ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

IBAÑEZ GASTON (Antonio Raimundo).

Hombre de negocios y economista de gran predicamento en los tiempos de Carlos IV. Fué marqués de Sargadelos y conde de Orbaiceta.

Nació Ibáñez Gastón en la aldea de Ferreirela (Santa Eulalia de Oscos) el 1 de octubre de 1749. “Hijo de padres nobles y medianamente acomodados —dice Laverde Ruiz—, recibió una educación superior a la entonces en uso, y supo hacerla fructífera con su extraordinaria capacidad y genio animoso, de que, muy Joven todavía, dió ya relevantes pruebas”.

Ya en su juventud tuvo lugar un hecho que fué el fundamento de la cuantiosa fortuna que llegó a reunir. Una acaudalada familia de la villa de Figueras (Castropol), de apellido Pardo, recurrió ala inteligencia y pericia de Ibáñez para que éste desarrollara en Cádiz ciertas diligencias de cobro de una fuerte suma. Resuelta satisfactoriamente la operación, en lugar de regresar a Figueras con la importante cantidad en metálico, Ibáñez estimó mucho más ventajoso para sus representados invertirla en géneros comerciales de fácil y productiva venta. Llevado de esta idea efectuó sus compras, fletó un barco y se presento con la carga en el puerto de Ribadeo, aguas por medio de la citada villa. Pero esta operación, contra lo que esperaba, no fué del agrado de la familia Pardo, y entonces realizó él mismo la operación de venta delas mercancías , en la que se reservó la parte de ganancia que qué fué base de su fortuna.

Después recorrió en plan de negocios algunas provincias españolas y residió en Madrid, donde alcanzó por sus conocimientos de economista, demostrados teóricamente en publicaciones de la época, una respetable personalidad. Contribuyeron también al fortalecimiento de su autoridad en asuntos económicos algunos viajes por el extranjero. En El Memorial Literario, en el Espíritu de los Mejores Diarios y en otros periódicos, así como en comunicaciones a los organismos estatales y a las Sociedades Económicas de Amigos del País, desarrolló campañas en favor del resurgimiento industrial y comercial de la nación.

Ibáñez era hombre de empresa y de acción mas que teórico, y acaso disgustado de ver el desastroso rumbo que tomaba España a impulsos de las intrigas palatinas, abandonó Madrid para establecerse en Ribadeo, donde se dedicó a diferentes negocios industriales y comerciales y a la intensificación del cabotaje. Entre esos negocios figuró el de la importación de linos rusos, que proporcionaron abundante trabajo a telares asturianos y gallegos.

Por entonces, 1788, concibió el proyecto de establecer unas fundiciones de hierro en gran escala en las inmediaciones de Ribadeo (número I). Pero este proyecto encontró obstáculos y entorpecimientos en las esferas oficiales que fueron demorando su realización, hasta que con la intervención de Godoy, buen amigo de Ibáñez, fué autorizada la fundación de dicha fábrica por Real cédula de 5 de febrero de 1791.

El lugar elegido para la instalación de esta industria estaba próxima al pueblecillo gallego de Sargadelos, en el llamado Monte do Medio, inmediato al rio Junco, donde tenía agua y leña abundantes. La fábrica en sus comienzos se reducía a una herrería y un martinete, que desaparecieron por incendio, al parecer intencionado.

Lejos de amilanarle el contratiempo, y aprovechándose de que as fabricas nacionales de Trubia y Orbaiceta atravesaban un período de decadencia, proyectó Ibáñez el desarrollo de una gran industria siderurgica. Bajo la dirección del ingeniero alemán Francisco Richter llevó a cabo la instalación de un establecimiento fabril de gran capacidad productiva y con todos los adelantos de la época , incluso un alto horno, que fué el primero que se levantó en España. Fueron traídos de las provincias vascongadas, Navarra y Cataluña, obreros especializados en las operaciones de moldear, fundir y forjar, los cuales sirvieron de maestros a los naturales de la comarca; se construyeron pabellones y casas en torno del establecimiento, y rápidamente se formó un verdadero pueblo industrial.

No tardando llegó esta factoría a ser la más importante del ramo en España, por lo que el Estado pretendió su adquisición para proveer de cañones y municiones al Ejército y la Armada, pero su dueño rechazó la proposición, aviniéndose a ser proveedor del Estado en esas necesidades. Le concedió éste algunos privilegios respecto del servicio de las armas por sus obreros, y probablemente entonces se le otorgo al dueño el título honorario de oficial de Artillería y la Gran Cruz Carlos III.

Siendo la única industria siderúrgica capacitada para para cumplir con el suministro de material bélico a los Cuerpos armados, no por eso Ibáñez abusó de la situación, sino que proporcionó al Estado al importantes economías. “Pudo entonces Ibáñez —dice Laverde Ruiz- ejercer el monopolio de su industria; pero está comprobado oficialmente que mientras las municiones de guerra costaban en Trubia y Orbaiceta 107 reales el quintal, en Sargadelos se proporcionaban a 67 reales, resultando a favor del Estado una diferencia de 40 reales, lo cual en los veinte años que duró la primitiva contrata, produjo al Erario diez millones de economía”. Ha de añadirse a esto que, arruinada la Hacienda pública por las continuas guerras y los vicios de la Administración, el Estado llegó a deberle, según el citado Laverde, la suma de 1.023.452 reales, que “nunca llegó a abonarle”, cantidad de la cual condonó él mismo algunas partidas por el afán de contribuir al restablecimiento de la Hacienda.

Su limpia y patriótica conducta, que merecía como era justo la estimación regia al punto de que Carlos IV le ofreciera en distintas ocasiones las Secretarías de Marina y de Ultramar, le creó oposiciones poderosas y enemigos contumaces que le proporcionaron algunos graves contratiempos, uno de ellos una rebelión de campesinos y obreros que causó grandes destrozos a la industria. Pero su espíritu emprendedor no se sentía amilanado por los contratiempos, y durante la guerra contra los ingleses fué un gran propulsor de la Real Compañía Marítima y armó por su cuenta varios buques en corso.

En 1805 tomó en arriendo la Fábrica Nacional de Orbaiceta (Navarra), al frente de la cual puso a su yerno don Joaquín Suárez del Villar, industria que cuando comenzaba a alcanzar auge fué destruida en 1808 por las fuerzas invasoras francesas.

Cuando se produjo en España la invasión napoleónica nada permite sospechar que haya variado la actitud patriótica de que siempre dió muestras Ibáñez Gastón. Sus hijos y sus yernos se incorporaron a las fuerzas que luchaban contra el ejercito invasor. Pero sus enemigos de siempre no parecían dispuestos a ninguna clase de consideraciones para contener la saña con que le acechaban y perseguían. Se echó a la especie de que en su fábrica se estaban construyendo grilletes Y esposas para los españoles que combatieran la causa de Napoleón y que en su casa tenía oculta a la mujer de Godoy. La calumnia se extendió de tal manera que dió origen a la última desgracia del perseguido, relatada por Fuertes Acevedo en los siguientes términos: “La envida y la más criminal traición concibieron el pensamiento de acabar este centro de industria, modelo en su clase y del que tanto bien recibía la nación y especialmente los pueblos a él cercanos; y para lograr tan criminal intento, se tramó contra el honrado dueño y a fábrica una conspiración, organizada en otras provincias, que cautelosamente se dirigió a las inmediaciones del establecimiento y, aprovechando el momento oportuno se apoderaron los malvados de la persona del fundador, que fué asesinado villanamente y su cas profanada y saqueada”.

Este trágico suceso. que tuvo lugar el 2 de junio de 1809, se remató con el encarcelamiento de la familia; a consecuencia de él, la esposa falleció poco después y una hija quedó con las facultades perturbadas.

 

Obras publicadas en volumen:

1.—Discurso político y apologético sobre el proyecto de las fábricas de hierro que ha propuesto a S. M. y tiene meditado establecer en los montes de Rúa. (Madrid, 1788).

Trabajos sin formar volumen:

1.—Discurso sobre la frecuencia de las inundaciones en España y necesidad de la repoblación de sus montes. (En el Memorial Literario,Madrid, noviembre de 1788).

2.—Carta sobre la economía política del libre comercio de granos. (En el Espíritu de los Mejores Diarios. Madrid, julio de 1789).

3.—Recursos de que es susceptible la economía política del comercio de granos en España, en los años sucesivos. (En idem,de 1790).

4.—Discurso para establecer herrerías en la provincia de Mondoñedo. (En ídem, 1792).

5-—Discurso sobre las utilidades de la paz y los perjuicios de la guerra. (En el Memorial Literario, diciembre de 1795).

 

Obras inéditas:

—Memoria sobre el fomento del arbolado en Asturias. (MS. archivado en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos).

—Memoria sobre el cultivo del lino en Asturias y Galicia (M.S. Idem).

—Disertación sobre los derechos de la introducción linos. (MS.).

—Disertación sobre los medios de restablecer lo plantíos en Asuris y Galicia para remedia la gran necesidad de leña. (M.S. enviado a la Sociedad Económica Matritense).

—Real Hacienda. Economía política. Informe sobre el arreglo de derechos e Aduanas.(MS. fechado en Ribadeo el 17 de mayo de 1800, en setenta y dos hojas en cuarto).

 

Referencias biográficas:

Fuertes Acevedo (Máximo).—Los economistas asturianos: Don Antonio Raimundo Ibáñez Gastón de Isaba Llano y Valdés. (En el Carbayón, Oviedo, 10 y 11 de noviembre de 1885).

Laverde Ruiz (Gumersindo ).—Apuntes para la biografía de don Antonio Raimundo Ibáñez. (En la Ilustración Gallega y Asturiana. Madrid, 30 de noviembre y 10 de diciembre de 1879).