Escritor de mediados del siglo XIX. Hermano de Antonio, reseñado páginas atrás y sobrino del que le antecede. Escribió mucho en favor de los intereses materiales de Asturias, sobre todo en lo que se refiere a comunicaciones por carretera, lo que le valió que se le distinguiera con el sobrenombre de Juan de las Carreteras, que él usó luego como seudónimo.
Se le considera avilesino, y lo fué indudablemente por el amor que siempre tuvo a Avilés. Pero no nació en esta villa, sino en Oviedo, como él mismo declara en un escrito dirigido al gobernador civil desde el periódico El Independiente, de esa ciudad, en octubre de 1854. Desconocemos la fecha de su nacimiento: desde luego ocurrió en los últimos lustros del siglo XVIII. Fueron sus padres el general don Nicolás de esos apellidos y la señora González Cienfuegos, hija de los condes de Peñalba.
Siguió la carrera de Leyes. que cursó sucesivamente en las Universidades de Oviedo, Valladolid y Salamanca, licenciándose en esta última. Pero el fallecimiento del hermano mayor le dió posesión del mayorazgo, que le redimía de la dedicación profesional y le proporcionaba un patrimonio cuantioso. Entonces abandonó su propósito de hacerse abogado pero no por eso se apagó su afán de saber, que continuó satisfaciendo en viajes por España y Europa y con su especialización en cuestiones de economía.
Pasaba en Francia largas temporadas invernales y en París contrajo matrimonio con la señorita Julia de Maqua. Los meses de mejor temperatura en Asturias los vivía en Avilés, compartiendo esta residencia con la que tenía en Soto del Barco. Tanto esta localidad como la villa de Avilés le deben importantes iniciativas de utilidad pública.
El escritor, con estilo “tan llano como su apellido”, dicho con oportuna frase de Protasio González Solís, acometía los más diversos temas de vulgarización histórica, científica o literaria, pero muy especialmente cuantos significaran propulsión de comunicaciones por caminos y carreteras. Sus colaboraciones periodísticas se extendieron a diversos periódicos ovetenses, pero las recogió más asiduamente El Faro Asturiano, desde su fundación en 1854, por espacio de doce años, hasta que Llano Ponte dejó de existir, lo que ocurrió en su palacio de Soto del Barco, en agosto de 1866, el día 7, según unos, y el 4, al decir de otros.
A su fallecimiento proponía Gumersindo Laverde Ruiz desde El Faro Asturiano que fueran recogidas en. volumen las crónicas de “este incansable celador de la prosperidad de Asturias”, para conservar “un cuadro casi completo de la historia de los diferentes ramos de Fomento y especialmente de las diferentes obras públicas de Asturias”.
Trabajos sin formar volumen: ;
1.—Impresiones de viaje: Por Occidente. (En El Faro Asturiano, Oviedo, setiembre de 1864; varias crónicas).
2.—Impresiones de viaje: Por Oriente (En idem, agosto y setiembre de 1866).
Referencias biográficas:
González Solís (Protasio).—Impresiones y- recuerdos. (En la obra Memorias asturianas, Madrid, 1890).