Escritor contemporáneo residente en Cuba muchos años. Nacido en Luarca el 14 de octubre de 1896, en modesto hogar sostenido por el negocio de una imprenta. Asistente a una escuela particular, cursó los estudios elementales, ampliados luego en un Colegio de Segunda Enseñanza.
Apenas adolescente, emigró a América. A ese momento y algunos años posteriores de su vida se refiere él mismo en una entrevista con Cándido Posada. “En aquellos años – dice – imperaba en Asturias la fiebre emigratoria, y en 1910 partí en un vapor que tardó una eternidad en llegar a Buenos Aires… Allí, debido a mi poca instrucción y a mis pocos años, tenía trece, encontré el fracaso…Esto para mi fue una tremenda revelación, pues en casa de mis padres había llevado siempre una vida regalada…”
Dos años solamente permaneció Méndez Suárez en la Argentina. “Al cabo de ellos – continúa – desembarqué en España, rotas las alas de la ilusión y castigado el cuerpo por las necesidades sufridas…Poco después, ante las burlas de la mesa inculta, que casi siempre ve un holgazán en el americanín del pote; deseperado ante mi importancia para explorar nuevos horizontes, ingresé en el Ejército. Cuatro años estuve en él, y ocupé honrosísimos puestos, pero al fin opté por abandonarlo a causa de las injusticias que, a mi juicio, se sucedían con frecuencia escandalosa en todos los cuarteles. Allí surgieron las ideas extremistas que hoy ostento. No podía soportar amos de ninguna especie… En el año 1917, tras diversas estancias en Aranjuez, El Pardo y San Ildefonso, siguiendo las jornadas veraniegas de Alfonso XIII, hoy duque de Toledo, regresé de Madrid a Luarca, hombre civil ya y cívico a la vez, porque en mis ratos de ocio había leído muchas obras de Henri Barbuse, Youri Bezenov, Darwin, Pablo Eltzbacher, Máximo Goki, Gustavo Le Bon, Lenin, Spencer, etc., etc sacando de este maremagnum un despertar relativo de mi dormida inteligencia.
“Aquel principio de rebeldía – prosigue – originó mi partida rumbo a las cuencas mineras de Langreo y Aller, donde nuevamente volví a la lucha y donde aprendí más sociología y psicología que si hubiera asistido a doscientos cursos en cualquier Instituto o Universidad… Hecho ya un rebelde, volví a Luarca, feudo de un caciquismo sin precedentes, y estudié contra el mismo un plan de batalla. Tomé parte en la creación de varias sociedades de avance, y entonces comenzó un duelo a muerte entre nosotros, representantes del pueblo, y las autoridades que, impuestas por el cacique, decían también representarlo, estando de nuestra parte el triunfo moral, mientras el legal fue siempre de quienes, interpretando las leyes a su capricho nos atropellaban con la Guardia Civil…
“De aquella lucha cruenta surgió un periódico de combate – añade – que se llamó El Despertar del Obrero y del cual fui redactor jefe hasta que muchos compañeros se cansaron de la lucha. Otros se acercaron al sol que más calienta… y otros vendieron al amo sus voluntades como quien vende un porcino en la feria. Por mi parte había estado preso varias veces y mi espíritu era cada vez más rebelde… Recuerdo que un juez malvado puso en la cubierta de un sumario que se refería a mi: Por escarnio a los vasos sagrados de la religión del Estado…Claro que era la del Estado aquel que, afortunadamente, ya pasó… Cansado de sufrir persecuciones en aquel ambiente ruín, viajé por Africa, Portugal, Francia y España, y cuando veraneaba en Santander en 1922, un telefonema de mis padres me llevó de nuevo a Luarca, por haberse arreglado el asunto”.
Hay que añadir a este período de su vida que concluye en 1922 que en los primeros tiempos de su residencia en Luarca después de haber prestado voluntariamente el servicio militar, colaboró en el periódico local La Semana Luarquesa y en otros varios de fuera de esa villa y publicó el relato en volumen que se indica más abajo. En Luarca trabajó como tipógrafo y durante sus correrías después, desempeñó las más diversas ocupaciones. En Sevilla, donde residió algún tiempo, fue inspector de un Banco y profesor de la Escuela de Aprendices.
Después de su regreso a la villa natal, dispuesto en cuanto se lo consintieran sus arraigadas ideas de libertad a una vida más sosegada, contrajo matrimonio en Tineo, el 26 de setiembre de 1923, con doña Dolores Martínez García.
Días antes había instaurado la Dictadura de España el general Primo de Rivera, que vino a remover todos los afanes de libertad y de una vida civil digna de cuantos luchaban por tales principios. Méndez Suárez no podía renunciar al ideario social que era principal razón de su vida ni, por otra parte, la lucha era posible con alguna probabilidad de éxito. “Al poco tiempo – dice él mismo – la Dictadura de Primo de Rivera volvió a remover todos los rencores, y yo, casado y tranquilo ya, me vi obligado a abandonar mi querida patria con el fin de evitar cualquier pequeña venganza de los que se enriquecieron y aun vive a costa del hambre del pueblo… Vine a Cuba, y en este bello país he laborado siempre por lo nuestro. He defendido siempre a los que como yo, nada tienen y necesitan mucho. Y, sobre todo, a las sociedades de beneficiencia que tantas obras buenas realizan”.
Por sus campañas en Cuba, siempre en defensa de los intereses de los españoles humildes, en innumerables artículos impregnados de hondo sentido humano, mereció que se le agasajara con dos banquetes, que tuvieron lugar en diciembre de 1929 en abril de 1935.
He colaborado en numerosos periódicos habaneros y formado parte de algunas redacciones, entre ellas la del diario El país; pero los más de sus trabajos de defensa y aliento de la masa humilde de la colonia española, y en particular la asturiana, los ha publicado en El Progreso de Asturias, de la Habana, que dirige otra pluma batalladora, la de Celestino Alvarez.
Referencias biográficas:
Posada (Cándido) – Una entrevista. (En el folleto Asturias en Cuba, Habana, 1931).