ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FRESNO ARROYO (Saturnino del).

Célebre pianista y compositor musical contemporáneo, único superviviente de los que, como Anselmo González del Valle, Víctor Sáenz y Baldomero Fernández Casielles, promovieron en Asturias un hondo movimiento de entusiasmo por el divino arte en los primeros lustros del siglo actual. Como a tantos asturianos, el excesivo amor a la tierrina ha redundado en daño de su fama fuera de las fronteras regionales. Los aplausos cosechados lejos de ellas no tuvieron poder suficiente para mantenerle distante de su Oviedo. Ha venido a ser el centro de una familia de artistas que abarca desde su padre, fotógrafo y pintor, a los dos hermanos reseñados anteriormente y a sus hijos Carlos y Manuel, también incluídos en este Indice.

Nació Saturnino del Fresno en Oviedo el 2 de noviembre de 1867, hijo de don Ramón del Fresno y Cueli y doña Dionisia Arroyo Valdés.

Reveladas desde la infancia sus extraordinarias facultades para la música, al estudio de ella se consagró casi exclusivamente, sin dedicar a otras disciplinas más tiempo del preciso para poseer la instrucción elemental necesaria. Fué su maestro el también notable ejecutante y compositor musical Víctor Sáenz Canel, con el que se posesionó de todos los secretos de la difícil técnica y aprendió a desplegar la propia inspiración.

Muy pronto Oviedo tuvo ocasión de reconocer en el joven Fresno a un músico de extraordinarias aptitudes como concertista y como elemento importante de orquestas, aplaudiendole en la ejecución de obras ajenas e hijas del propio ingenio. Esa fama incipiente le sirvió para que se le designara por el Ayuntamiento de Pravia en 1889 director de la Banda Municipal, al frente de la que estuvo hasta 1891.

La dejó entonces para presentarse a oposiciones de una beca creada por la Diputación provincial para estudiar música en Madrid. Alcanzó esta pensión y, al amparo de ella, ingresó en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación, en el que permaneció durante tres cursos, distinguiéndose como uno de los alumnos más notables. Alcanzó las más altas calificaciones y varios premios, entre éstos el más alto y codiciado, el primer premio de piano en 1894, con el que remató los estudios oficiales.

Ya afirmada su personalidad musical, por los años que van desde 1896 al 99 recorrió triunfalmente como concertista numerosas poblaciones de España, Portugal, Francia e Inglaterra. En ese tiempo ejecutó conciertos muy aplaudidos por los públicos más inteligentes, de piano solo y asociado a Sarasate, Casals, al profesor de violonchelo del Conservatorio de París, Delsart, al cantante Baldelli y con el Cuarteto Español y el Cuarteto Francés.

La nostalgia de la tierra natal pudo más que la ilusión de la gloria y regresó a Oviedo para ya no salir de la ciudad de nacimiento sino en viajes de corta duración.

Al asiento definitivo en Oviedo contribuyó su matrimonio en septiembre de 1897 con doña María Pérez del Villar y Sáenz.

En 1903 se le designó profesor interino de piano de la Academia de Bellas Artes de San Salvador, de Oviedo, para sustituir al que lo era en propiedad, el citado Victor Sáenz. Con ese carácter continuó dedicado a la enseñanza de piano hasta 1916, fecha en que pasó a ocupar la plaza como profesor numerario. Al ser creado oficialmente el Conservatorio Provincial de Música en noviembre de 1923, a base de los elementos: y las enseñanzas que se daban en la citada Academia, Saturnino del Fresno quedó confirmado entonces por el Ministerio de Instrucción Pública en su cargo de profesor, con el cual continúa (1935), con la categoría de decano de ese cuadro de profesores. No menos importancia que la enseñanza oficial para la educación de las juventudes en el dominio del piano, han tenido sus lecciones particulares, solicitado siempre como un insuperable maestro.

En esta nueva época de su vida ha tenido el más importante desarrollo la actividad del compositor, con buena cosecha de éxitos para su inspiración impregnada de asturianismo. y entre los numerosos triunfos alcanzados como concertista, algunos de ellos auspiciados por la Sociedad Filarmónica ovetense en conciertos ejecutados con acompañamiento de la Orquesta Sinfónica, de Madrid, merece especial mención por lo trascendente del recuerdo la serie de conciertos desarrollada en 1908 en el Café Pasaje a dos pianos con el también famoso pianista Baldomero Fernández. Fresno y Fernández dieron a conocer entonces al público inteligente de Oviedo, magistralmente interpretada, música de los maestros de fama universal no escuchada nunca por las generaciones de entonces, entre las qué despertó gran entusiasmo musical que dió por resultado la fundación de la Sociedad Filarmónica.