Uno de los más destacados prestigios intelectuales que tuvo España en la segunda mitad del siglo XIX. Dice Octavio Bellmunt al recordarle en la monografía Sariego de la obra Asturias: “de muy movida y accidentada vida literaria y poética, económica y política en la Gran Antilla, donde fué obrero, periodista, empleado y miembro de diferentes Corporaciones”. Su nombre ha quedado vinculado al Centro Asturiano de La Habana como uno de los que más han contribuido a su auge y fama.
Nació Saturnino Martínez y Martínez en la aldea de Vega (Sariego) en 1840, en humilde hogar de labradores. Todavía adolescente Y en busca de fortuna, emigró a Cuba.
Su primera ocupación en Cuba, a la que continuó dedicado durante muchos años, fué la de tabaquero. Residía en Guanabacoa, población bahía por medio de La Habana.
De su iniciación literaria dice José Fernando Fuentes: “Le vemos desde sus primeros pasos rasgar el velo que misteriosamente le rodeaba, y tomar parte en las fiestas literarias que el Liceo de Guanabacoa celebró allá por los años de 1863 a 1865 —si mi memoria responde con exactitud a los datos recogidos más exacta es la fecha de 1861, decimos nosotros—, con una composición pobre y defectuosa en forma, pero hermosa y sentida en el fondo, testimonio de que as aquella desconocida firma se encontraba un enamorado del arte, o predilecto de las musas. El jurado, compuesto de los más notables literatos y poetas de la época, tuvo necesidad de rechazar su trabajo; pero el eminente hombre público don Nicolás Azcárate, alivianando lo que podía ser en el andar de los años tan afortunado principiante le reclamó a su lado con paternal bondad, llegando su asombro al colmo cuando tuvo a su presencia a nuestro imberbe vate. Dudando de que fuera Saturnino Martínez el autor de tan sugestiva producción, le propuso como prueba decisiva que realizara un nuevo trabajo, ofreciéndole como tema una composición a la memoria de una hija del dulce bardo Rafael María Mendive; en el día dió cima al mismo, y cuál no sería su mérito, mayor por tratarse de un adolescente sin otros estudios que los puramente primarios adquiridos en su aldea natal, Sariego, que el inolvidable don Juan de Ariza, en aquella sazón director del Diario de la Marina, le dió publicidad en el editorial de tan importante publicación con los más lisonjeros y enaltecedores comentarios para su autor”. (Este hecho ocurrió en 1861 y agregaremos que la poesía no estaba dedicada a la muerte de una hija, sino de la esposa de Mendive, con este título: A Rafael María Mendive en la muerte de su esposa).
Ese suceso le valió la protectora amistad de Azcárate, Ariza y del sabio naturalista Felipe Poey. El puesto de bibliotecario en la Sociedad Económica de Amigos del País le puso en contacto con libros e intelectuales, en cuyo ambiente pudo fácilmente enriquecer su cultura y perfeccionarse como poeta,
En 1866 publicó su primera colección de poesías y fundó el periódico de combate La Aurora, prestigiado con colaboraciones de plumas ilustres y en el que los trabajadores todos, especialmente los del ramo del tabaco, encontraron protección y defensa para sus intereses y aspiraciones.
Puede afirmarse que Saturnino Martínez fué uno de los primeros y más eficaces promotores de la organización obrera en Cuba, sobre todo desde la presidencia del Centro de Artesanos. fundado por entonces en La Habana. “Partícipe de las amarguras que sufrían los infelices obreros, testigo de sus cuitas y dolores, abraza fervoroso y decidido la defensa de sus hermanos en el trabajo —dice el citado Fuentes—; ya alentándolos en las tribulaciones, ya consolándolos en el infortunio, ya asociándolos para la defensa común en aquel célebre Centro de Artesanos, cuya primera presidencia ocupó, y en el cual secundado por obreros tan entusiastas y distinguidos como Valeriano Rodríguez, Rafael García Marqués y José González Aguirre, contribuyó durante siete años consecutivos a la dignificación y engrandecimiento de la clase más sufrida y más numerosa de la República”.
Al estallar la guerra separatista cubana de los diez años en 1868, suspendió la publicación del periódico La Aurora. Dos años después fundaba, también dirigido por él, el periódico La Unión, cuyas campañas no se limitaban a la defensa del obrero, sino que se dirigían también a denunciar y combatir errores de la administración colonial española. Acaso por esto Saturnino Martínez fué malquisto y sufrió persecuciones de algunos capitanes generales de la isla.
Deportado a España por el capitán general Jovellar, esta deportación, que no debió de ser muy duradera resultó como un viaje de placer que le permitió regresar al suelo natal y vivir algún tiempo rodeado del cariño de los suyos. De ello quedó recuerdo en dos de sus Mejores poesías: las que llevan por título La vuelta al hogar y Mi valle natal.
Después de su regreso a Cuba continuó la ruta que se había trazado, sin que le arredraran los contratiempos. En 1875 fundó otro Periódico, La Razón, que fué de todos los dirigidos por él el que alanzó más larga vida. Aparte de los trabajos para sus propios periódicos, colaboró en numerosas publicaciones: cuentan entre las más antiguas: Aguinaldo de Costales, Ofrenda al Bazar, Revista Habanera, Noches literarias y Liceo de La Habana, el Diario de la Marina y muchos de los periódicos y revistas ilustradas de La Habana. Ha solido firmar colaboraciones poéticas con el seudónimo de El Vate de las Yaguas.
Por lo que atañe a la vida de la colonia asturiana en la isla, lo mejor de su actividad ha quedado unido a la historia del Centro Asturiano. “Saturnino Martínez —advierte Juan Bances Conde— no figura be los cincuenta iniciadores del Centro Asturiano porque no estaba allí presente, y por eso no se hizo constar su nombre en la lista de los asistentes; pero su espíritu si estaba allí, dominándolo todo, pues aquellos hijos del trabajo que se agruparon para fundar una Sociedad que pu grande había de ser, discípulos suyos eran”. Si no figuró en esa relación, Saturnino Martínez fué desde el primer momento uno de los más entusiasmados fundadores del mismo y fué hasta su muerte uno de los elementos que más esfuerzos de toda clase entregaron al esplendor y al prestigio de esa entidad.
Alternando con los cargos puramente honoríficos desempeñados en el Centro Asturiano, tuvo a su cuidado otros remunerados, entre 98 que figura principalmente el de secretario de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación.
Cuando el tardío y efímero Gobierno autónomo establecido por España en Cuba en las postrimerías de la guerra de Independencia de la isla, Saturnino Martínez fué nombrado (1898) subsecretario de Obras Públicas y Comunicaciones.
En febrero de 1904 Saturnino Martínez se vió obligado a ingresar en la quinta de salud Covadonga, de dicho Centro Asturiano, aquejado de un grave padecimiento. Cerca de dos años permaneció enfermo con grandes sufrimientos físicos; dejó de existir en su casi el 28 de diciembre de 1905.
Después de muerto, el Centro Asturiano dedicó a su memoria una solemne velada.
Obras publicadas en volumen:
I al III—Poesías. (Habana, 1866, 1872 y 1876; tres folleto3 que recogen otras tantas selecciones de sus versos).
IV.—Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de La Habana: Memoria que presenta la Junta directiva de sus trabajos durante el cuarto año social, 1891-1892. (Habana, 1892).
Referencias biográficas:
Aguirre (José G.)—Los asturianos en Cuba: Saturnino Martínez. (En El Carbayón, Oviedo, 19 de abril de 1898).
Bances Conde (Juan).—Un discurso. (En la obra de José González Aguirre Centro Asturiano de La Habana: Historia social desde su fundación, Habana, 1911; páginas 616-17).
Martín (Emilio) [Emilio Martín González del Valle].—Una semblanza. (En la /lustración Cantábrica, Madrid, 1882, número 19).
Varios.—La velada necrológica dedicada a la memoria de Saturnino Martínez. (En la obra de González Aguirre, Centro Ásturian0 de la Habana, Habana, 1911; figura un discurso de José Fernando Fuentes).