ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

LLANEZA ZAPICO (Manuel).

Gran luchador por la vindicaciones sociales. Figura central del Socialismo y de la organización sindical obrera de Asturias en las primeras décadas del siglo XX y últimas de su vida.

Nació Manuel Llaneza en Lada (Langreo) el 14 de enero de 1879, en humilde hogar de trabajadores. Trasladado a los dos años de edad con su familia a Barruelo (Palencia), donde su padre fué minero. En esta localidad transcurrió su infancia y en sus minas empezó de niño a trabajar. “No tuve otra escuela que la mina —ha dicho a Camín en una entrevista — ni otros libros que los que forman los bloques de carbón. Mi padre también era minero en Barruelo. Yo entré en la mina a los once años, cuando se trabajaba catorce horas. En la mina “Castilla” fuí aprendiendo a leer por mi cuenta y riesgo, y a los veinte años, ya armado de pico y letra, torné a Asturias”.

Se estableció entonces en Sama de Langreo, donde continuó trabajando de minero. A la vez atendía a mejorar su deficiente instrucción. Se trasladó luego a Mieres, donde al tiempo que proseguía su trabajo de minero, ingresó en la Escuela de de Facultativos de minas. Pero su iniciación por entonces en las luchas sociales, como organizador del socialismo en esa villa, le impiden concluir sus estudios.

Trabajaba en la mina de Curujas, perteneciente a la empresa Fábrica de Mieres, cuando ésta tomó la determinación de rebajar en un diez por ciento los salarios de sus obreros. Llaneza formula su protesta, iniciándose como escritor, desde el periódico socialista La Aurora Social, que dirigía en Oviedo Isidoro Acevedo. El artículo levantó el ánimo de los mineros y sirvió de aviso a la empresa, que se avino a pactar con sus obreros. En la comisión formada para tratar con los patronos figuraba Llaneza. El capital y el trabajo no consiguen ponerse de acuerdo y a Llaneza le cuesta su actitud la pérdida del puesto en la citada empresa. Ses traslada entonces a las minas de Teverga, en las que a los tres de haber comenzado a trabajar se le despide por indeseable.

El luchador acaba d forjarse a costa de su propia experiencia con la convicción de que ha de organizarse el trabajo cobre normas de solidaridad y colectivismo para su defensa. Con la palabra vibrante y con la pluma, aunque menos fecunda ésta, prosigue Llaneza la lucha emprendida sin que los quebrantos ni los contratiempos le amilanen. Minero en Vegadotos ( Mieres), en 1906 es uno de los principales organizadores del movimiento huelguístico producido entonces. Después de fracasada esta huelga y habiéndose creado una situación llena de dificultades para continuar trabajando en las minas de carbón asturianas, decide trasladarse, ya casado con doña Buenaventura Jove; a Andalucía, donde desenvuelve su vida de minero en mejores circunstancias.

En 1907 figura entre los mineros que pasan al extranjero, auxiliados económicamente por el Estado, para conocer los progresos técnicos logrados fuera de España en el trabajo de las minas. Llaneza se traslada a Francia con la familia y trabaja en las minas de la Compañía de Lievi, en Pas-de Calais, por espacio de dos años.

A su regreso de Francia, se establece de nuevo en Mieres. Le falta trabajo en las minas y tiene que recurrir a vendedor ambulante de novelas por entregas en las aldeas de la comarca. Pero de Francia llegaba bien armado para vencer en la lucha de que por el momento sufría la derrota. El estudio de los problemas societarios y la observación de la organización sindical en Francia y Bélgica le había provisto de armas para vencer. Con la cooperación de otros elementos, poco tiempo después de regresar del extranjero fundaba el Sindicato de Obreros Mineros Asturianos, al frente del cual se le puso a él con la modestísima asignación mensual de cien pesetas, como correspondía a la pequeñez de esa después potentísima entidad obrera que él fundada y dirigida muchos años: “Si Varela y Vigil y Juanín González son los introductores del socialismo en Asturias —dice Oliveros en Asturias en el resurgimiento español—, Llaneza es quien da consistencia a la Unión General de Trabajadores con la organización de los obreros mineros. Sin esta organización minera, baluarte de las campañas más comprometedoras del socialismo, ni la Unión General de Trabajadores hubiese podido resistir las vicisitudes políticas y sociales que han batido desde los primeros años su desenvolvimiento, ni el partido fundado por Pablo Iglesias hubiese llegado a constituir en España un factor preponderante en l4 vida nacional”.

Las actuaciones de tipo social desarrolladas por Llaneza no podían quedar ajenas a la vida política, en la que comenzó a participar en 1911 como concejal socialista en el Ayuntamiento de Mieres.

Cuando la huelga general revolucionaria de 1917 figuró en Asturias como uno de los organizadores. En la represión permaneció huido de la Guardia Civil durante varios días hasta que fué encarcelado. De la cárcel salió en enero d 1918 a hombros de mineros para ir a tomar posesión de la Alcaldía de Mieres, puesto que desempeñó con tacto y acierto, dejando de su paso por el Ayuntamiento el recuerdo de numerosas y provechosas iniciativas. De su labor social y política habría de decir años más tarde Llopis: “Quien recorra la cuenca minera asturiana, no podrá dar un solo paso sin que algún edificio o alguna institución no recuerde la obra portentosa de Llaneza. Llaneza, hombre de realidades, sembró toda la cuenca minera de amplias y confortables Casas del Pueblo, junto a las cuales surgían las escuelas laicas, las cooperativas de consumo y los teatros populares”.

Por lo que se refiere al prestigio considerable de que gozaba entre la población minera, pudo escribir el citado Oliveros: “Durante la guerra europea nadie como él tuvo en sus manos los resortes de la riqueza. Disponía como un dictador de las masas mineras en días en que el carbón asturiano decidía la suerte de toda la economía española. Paralizar las minas de hulla era paralizar la industria del país, los transportes y las comunicaciones, incluso las trasatlánticas, y Llaneza pudo explotar, si hubiese querido —que no quiso por su honradez— esas paralizaciones. Pudo cotizar otras cosas relacionadas con la hulla en unas circunstancias en que tantas gentes se lucraban con el tráfico de esa producción convertido en un río de oro. Socialmente fué un hombre integrísimo que no sacrificó jamás su probidad a los halagos de la fortuna”.

A consecuencia de la triunfante revolución social desarrollada en Rusia y de su repercusión en las organizaciones proletarias españolas, Llaneza sufrió la separación de su cargo de secretario del Sindicato Minero Asturiano, siendo sustituido por José Calleja; pero pronto hubo de volver a su puesto, para el que era entonces insustituible. La escisión producida poco después (1921) en el partido Socialista, que dió origen al partido Comunista español, le llevó a renunciar a la Alcaldía de Mieres, con sentimiento general del buen alcalde que el concejo perdía. Al año siguiente triunfaba su candidatura como diputado socialista al parlamento de la Monarquía. Aunque esta representación en Cortes la ostentó breve tiempo hasta la Dictadura del general Primo de Rivera, en setiembre de 1923, Llaneza tuvo ocasión de hacerse una respetable personalidad parlamentaria, “Hombre que se formó a fuerza de dolores —dice Llopis—, tenía tal capacidad de asimilación, era tan inteligente y conocía tan bien los problemas mineros, que sus intervenciones en el Parlamento, describiendo la vida de los trabajadores de las minas, produjeron honda emoción, y sus informes eran fundamentales para conocer esas cuestiones; y cuando asistía a las reuniones internacionales, se le escuchaba con la devoción que se escucha a los leaders más prestigiosos”.

Bajo la Dictadura fué Llaneza de los que, dentro del socialismo español, adoptó una posición posibilista que pudiera proporcionar mejoramientos a la clase obrera a cambio de cierta sumisión decorosa al dictador. El citado Oliveros enjuicia esa actitud con estas palabras: “Llaneza traicionó cuando la Dictadura, como Largo Caballero, Saborit, Besteiro y otros, sus ideales y a la democracia liberal”. Y más adelante, en la misma obra Asturias en el resurgimiento español, recuerda este episodio: “Manuel Llaneza es uno de los líderes socialistas que merece la preferencia del dictador, quien lo llama a Madrid y envía su coche oficial a la estación del Norte para que conduzca a Llaneza al edificio de la Presidencia del Consejo de Ministros, donde conferencian ambos extensamente, Divulgada la noticia de esta entrevista, promueve gran revuelo en la Casa del Pueblo de Madrid, en Asturias y en los centros políticos de toda la nación. La Junta Ejecutiva del Partido Socialista y la de Unión General de Trabajadores se ven obligadas a celebrar por esta causa reuniones extraordinarias, en las que se precisan ya las dos tendencias contradictorias en que la Dictadura divide al socialismo español: la de opinión más numerosa, que se decide por la colaboración con la Dictadura, disfrazada con el nombre de oportunismo táctico, y la de una exigua minoría, que se pronuncia por una oposición revolucionaria al régimen político impuesto. La primera tenía de líderes a Largo Caballero, Besteiro y Saborit y la segunda a Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos. A estas reuniones fué llamado Llaneza para que explicase su conducta de haberse entrevistado con Primo Rivera sin previa autorización de su partido político y de la Unión General de Trabajadores, y el secretario del Sindicato Minero Asturiano, que había tenido antes buen cuidado de ir a consultar su situación con Pablo Iglesias, el cual aún vivía su vida moribunda, supo desvanecer con sus descargos los escrúpulos formulistas de aquellos de sus correligionarios bien avenidos con el conformismo de las horas, si bien no convenció a los de parecer opuesto, ni a la opinión liberal española, que asistía de cerca con acuciosa ansiedad al desenlace de este importante episodio”.

Lo cierto es que , a costa de tan inadecuada posición de Llaneza frente a la Dictadura, los obreros mineros asturianos y de otras regiones obtuvieron algunas considerables conquistas y consideraciones de orden sindical y cooperativista.

Debido a sus grandes dotes de organizador, la Dictadura pretendió llevarle al Ministerio de Trabajo, pero no accedió Llaneza a tal sugerencia, seguro de que desde fuera del Ministerio podría prestar a la causa que defendía los mismos servicios.

Una delas últimas empresas acometidas desde su puesto en el Sindicato Minero fué la organización del Orfanato de Mineros Asturianos, en cuyo desarrollo le llegó la muerte el 24. de enero de 1931., menos de tres meses antes de que las masas obreras y republicanas derrumbaran la Monarquía en unas simples elecciones municipales.

Dos años y medio después, el 2 de julio de 1933, la villa de Mieres celebraba el descubrimiento de una lápida que daba el nombre de Manuel Llaneza a una de las calles más importantes, en acto que fué presidido por Julián Besteiro, entonces presidente de las Cortes Constitucionales de la República.

Obras publicadas en volumen:

L—Estudio de la industria hullera de España. Proyecto de una ley de bases para la nacionalización de las minas de hulla en España. (Madrid, 1921; folleto).

Referencias biográficas:

Camín (Alfonso).—Asturias en la mina. Una entrevista con Manel Llaneza. (En la revista Norte, Madrid, febrero de 1930).

Llopis (Rodolfo).—La obra de Llaneza. (En el diario El Sol, Madrid, 21 de enero de 1931).