ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FUERTES ACEVEDO (Máximo).

Hombre de ciencias y de letras de los que más abrillantan el nombre de Asturias en el siglo XIX.

Hermano del anterior y padre del que se reseña seguidamente. Fuertes Acevedo fué una de esas existencias que parece no han ocupado lugar entre los vivos, por el recogimiento interior a que estuvo consagrada. Vida silenciosa y oscura, sin otras resonancias ni otros brillos que los desprendidos de sus numerosas obras de investigación científica y literaria. Árbol crecido en exiguo terreno, de tronco y fronda poco espectaculares, pero de abundante y riquísimo fruto. Todo él fué estudio y trabajo recatados, concienzudos, perseverantes, de los que iba depositando la obra propia modestamente, sin alharacas, a los bordes de su camino sin detenerse a esperar el aplauso ni, mucho menos, a pedirlo, El resultado, frecuente en hombres de auténtica sabiduría, es que su nombre haya dejado escaso recuerdo a las generaciones posteriores, y que no provoque a la admiración sin un previo sondeo de sus libros admirables, sólo conocidos de quienes los buscan por un afán de estudio.

Apena el ánimo observar que cuando un hombre se entrega con todo su poder anímico, sin preocupaciones de fama ni gloria, a enaltecer de algún modo el patrimonio espiritual de la colectividad, luego la colectividad se despreocupe de saldar esa deuda, Porque Fuertes Acevedo, nombre desconocido para el común de las gentes al cabo de menos de medio siglo de su fallecimiento, será dentro de algunas décadas más algo así como materia de hallazgo para los eruditos.

Juzgándole como hombre de investigaciones científicas, decía de él su coetáneo Eugenio Ruidíaz y Caravia: “La vida laboriosísima del sabio catedrático don Máximo Fuertes Acevedo, uno de los asturianos más ilustres de la época presente, es prueba irrecusable de lo mucho que yerran los que desconocen en los hijos de este país condiciones para cultivar con aprovechamiento y con gloria el estudio de las ciencias.” No menos laudatorio juicio se le debe aplicar como hombre de letras, bien que también tiene carácter científico la disciplina en que él les dió desarrollo.

En materias de investigación de la historia y de la literatura asturianas es una de las figuras más eminentes que ha dado la región en todas las épocas. Los estudios a que va consagrada la presente obra darían un resultado mucho menos importante si no se contara con las excelentes aportaciones de Fuertes Acevedo, como hemos demostrado en el prólogo, al que nos Permitimos remitir al lector para no incurrir aquí en redundancias y esa labor meritísima está avalorada por la circunstancia desfavorable de que la haya tenido que desarrollar en gran parte su autor alejado de la región natal.

 Desciende Fuertes Acevedo del letrado consultor del obispado ovetense don Segundo Fuertes Navarrete y doña Catalina Acevedo Villarroel, ambos de familias linajudas y de hogar propio acomodado.

Nació en Oviedo el 9 de diciembre de 1832, y no en 1835 como se anota por algunos autores, error en el que ha incurrido en otro lugar, por seguirlos a ellos, el que esto escribe.

Estudiante de notables aptitudes, cursó la segunda enseñanza en la Facultad de Filosofía de la Universidad ovetense desde 1843 hasta graduarse de bachiller el 1 de mayo del 49, y seguidamente los estudios de Jurisprudencia, ampliación de Filosofía, Lengua griega y de Ciencias Físico-naturales, con gran aprovechamiento y primeras calificaciones, pero sin llegar a obtener grado alguno en esas disciplinas.

Una nativa inclinación al ejercicio de la enseñanza le movió a abandonarlas en 1851 para opositar a una plaza de alumno pensionado de la Escuela Normal de Filosofía, de Madrid, que obtuvo tras brillantes ejercicios. Pero, poco después, le volvió al camino abandonado de la carrera de Ciencias, que era la de su más fuerte vocación, el anuncio de oposiciones a tres becas en la Universidad Central para los estudios de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales, que también le conducía a satisfacer esa aspiración pedagógica. La lucha fué muy reñida por la cantidad y el saber de los opositores, pero Fuertes Acevedo quedó aprobado en segundo lugar, precedido por Emilio Castelar y siguiéndole   otro asturiano y ovetense, Manuel González Llana. En esa Universidad y disciplina indicadas alcanzó los grados de licenciado el 3 de noviembre de 1856, y de doctor, este último con premio extraordinario. En el transcurso de estos postreros años de estudiante universitario otra vocación fundamental en la vida de Fuertes Acevedo se desdobló hacia fuera: la de escritor.

Desconocemos cuáles habrán sido sus primeros ensayos ni dónde se publicaron. Tal vez la primera empresa importante de su pluma sería un trabajo de treinta y nueve páginas manuscritas, que ha quedado inédito, con el título de Memoria sobre el modo de recoger, preparar y conservar los insectos fechado en Oviedo en 1854. 

A esta misma fecha corresponde también lo más antiguo suyo que se conoce publicado, como colaborador de efímeros periódicos ovetenses de juventud, entre ellos El Centinela de Asturias y El Nalón, En años inmediatamente posteriores colaboró también, siempre sobre temas de exploración científica o literaria, en publicaciones de mayor empeño: El Faro Asturiano (1856), Revista de Asturias, primera época (1858-59), El Porvenir Asturiano (1859) y alguna otra.

Sus iniciaciones como profesor tuvieron comienzo el 2 de setiembre de 1857 con una plaza de ayudante, conseguida por oposición en la Universidad de Oviedo. Con esa categoría prestó servicios al catedrático de Física Experimental, don León Salmeán, después rector de esa Escuela. Al mismo tiempo fué. ayudante también del observatorio meteorológico instalado en la propia Universidad. Poco después de alcanzados esos destinos, que aseguraban, aunque modestamente, el sostenimiento del hogar propio, contrajo matrimonio con doña Eudosia Arias de Castilla el 16 de junio de 1858. Después ejerció de profesor auxiliar en las Facultades de Ciencias de las Universidades de Santiago de Compostela y Valladolid.

En 1865, unos brillantes ejercicios de oposición entre diez concursantes le dieron el primer lugar en la terna y como consecuencia la cátedra en propiedad de Física y Química del Instituto de segunda enseñanza de Santander, que pasó a desempeñar el 29 de abril de ese año.

Durante su permanencia de trece años en esta ciudad acreditado como excelente profesor, su personalidad de publicista se despliega en completa y cuajada formación intelectual. Con laboriosidad paciente del sabio que acumula y ordena conocimientos sin prisa por desflorar públicamente las materias estudiadas, en 1867 alcanza un triunfo resonante: el premio de la Biblioteca Nacional, de Madrid, con eí meritísimo estudio Ensayo de una Biblioteca de escritores asturianos. Consistente el premio en dos mil pesetas en metálico y la publicación de la obra por cuenta del Estado, sólo se cumplió con él la primera condición, privándosele de la satisfacción y fama—tal vez como consecuencia de los trastornos causados con la revolución de septiembre del 68—de haber legado a la región natal y a las letras españolas un verdadero monumento histórico-literario. Se trata de una obra en dos gruesos volúmenes de apretada escritura, fruto de concienzudo estudio, que permanece inédita en dicha Biblioteca y, por lo mismo, sólo conocida de alguno que otro afortunado investigador. Pudiendo haber sido esta obra, impresa, fuente importante para cuantos estudiaron después la literatura y la historia de Asturias, evitando con ello infinidad de errores que circulan como noticias auténticas por libros y periódicos, ha venido a ser ya anticuada e insuficiente para tal servicio si se imprimiera, a causa de otras investigaciones serias llevadas a cabo posteriormente y también a alguna que otra anterior que el autor no ha conocido.

Otros éxitos de menor resonancia señalan esta época de Fuertes Acevedo como catedrático en Santander: aplausos cosechados con algunos estudios insertos en la Prensa santanderina y ovetense, especialmente en La Voz Montañesa y con el resultado de sus investigaciones científicas sobre la Aurora boreal observada en Santander en 1870, publicadas con este título en la Revista de los Progresos de las Ciencias, de Madrid, en 1871. También por entonces en Mérito de los trabajos sobre meteorología desarrollados en el puerto de Santander le fué concedida la Placa del Mérito Naval con distintivo blanco.

En 1878 se produce una mutación en la vida de Fuertes Acevedo como catedrático. Después de Ocupar en comisión una cátedra en el Instituto de Figueras (Gerona), durante el mes de marzo, se le nombró el 1 de mayo, en virtud de  concurso, profesor también de Física y Química del Instituto de Badajoz, con lo que trasladó su hogar como residencia habitual a esa capital extremeña. Tres escasos años después se realzaba su personalidad de catedrático con el nombramiento (20 de marzo de 1881) de director de ese Instituto. Ese crédito de profesor estaba afianzado recientemente por la publicación (número II) de la obra de texto de la asignatura a su cargo.

Aunque ejercía su profesión alejado de la región natal, el amor a ella lo continuaba afirmando con estudios históricos y científicos (números I y IV) y le atraía a su suelo en períodos de vacaciones.

Debido a esto se le consideraba incorporado al movimiento intelectual y cultural de Asturias y tomaba parte activa personalmente en iniciativas de tal índole, como la fundación en 1881 con Fermín Canella y Secades, Braulio Vigón y Julio Somoza del grupo La Quintana, que gozó de una gran estimación en Asturias, por lo que, sin apenas recursos económicos, propendía a la investigación, divulgación y publicación de trabajos histórico-literarios de carácter asturiano.

En la última década de su vida, que entonces comienza, es cuando se despliega totalmente su gran capacidad de trabajo. A ella corresponde lo más y lo mejor de su producción impresa y también de lo que ha dejado inédito. El hombre de ciencia, además de la citada obra de texto, reimpresa en 1882, publica en ese tiempo hasta ocho volúmenes, entre los que figuran obras de vulgarización agricola(número III), astronómica (número V) y tres resúmenes anuales acerca de las observaciones meteorológicas (números VI al XII efectuadas en Badajoz. Cuentan también entre las producciones de esa índole dos galardonadas en certámenes públicos, una de ellas de carácter asturiano, Mineralogía asturiana (número IV), premiada en la Exposición de Minería celebrada en Madrid en 1883, y la otra la monografía La Atmósfera (número XIII), premiada por la Academia Gaditana de Ciencias y Artes, institución que le llevó a su seno como académico honorario.

Entretanto, el investigador de temas histórico-literarios que había conquistado el premio nacional aludido «más arriba, alcanzaba nuevos e importantes triunfos. Si en el aspecto científico le animaba un deseo ampliamente humano, en el literario le dominaba el asturiano que iba dentro de él, y de ahí el carácter regional de la mayor parte de sus producciones de este Orden. El primero de esos triunfos, cronológicamente, lo alcanzó en el Certamen Literario celebrado en Oviedo en setiembre de 1883, bajo los auspicios de la Sociedad Económica de Amigos del país, en el que obtuvo el premio concedido por la Universidad (un ejemplar de las Obras publicadas e inéditas de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, colectadas por Nocedal) con su Estudio biográfico-crítico de los jurisconsultos más notables de Asturias, que ha quedado lamentablemente inédito en esa Sociedad, para que luego fuera a perderse en el archivo particular de un gran amigo suyo, sin provecho para nadie. Otro éxito fué señalado con el segundo premio obtenido en el Certamen nacional que se celebró para conmemorar el segundo centenario del nacimiento del marqués de Santa Cruz de Marcenado, asturiano, el escritor más ilustre sobre temas militares que ha tenido España en los pasados siglos. Desierto el concurso en la primera convocatoria (1884), se anunció de nuevo al año siguiente, y entonces Fuertes Acevedo alcanzó el premio segundo con su Vida y escritos del marqués de Santa Cruz de Marcenado (número XV). Un nuevo lauro lo conquistó en el concurso celebrado en 1887 en El Escorial con motivo del XV Centenario de San Agustín, con el estudio Influencia de los agustinos en la Literatura española, que tampoco ha sido publicado. y un galardón afirmativo de todos los mencionados fué el alcanzado en la Exposición Universal de Barcelona de 1888, consistente en una Medalla de Oro, como premio a sus numerosas obras científicas, históricas y literarias,

De toda esa abundante producción sobresale en méritos y por su perdurable utilidad y trascendencia la obra Bosquejo acerca del estado que alcanzó en todas épocas la Literatura en Asturias (número XIV), libro único en la bibliografía de la región asturiana, de la que viene a ser como su historia literaria hasta mediados del siglo XIX y a la vez el más importante registro bibliográfico. A esa obra nos hemos referido merecidamente en el prólogo de la presente, como una de las más importantes de que nos hemos servido.

Además de las mencionadas obras de carácter asturiano, se cita otra que dejó inédita en poder de los herederos (seguramente ampliación de la premiada y manuscrita en la Biblioteca Nacional), con el título de Biografía y bibliografía general asturiana, en siete tomos. 

Toda esa considerable y meritísima labor la ha desarrollado Fuertes Acevedo sin dejar de atender con celo riguroso a sus deberes de catedrático y director del Instituto de Badajoz. Como tal director fueron múltiples las pruebas de su inagotable entusiasmo por mejorar la enseñanza en ese Centro docente, que fué considerado entonces como uno de los mejor dotados y atendidos de España. En el aspecto material se le deben importantes restauraciones de dependencias ruinosas o abandonadas, como el Paraninfo, la torre del Observatorio y otras. En el educativo, procuró la intensificación de la eficacia pedagógica con nuevas cátedras, modernización y enriquecimiento de laboratorios, aumento y mejora de la Biblioteca. En el primer curso de su dirección costeó de su peculio cincuenta y siete premios para otros tantos alumnos calificados de sobresalientes, y que consistieron en igual número de cuadernos de obras científicas. y entre otros merecimientos conquistados en ese cargo figura también la fundación y dirección del Boletín-Revista del Instituto de Badajoz, redactado casi íntegramente por él, y dedicado a enaltecer ese establecimiento.

El antes citado comentarista Ruidíaz y Caravia se lamenta de que toda esa celosísima labor del – director del Instituto le haya valido solamente un frío testimonio de – gracias dado de Real orden. Se ha – Olvidado de que le valió también , algo más, o algo menos, si no es – que lo calló adrede, ya que vivía quien habría de encontrar en el recuerdo una acusación. El caso es que en 1884 se depuso a Fuertes – Acevedo de la Dirección del Instituto. Era entonces ministro de Fomento—no se había creado el de Instrucción Pública — un político también asturiano, no menos famoso por su oratoria ardiente que por su ardiente intransigencia y, sobre todo, por su exaltación religiosa rayana en el fanatismo, don Alejandro Pidal y Mon. 

Dada la absoluta inactividad político-social de Fuertes Acevedo y siendo irreprochable su cumplimiento como director del Instituto y como ciudadano, y adornado todo esto con sus excepcionales méritos intelectuales, no se descubre fácilmente la causa de que Pidal y Mon tomase tan desconsiderada medida con su ilustre paisano, respetable por todos conceptos. Podría pensarse en el resultado de alguna intriga o triquiñuela de que tanto se alimentó siempre la política, y de lo que pudiera haber sido víctima inocente el propio ministro; pero ello nos llevaría a deducciones despistadas.

La causa de la arbitraria destitución se encuentra con las mayores probabilidades en el hecho de haber publicado Fuertes Acevedo el año anterior su hermoso estudio El darwinismo: sus adversarios y sus defensores (número XI), tema rechazado como de inspiración demoníaca por él poco después catolicismo ministro. De poco o de nada ha servido a Fuertes Acevedo poseer calurosas felicitaciones por su trabajo de religiosos tan eminentes como Fr. Ceferino González y Fr. Joaquín Fonseca, ambos, por otra parte, amigos del político. A los parabienes de hombres de hábitos se oponía la condenación de un hombre de americana. El atropello movió a Fuertes Acevedo a publicar como a modo de alegato el trabajo Instituto de Badajoz: Estado en que se encuentra esta Escuela literaria en 1 de febrero de 1884 (número XII). A consecuencia de esta recusación de la disposición ministerial, fué repuesto en el cargo de director del Instituto, que desempeñó el resto de sus días.

En esta última y más fecunda etapa de su vida intensificó sus colaboraciones periodísticas, nunca Prodigadas antes. Colaboró entonces con gran asiduidad, especialmente con trabajos biográficos, en El Carbayón, de Oviedo, en la Ilustración Gallega y Asturiana, Boletín del Centro de Asturianos, El Eco Nacional, El Resumen y La Patria, todos de Madrid, y también en las publicaciones editadas en Badajoz.

En el año 1886 se cometió con él otra injusticia. Concursó a la Cátedra vacante de Química en el Instituto de San Isidro, de Madrid, Pero le tocó contender con un político, diputado a Cortes, y esta Circunstancia pesó más que los Méritos de Fuertes Acevedo para la calificación, por lo que se le dió el segundo lugar en la propuesta, que fué tanto como quitarle la plaza. Buena demostración de que política es el arte de gobernar a los pueblos. Tan poco limpio e incorrecto procedimiento solamente encontró alguna embozada protesta, seguramente por el peligro de formularla con toda claridad, como un suelto publicado en diciembre de ese año en el Boletín del Centro de Asturianos.

Probablemente como compensación de esa injusticia y a propuesta del Consejo de Instrucción pública, sin él solicitarlo, se le nombró en el mes de abril de 1890, por concurso de méritos, catedrático de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, designación que no aceptó y que, además, llegó tarde, porque dejaba de existir el día 1 de julio (y no el 2, como anotan algunos) de ese mismo año.

Además de los reconocimientos de su personalidad que van anotados en el presente estudio, poseía los de Premio de Mérito como catedrático y la Encomienda de Isabel la Católica. Era, además, socio de mérito de la Sociedad Económica de Amigos del País, de Oviedo, y de la Unión Ibero-Americana, de Madrid. Pero verdaderos homenajes no los ha recibido ni en vida ni después de fallecido. Esto no significa olvido para dos ¡plausibles recuerdos de que ha sido objeto después de muerto. Uno de ellos, la rotulación con su nombre de una calle en la ciudad natal y otro la colocación de un retrato suyo, a propuesta del teniente alcalde entonces (1930), don Rafael Sarandeses, en el Ayuntamiento de la misma ciudad.

A eso se reduce lo hecho por enaltecer la noble e ilustre figura de quien tampoco brilló mucho en vida, negado por modestia y dignidad a levantar con pedigüeña mano el aldabón de las puertas donde se dan mercedes y honores a quien los pida, con tal de que sepa encubrirse con apariencias de que los merece.

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Noticias históricas de la prensa periodística de Asturias. (Oviedo, 1868; folleto.)

II.—Curso de Física elemental y nociones de Química. (Oviedo, 1879; abra reimpresa en Badajoz en 1882.)

III.—Las conferencias agrícolas: Breves observaciones acerca de los medios de propagación de los conocimientos agrícolas. (Badajoz, 1879.)

IV.— Mineralogía asturiana. (Oviedo, 1880; trabajo publicado antes en la Revista de Asturias, Oviedo, 1872-80; premiado en la Exposición de Minería celebrada en Madrid en 1883.)

V.—Bosquejos científicos: Estudios sobre Astronomía, Física y Meteorología al alcance de toda clase de personas. (Badajoz, 1880.)

VI al VIII.—El año meteorológico. (Badajoz, 1880, 81 y 82; tres memorias de las observaciones obtenidas en los años precedentes.)

IX.—Homenaje a Calderón. (Badajoz, 1881; discurso pronunciado como apertura de estudios en el Instituto el 2 de octubre de ese año.)

X.—Moreno Nieto. (Badajoz, 1882; discurso de apertura del curso en el Instituto, pronunciado el 2 de octubre.)

XI.—El darwinismo: Sus adversarios y sus defensores. (Badajoz, 1883.)

XII.—Instituto de Badajoz: Estado en que se encuentra esta Escuela literaria el 1 de febrero de 1884. (Badajoz, 1884.)

XIlI.—La atmósfera: Su composición, su importancia en la vida terrestre, presión atmosférica y modos de apreciarla. (Cádiz, 1885; memoria premiada el año anterior por la Academia Gaditana de Ciencias y Artes.)

XIV.—Bosquejo acerca del estado que alcanzó en todas épocas la Literatura en Asturias, seguido de una extensa bibliografía de los escritores asturianos. (Badajoz, 1885; un tomo en 4.”; estudio publicado antes, 1880, en la Revista Asturias, de Oviedo.)

XV.—Vida y escritos del marqués de Santa Cruz de Marcenado. (Madrid,, 1886; obra laureada en segundo lugar en el Certamen nacional celebrado con motivo del Centenario de ese militar y escritor, con prólogo de don Luis Vidart.)

 

Trabajos sin formar volumen:

1.—Aurora boreal observada en Santander en 1870. (En la Revista de los Progresos de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 1871.)

2.—Enfermedad del maíz: El pintón, filoxera del maíz. (En El Carbayón, Oviedo, 1876.)

3.—El «Discurso sobre la Merindad de Asturias”, de Luis Alfonso Carballo, con ilustraciones y datos biográficos. (En la Revista de Asturias, Oviedo, 1878, números 23 al 25.) 

4.—Los fenómenos crepusculares rojos. (En El Carbayón, Oviedo, 21 de noviembre y 7 de diciembre de 1881.)

5.—Los asturianos de ayer: Don Manuel Abad y Queipo. (En El Carbayón, Oviedo, 3, 5 y 6 de marzo de 1885.)

6.—Los asturianos de ayer: El obispo de Oviedo D. Pelayo. (En ídem, 6, 8 y 9 de abril de 1885.)

7.—Pedro Menéndez de Avilés. (En ídem, 4, 5, 7 y 8 de agosto de 1885.)

8.—Los economistas asturianos: D. Antonio Raimundo Ibáñez Gastón de Isaba Llano y Valdés. (En ídem, 10 y 11 de noviembre de 1885.)

9.—Los asturianos de ayer: Álvarez Perera. (En ídem, 18 de febrero y 3 y 4 de abril de 1886.)

10.—Glorias de Asturias: Biografía del insigne marino asturiano D. Felipe Pérez Acevedo. (En la Revista General de Marina, Madrid, noviembre de 1886, tomo XIX.)

11.—El arcediano de Tineo: Don Alonso Marañón de Espinosa. (En El Carbayón, Oviedo, 17 y 18 de agosto de 1886.) 

12.—Tirso de Avilés y Hevia. (En ídem, 22 y 24 de setiembre de 1886.)

13.—Los asturianos de ayer: Don Alonso Cañedo y Vigil. (En ídem, 14 y 15 de octubre de 1886.)

14.—Los asturianos de ayer: Don Saturio Álvarez Montequin. (En ídem, 20, 22 y 23 de octubre de 1886.)

15.—Datos históricos de la Sociedad Económica de Asturias. (En ídem, noviembre de 1887, varios Números.) 

16.— Glorias asturianas: Una expedición al Estrecho de Magallanes. (En ídem, 12 y 14 de abril de 1888.)

 

Obras inéditas:

—Memoria sobre el modo de recoger, preparar y conservar los insectos. (MS. de 39 páginas, fechado en Oviedo en 1854.)

—Ensayo de una Biblioteca de Escritores asturianos. (MS. en dos volúmenes en 4.”, premiado por la Biblioteca Nacional en 1867 y en ella depositado.)

—Estudio biográfico-crítico de los jurisconsultos más ilustres de Asturias. (MS. premiado por la Sociedad Económica de Amigos del País, de Oviedo, en 1883, y depositado en esa entidad, de donde fué sustraído por uno de sus socios más distinguidos.)

—Influencia de los agustinos en la literatura española. (MS. premiado en el Certamen celebrado en 1887 en El Escorial para conmemorar el XV Centenario de San Agustín.)

—Las calles de Oviedo, su fisonomía y carácter físico, moral y político de sus moradores. (MS. citado por el propio autor.)

—Unos malos apuntes sobre los buenos de Cervantes. (MS. citado por Fermin Canella y Secades.) 

—Campoamor ante la crítica, (MS. citado por Canella y Secades.) 

—Rigoleto. (MS., novela.) 

—Biografía y bibliografía general asturiana. (MS. en siete tomos que alcanza hasta 1890; en poder de los herederos.)

 

Referencias biográficas:

Anónimo. — Los asturianos de hoy: D. Máximo Fuertes Acevedo. (En El Carbayón, Oviedo, 29 y 30 de julio de 1885.)

ídem. — Una necrología. (En ídem, 7 de julio de 1890.)

ídem. — Una semblanza. (En ídem, 29 de noviembre de 1890.)

ídem.—Fuertes Acevedo: A la Excma. Diputación. (En ídem, 30 de abril de 1896.)

Ruidíaz y Caravia (Eugenio).—.Nuestros escritores: D. Máximo Fuertes Acevedo. (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, abril de 1891.)

A.—Los asturianos de hoy: Sr. D. Máximo Fuertes Acevedo. (En el Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, febrero de 1889.)

Somoza (J.) y Canella (F.).—Noticias biográficas y bibliográficas de D. Máximo Fuertes Acevedo. (Oviedo, 1885; opúsculo.)

Suárez Españolito (Constantino).—Asturianos de antaño: Máximo Fuertes Acevedo. (En el Diario de la Marina, Habana, 18 de setiembre de 1932.)