ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

FUERTES ARIAS (Rafael).

Militar contemporáneo que alcanzó el grado de general de Intendencia y escritor especializado sobre temas históricos y militares.

Hijo del anteriormente reseñado y doña Eudosia Arias de Castilla Oviedo y Portal y nacido en Oviedo el 19 de junio de 1861.

A los cuatro años pasó a residir a Santander, con motivo de haber sido nombrado su padre profesor del Instituto de segunda enseñanza de esa ciudad, y en ella aprendió la instrucción elemental y cursó los estudios de bachillerato, a excepción del último año que lo cursó en el Instituto de San Isidro, de Madrid, en el que obtuvo el grado de bachiller con brillante calificación. El objeto de concluir en Madrid el bachillerato fué el de simultanear esos estudios con los de preparación para ingreso en la carrera militar, a la que le llevaba su vocación.

Ingresó en la Academia de Administración Militar, de Ávila, después de los ejercicios reglamentarios de ingreso, en julio de 1877. Cursados los estudios con notable aprovechamiento, fué promovido a oficial del cuerpo en agosto de 1880 y destinado al distrito militar de Extremadura, encargado del mando de la novena sección de obreros de Administración militar en Badajoz. Durante su permanencia en esta ciudad se dedicó también a la enseñanza preparatoria para carreras militares.

Se le destinó después en Madrid a la Dirección General de Administración militar como oficial, donde prestó servicio durante los mandos de los generales Salamanca y Weyler, puesto que dejó en octubre de 1887 para pasar a la guarnición de Vigo.

Por entonces su vocación literaria logró vencer la resistencia a manifestarse en público y colaboró en El Independiente, de esa ciudad, con trabajos de carácter económico y militar. Trasladado a Valladolid, continuó aquí entregado algunas horas del descanso de sus ocupaciones profesionales a las letras y escribió en el periódico La Opinión. En adelante, algunas de las publicaciones de las localidades donde residía contaban con su concurso de escritor.

Destinado después a La Coruña, no sólo colaboró en La Voz de Galicia con asiduidad, sino que publicó (1892) su primer trabajo en volumen, laureado, Maniobras militares (número 1). De La Coruña pasó destinado a la Fábrica de Cañones de Trubia, traslado que le reintegró con gran contento suyo a la tierra natal, vuelto a ella solamente por breves temporadas desde la infancia. Con las atenciones del cumplimiento del deber simultaneó entonces también sus actividades de escritor con colaboraciones en periódicos asturianos, especialmente El Correo de Asturias, de Oviedo. También por esta época y en años posteriores colaboró en periódicos profesionales como El Correo Militar, tercera época; La Correspondencia Militar, época primera, y El Eco Militar, todos de Madrid.

Continuaba en su destino de Trubia cuando le tocó por sorteo Pasar a la campaña de Cuba, para donde salió el 21 de abril de 1896. Ya en la Habana se le destinó como capitán al mando de la tercera compañía de transportes a lomo afecta a la división de Holguín (Santiago de Cuba). Desde el 16 de agosto tomó parte en las operaciones de guerra contra los inSurrectos cubanos, distinguiéndose en el combate librado en la Cañada de Melones. En las operaciones de aprovisionamiento desde Holguín a Victoria de las Tunas y Fuertes intermedios tuvo que hacer frente numerosas veces a las fuerzas enemigas acaudilladas por Calixto García, Cornelio Rojas y Méndez Capote en numerosos lugares: Moscones, AlfonsoS, San Agustín de Aguarrás, San Andrés de Guabasiabo, Auras, Cantimplora, San Manuel, Paso del Monte Jobo, El Naranjo, Sabanas de Becerra y Curamagüey.

En los meses de julio y agosto de 1897 pasó comisionado por el capitán general, Valeriano Weyler, desde Manzanillo, a reconocer los víveres de los pontones Fernando V e Isabel la Católica, fondeados en Vertientes y en Guayabal, en la costa sur de la isla. Terminada esta comisión volvió a ser incorporado a su anterior destino.

En agosto de 1898 sufrió en Manzanillo cinco bombardeos de la Escuadra norteamericana. Establecida la paz, fué el oficial encargado de la evacuación de personal, material y ganado de la División Bayamo-Manzanillo por el puerto de esta plaza en el vapor Puerto Rico, en el que zarpó después de arriada la bandera española en el fuerte de Gerona el 12 de octubre de ese año. Llegado a la Habana, embarcó rumbo a España el 17 de diciembre. Trasladado de La Coruña a Vigo en enero del año siguiente, quedó en esta guarnición en situación de reemplazo en espera de un puesto en activo, Reincorporado al Cuerpo de Intendencia Militar, prestó servicios primeramente en Aranjuez y después en Gijón.

Esta nueva permanencia en tierra asturiana la señala como hombre de letras, además de sus colaboraciones en El Popular, de Gijón, y otros periódicos, la publicación de una de las obras de carácter económico más importantes en la bibliografía asturiana (número II), Asturias industrial, en la que se estudia el desarrollo de esa fuente de riqueza regional en todos sus aspectos. Ha sido traducida al alemán. La Cámara de Comercio de Oviedo, reconocida a la utilidad de este estudio, solicitó y obtuvo para el autor la Cruz de Alfonso XII. Años adelante, alcanzó un premio en la Exposición celebrada en Palencia en 1913.

Pasó luego Fuertes Arias destinado a Valladolid con el grado de capitán, equivalente al de oficial primero de Intendencia militar, y, poco después, al finalizar el año 1903, volvió a destinársele a Trubia, como pagador de la Fábrica de Armas.

Al año siguiente se le condecoró con las insignias de Caballero del Santo Sepulcro, autorizado para usarlas en el uniforme. Otra distinción de este carácter la alcanzó tiempo después con el ingreso en la Inclita y Soberana Orden Militar de San Juan de Malta, para lo que hubo de hacer una información documentada de su origen noble que alcanza a cuatro apellidos paternos y otros tantos maternos.

En diciembre de 1905 fué ascendido a comisario de guerra de segunda clase, con lo que quedó en situación de excedente sólo por unos días, al cabo de los cuales, en enero del año siguiente, se le destinó de interventor a la Comandancia de Ingenieros de Gijón.

Durante esta otra permanencia en Asturias, que alcanzó unos nueve años, el escritor preparó y publicó su producción más importante, el estudio sobre Alfonso de Quintanilla, ministro de los Reyes Católicos (número Ill), que es una de las mejores obras de investigación desarrolladas por asturianos y sobre asturianos. De ella dice Somoza, parco siempre en elogios, que es un “notabilísimo trabajo de investigación histórica, crítica y biográfica, que ha merecido general aplauso”. La Academia de la Historia le premió este esfuerzo con el nombramiento de académico correspondiente.

En mayo de 1910, con la categoría de comandante, pasó destinado al Estado Mayor Central, luego al Centro Técnico de Intendencia y después como ayudante de campo del general don Angel Altolaguirre,

Después de ascendido a coronel pasó a ocupar el cargo de director de la Academia de Intendencia (1920), al frente de la cual estuvo cuatro años, en la que dió gran impulso a la enseñanza dotando de moderno material científico los gabinetes de Física, Topografía, Vestuario, Subsistencias y Transportes y los laboratorios de Química y análisis de materias alimenticias para personal y ganado del Ejército. También atendió al enriquecimiento de la Biblioteca. Por esa gestión militar y docente alcanzó efusivas felicitaciones de las supremas autoridades militares en revistas de inspección.

Al cesar como director de la Academia de Intendencia en mayo de 1924, por ascenso a intendente de División, pasó con esta categoría al mando de la quinta región, la de Zaragoza. Como su más notable actuación aquí figura la redacción de Real orden de una documentada memoria acerca de los recursos locales disponibles en la zona de dicha región para el abastecimiento de un ejército de treinta mil hombres en supuestas operaciones militares.

A comienzos de 1926 regresó a Madrid destinado de secretario a la Intendencia General Militar. Fué también presidente de la Junta Facultativa del Cuerpo, de la que anteriormente había sido secretario y vocal. Al año siguiente (1927) pasó a situación de reserva con la categoría de general.

Desde su regreso a Madrid en esa fecha indicada asumió el cargo de director del Boletín de Intendencia e Intervención Militares, que continúa desempeñando en la actualidad (1935). De este Boletín había sido redactor antes por espacio de unos nueve años. También por estos años colaboró en otras varias publicaciones, entre las que figuran el diario católico El Siglo Futuro, de Madrid; el también diario católico de Oviedo, Región, y Medina, de Medina del Campo. Ha colaborado también en algunas revistas especiales, como el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones, editado en Madrid. Pero lo culminante de su labor literaria en esta época ha sido la publicación del estudio biográfico de José del Campillo y Cosio, ministro de Felipe V (número V),

Otro insigne asturiano de la antigüedad, digno de esta documentada e interesante obra. De ella dice el citado Somoza que “es modelo de modernos trabajos biográficos, ya acreditados anteriormente por su concienzudo autor, preciso siempre en la puntualidad y depuración de los datos allegados”.

Nunca ha usado Fuertes Arias seudónimos, a excepción de una vez que firmó con el de El Conde de Vidayán puesto al pie de una máxima militar publicada en la obra de un amigo en 1930. Ello dió lugar a que se creyera en la existencia verdadera de tal conde, por lo que Fuertes Arias ha escrito este comentario: “¡Lo que es la obsesión española por todo lo extranjero! Como este seudónimo parece extranjero por su estructura, elogiaron la máxima que no es para referir, como no sea para reírse de la simplicidad de ciertas gentes.

El autor de la obra en cuestión también tragó el anzuelo, que no había medio de desenganchárselo, cuando yo le dije que ese general que él creía extranjero no era otro sino mi humilde persona.”

También ha desarrollado Fuertes Arias, aunque escasas, actividades de conferenciante. Entre sus últimas y más importantes actuaciones figura la participación tomada en la velada con que en mayo de 1930 se celebró en Medina del Campo la colocación de una lápida en memoria de Alfonso de Quintanilla en la calle donde vivió este preclaro asturiano, del que Asturias se ha olvidado completamente. El general Fuertes Arias, además de los honores aludidos a lo largo de esta información, tiene los de académico correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes Hispano-Americana, los de la Medalla de Oro de los Sitios de Zaragoza, las de plata del Puente Sampayo y Gerona, la de la Campaña de Cuba (1895-98) con dos pasadores, de la Coronación de Alfonso XIII, de las Cruces de la Orden Militar con distintivo rojo y blanco, Cruz de segunda clase pensionada con distintivo blanco y Cruz, Placa y Gran Cruz pensionada de la Orden Militar de San Hermenegildo.

 

Obras publicadas en volumen:

I—Maniobras militares de 1892: Narración crítica del funcionamiento de la Administración Militar. (La Coruña, 1894; trabajo laureado.)

II.—Asturias industrial: Estudio descriptivo del estado actual de la industria asturiana en todas sus manifestaciones. (Gijón, 1902; obra premiada con la Cruz de Alfonso XII y en la Exposición de Palencia de 1913.)

lII. — Alfonso de Quintanilla. Contador mayor de los Reyes Católicos. (Oviedo, 1909; dos volúmenes en 4.)

IV.—Ojeada histórica acerca de la Inclita Orden Militar del Santo Sepulcro. (Madrid, 1913.)

V.—Ensayo biográfico acerca del Excmo. Sr. D, Joseph del Campillo y Cossío. Intendente del Ejército y primer ministro de Felipe V. 1692-1743. (Madrid, 1927; folleto.)

VI.— Batalla de Covadonga. (Madrid, …)