Ilustre marino de mediados del siglo XVI del que apenas quedan rastros de su vida y hechos, no obstante la fama rodeó su nombre en vida. Llegó a la categoría de general de la Armada, con mando de capitán general en varias ocasiones. Antes y aun con esa primera categoría sirvió a las órdenes de Pedro Menéndez de Avilés en varias expediciones de la carrera de Indias, como se decía entonces a la navegación entre España y América.
Probablemente era gijonés de nacimiento y es casi seguro que se refiere a él este episodio que recoge Rendueles Llanos en su Historia de la villa de Gijón. Tenía su residencia en Gijón una noble y hermosa señora — dice — esposa del almirante Pedro Menéndez Valdés e hija del célebre adelantado Pedro Menéndez de Avilés acompañaban a esta dama las más recomendables dotes de recogimiento y virtud. A pesar de esto, algunos parientes de su marido, por sospechas infundadas contra su honor, o por una refinada aversión, que parece lo más probable, dieron en decir que había empañado el lustre de su familia y la honra del almirante; llevando por último su malévola intención hasta el extremo de darle muerte sorprendiéndola en una noche en que se encontraba sola en su casa. Al esparcirse esta novedad entre el pueblo, donde la víctima era muy querida, se levantó un furioso clamoreo contra los autores del bárbaro atentado: nobleza, clases populares y hasta mujeres se pusieron en armas y, más numerosos que sus contrarios, habían sufrido éstos justa venganza de su infame agresión, si la súbita llegada de padre y esposo no hubiera hecho caer las armas de manos de los que se disponían a vengar su honor. Al enterarse del suceso, ambos marcharon con toda presteza a la corte, el adelantado a pedir el castigo de los criminales, y su yerno, el perdón, que con harto dolor comprendía que el filo de la jurídica cuchilla, al caer sobre la cabeza del culpable, derramaría su propia sangre. Después de muchas solicitudes, consiguió la gracia cuando ya se iba a cumplir la sentencia que del último suplicio había pronunciado la Audiencia de Valladolid. No se apaciguó sin embargo por entonces el encono entre los divididos miembros de esta familia, originándose en Gijón continuas pendencias y desgracias, hasta que, por último, se verificó una reconciliación general por medio de varios matrimonios, pues hicieron olvidar las pasadas discordias».
Desconocemos lo que pueda haber de cierto en ese suceso que Rendueles Llanos ha tomado ”en una obra antigua» pero es falso, desde luego, por lo que se refiere a que esa dama ha sido hija de Pedro Menéndez de Avilés. Tres hijas tuvo éste, pero ninguna acabó sus días trágicamente.
Obras inéditas:
– Carta al rey, dando cuenta de su salida de San Juan de Ulúa con once velas y llegada con todas ellas a San Lúcar (MS. en el Archivo de Indias, de Sevilla).