ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FORCELLEDO TUERO (Benito).

Eclesiástico que alcanzó la dignidad de obispo en la primera mitad del siglo XIX, muy acreditado por sus grandes virtudes, entre las que sobresalía una modestia que hizo de él un prelado modelo. Le asistían también una clara inteligencia y gran saber, de lo que ha dejado escasas muestras como escritor. 

Nació Forcelledo y Tuero en Santa Magdalena de Libardón (Colunga) el 12 de enero de 1802.

Reveladas durante el aprendizaje de la instrucción elemental sus notables aptitudes para los estudios, después de cursar en Villaviciosa los de Latinidad y Humanidades, pasó al Seminario de León con el decidido propósito de seguir los de la carrera eclesiástica. En dicho Seminario estudió los tres años de Filosofía y se trasladó luego a Madrid. Aquí estudió Leyes y Teología en el Colegio de Santo Tomás. Por fin acabó los estudios con el grado de licenciado en esta última disciplina, recibido en la Universidad de Valladolid en noviembre de 1831.

Los últimos estudios los hizo protegido, primeramente, por el obispo de Málaga Fr. Manuel Martínez, desde 1825. Entonces el obispo malagueño, que apreciaba las extraordinarias cualidades que adornaban a Forcelledo, le ofreció apoyo y consideración llevándole a su lado como secretario de Cámara y agraciándole además con una prebenda en el Cabildo catedralicio. Al fallecer su protector en 1827 encontró igual concurso de apoyo, también por gracia a su saber y claro entendimiento, en el comisario general de la Santa Cruzada, don Manuel Fernández Varela.

Dos años después de licenciado (1833) el rey le confirió una canonjía en la Catedral de Santiago de Compostela, donde desplegó por espacio de algo más de un lustro nuevas pruebas de saber y bondad, acreditándose también de excelente orador sagrado. En ese Cabildo catedral desempeñó varios cargos, entre ellos los de juez sinodal y delegado de la Santa Cruzada para todo el arzobispado. También ocupó el puesto de gobernador de éste por designación del arzobispado en 1837.

Mezclado en las contiendas políticas como partidario de la tendencia moderada que representaba la reina regente María Cristina, en la minoridad de Isabel Il, sufrió pena de confinamiento en 1839, destinado a Mahón. Pero sufrió la condena sin perder por ello la confianza del arzobispo, Fr. Rafael Vélez, que le mantuvo en el cargo de gobernador, el cual volvió a desempeñar a su regreso de Baleares, poco después.

Al producirse en octubre de 1840 la reacción de los progresistas capitaneados por el general Espartero, con el resultado de que la reina madre renunciara la regencia y marchara a Francia, Forcelledo y Tuero sufrió un nuevo y más largo destierro, que cumplió en Asturias.

Tiempo después de repuesto en su canonjía de Santiago de Compostela, en 1847, Isabel II le confirió el destino de su predicador y al año siguiente el nombramiento de capellán de honor de Palacio. Como esos destinos se le habían asignado para su desempeño efectivo, en ese último año se trasladó a Madrid a tomar posesión de ellos y regirlos.

La reina le designó en noviembre de 1851 para ocupar la mitra de Urgel, a la que renunció Forcelledo por estimar la designación como un honor excesivo. Pero persistía la reina en hacerle gracia de la dignidad de obispo como reconocimiento de la distinción en que le tenía, y en enero del año siguiente le confirió el obispado de Astorga. El nombramiento encontró la misma firme resistencia en el agraciado. A este respecto, para confirmar lo admirablemente que se asociaban en Forcelledo la modestia y la sabiduría, Ruidíaz y Caravia refiere la anécdota de que, después de visitar el obispo electo al ministro de Gracia y Justicia, González Romero, para que influyera cerca de la reina a fin de que se le aceptara la renuncia, dió el mismo encargo a un amigo para el ministro, el cual dijo al mediador que, habiéndose percatado en la visita de Forcellado de lo mucho que éste valía, recomendaría a la reina lo contrario de lo que el interesado y su amigo deseaban. El resultado fué que se consagró obispo en junio de ese mismo año 1852.

Su obispado en Astorga ha dejado el recuerdo de un celo inteligente puesto al servicio del progreso moral y material de la diócesis. El citado Ruidíaz asegura que en la reglamentaria visita pastoral a las parroquias de su gobierno, desarrollada desde 1854 al 58, pronunció cuatrocientas sesenta y nueve pláticas. Introdujo en el Seminario considerables reformas y fundó y redactó en buena parte el Boletín Eclesiástico.

Con motivo del viaje hecho en ese último año por Isabel Il a través de las provincias norteñas, Obtuvo Forcelledo y Tuero una nueva prueba de la distinción y deferencia que por él sentía la reina, que fué la concesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Encontrándose en el pueblecillo de Manzaneda de Trives en recorrido de esa demarcación, un ataque de pulmonía le privó de la existencia el 19 de junio de ese año últimamente citado (1858) en pleno vigor físico e intelectual, a los cincuenta y seis años de edad. Su cadáver fué embalsamado y conducido a Astorga, dándosele sepultura en la Catedral, por haberlo dejado él así dispuesto.

Como frutos de su pluma sólo podemos anotar los dos trabajos que recoge Fuertes Acevedo en Biblioteca de escritores asturianos, al que debemos también gran parte de esta información.

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Sermón que predicó en la solemnísima novena de la Real Congregación de la Guardia y oración al Santísimo Sacramento en el Jubileo de las cuarenta horas que se celebra anualmente. (Madrid, 1832.)

II.—Breve explicación de las gracias, indulgencias y privilegios de la Bula de la Santa Cruzada, con inclusión de las de Difuntos, Lacticinios, de Composición y de Carne, formada nuevamente por disposición del llustrísimo y excelentísimo Sr. D. Manuel Fernández Varela, comisario apostólico de estas gracias, de cuya orden se publican para gobierno de los párrocos y confesores e instrucción general de los fieles. (Madrid, 1833.) 

 

Referencias biográficas:

Ruidíaz y Caravia (Eugenio).Excmo. e Ilmo. Sr, D. Benito Folcelledo y Tuero, (En la Ilustración Gallega y Asturiana, Madrid, 28 de marzo de 1881; trabajo reproducido en Asturias, Órgano del Centro Asturiano, Madrid, 1 de Julio de 1893, y en El Carbayón, Oviedo, 11 de julio de ese mismo año.)