.)
III.—Elogio de Simón Bolívar. (Caracas, 1875.)
IV— Repúblicas hispanoamericanas. (Caracas, 1876.)
V.—Plancha trazada por…, orador titular de la Resp.·. Log.·. Unión Fraternal, núm. 27. (Caracas, 1878.)
VI.—Discurso pronunciado en el Teatro de Caracas, en el acto de distribuir los premios del Colegio de Santa Maria, la noche del 7 de agosto de 1880. (Caracas, 1880.)
VII.—Páginas literarias: Isabel la Católica, Bolívar, Fr. Bartolomé de las Casas, La religión de la patria. (Caracas, 1884.)
Trabajos sin formar volumen:
1.—Discurso pronunciado ante la R. Academia Española en Junta ordinaria del mes, de 10 de noviembre de 1881, por su académico correspondiente en la República de Venezuela. (En la Revista de Madrid, 1882, tomo III.)
2.—Discurso pronunciado ante la R. Academia de la Historia en Junta ordinaria de 13 de enero de 1882 por su académico correspondiente en la República de Venezuela. (En ídem id.)