ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

MIGUEL VIGIL (Ciriaco).

Una de las figuras más conspicuas entre los investigadores historia de Asturias. A su pericia y saber de maestro se asociaban una bondad y una molestia sin limites. Vivió pobre y casi oscurecido; estimado y admirado por la intelectualidad asturiana y por algunas eminentes personalidades de fuera de la región. Su nombre desde las esquinas de una calle en Oviedo es lo único recuerda a la posteridad su paso por la vida.

Ciriaco Miguel Vigil quien algunos toman el Miguel como nombre y no como apellido que es, nació en Oviedo el 8 de agosto de 1819 y no el día 9, como anota Fermín Canella y Secades confundiendo las fecha nacimiento y bautismo, ya que éste tuvo lugar, efectivamente, el día 9, en la parroquia de San Isidro. Fueron sus padres don Juan de Dios Miguel Vigil y Fernández, reseñado a continuación y doña Isabel Suárez Bravo y Suárez, matrimonio de modesta posición económica, pero distinguido en la ciudad.

En 1833 empezó a estudiar Humanidades y Filosofía en la Universidad, en la que alcanzó el grado de bachiller en esa última disciplina tres años más tarde. Al mismo tiempo Cursó estudios en la Escuela de Dibujo.

El modesto desenvolvimiento económico del hogar paterno le obligó en el aludido año 1836 al abandono de los estudios universitarios. Era preciso ayudar a los padres y hubo de aceptar una modesta Plaza de escribiente en la Diputación provincial.

“Estas desfavorables circunstancias para su apetencia de ilustración —hemos escrito en otro lugar—, lejos de desanimarle, fueron para él un acicate. Entonces comenzó a estudiar libremente en serio guiado por su gran vocación a las investigaciones históricas, vocación perfilada en él ya desde la niñez, debido al ambiente hogareño y la tradición familiar. Con razón dice Luis Méndez, que se crió, pues, entre papeles y escrituras antiguas, entre pergaminos y libros viejos con cual encontró amable un camino áspero e intrincado siempre”.

En 1842 se inició como escritor desde el periódico de juventud de Nalón, colaborador sobre temas históricos, entre ellos un estudio biográfico del arzobispo Fernando de Valdés, fundador de la Universidad Ovetense.

El 26 de junio de 1844 sometió a la prueba de suficiencia su suficiencia paleográfica; un tribunal integrado en parte por catedráticos de Universidad, como Domingo Alvarez Arenas y Francisco Díaz Ordóñez, le concedió el título de sobresaliente como Lector de letra antigua, como se declara en el correspondiente diploma expedido el 27 de marzo del año siguiente por el ministro de la Gobernación, otro asturiano eminente, Pedro José Pidal y Carneaco.

Entretanto iba mejorando su posición económica. De su empleo A la Diputación pasó a ocupar otro poco menos modesto, con sueldo le seis mil reales al año, en el despacho provincial de Hacienda. En 1846, consiguió el traslado a Madrid como funcionario del Ministerio ese ramo.

Dos años duró aproximadamente su permanencia en Madrid. Aquí se dedicó al acopio de cuanto le interesaba recoger en Bibliotecas, Archivos, Academias y Museos, y fué discípulo de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en la que alcanzó algunos premios y su maestría de dibujante. Regresó a Oviedo en 1848.

Desde entonces se entregó calladamente al estudio de la historia regional. Interesado en perfeccionarse como dibujante prosiguió estudios y prácticas de tal en la Escuela de Dibujo sostenida por Sociedad Económica de Amigos del País, de la que en 1854 se le nombró ayudante segundo interino con la retribución de mil reales al año.

En 1854 se le designó director del Archivo de la Audiencia provincial, totalmente abandonado hasta entonces, para que expurga, ordenara y catalogara su enorme caudal de documentos, tarea en la que invirtió siete años y por la que se le remuneró a título de gratifica con seis mil reales anuales. También en 1854 se le confirió un puesto de auxiliar en la Secretaría de la Academia de Bellas Artes, retribuido con ciento veinte reales al mes, puesto que desempeñó hasta 1871.

Entre otros destinos que le fueron confiados, poco o nada remunerados, está el de secretario de la Junta Auxiliar de Sanidad (1854-55) del quinto distrito de Oviedo, con motivo de la invasión del cólera morbo, puesto que volvió a ocupar en 1865, cuando la segunda propagación de esa peste. En 1857 se le designó por el Ayuntamiento miembro de la Junta provincial para la formación del Censo demográfico de España. Y desde ese año hasta 1873 ocupó un puesto en la comisión Provincial de Monumentos —primero vocal, después vocal-secretario—, entidad de la que fué uno de los más entusiastas y activo componentes. Esta Comisión debió a Ciriaco Miguel Vigil colaboraciones de sumo interés: él redactó el catálogo razonado de todas las construcciones de mérito artístico e histórico de la región y contribuyó con su saber y su trabajo a la fundación y ordenación del Museo do Antigüedades creado por la citada entidad.

Su cargo en esta Comisión y el de archivero de la Audiencia resultaban los más afines a su vocación. Pero lo mejor, lo más trascendente y duradero de su laboriosidad, era la obra que desarrollaba en casa, con perseverancia benedictina, acumulando un verdadero arsenal de noticias y testimonios para la reconstrucción de la verdadera historia regional, De tarde en tarde daba públicamente algunas parvas muestras de su tesoro en colaboraciones enviadas a periódicos ovetenses. El persistía sin cansancio ni desmayo en dar a sus estudios la La tensión y la perfección que se había propuesto, y sin otras miras que llegar al coronamiento de la obra con la sola divisa de enaltecer a la región de nacimiento. Al decir de Fuertes Acevedo (Bosquejo…). Miguel Vigil poseía diseñadas de su mano todas las inscripciones de Oviedo y la mayor parte de las del Principado, “copiadas hábilmente, con la misma exactitud, con los mismos caracteres y en idéntica forma que presentan los originales”. Y esto supone sólo una pequeña parte de la ingente labor erudita por él llevada a cabo.

A pesar de que durante bastantes años no ofreció muestras considerables de la labor en que venía ocupándose, merced a las relaciones epistolares mantenidas con intelectuales y a las consultas que evacuaba a petición de organismos y corporaciones oficiales y también a instancias de particulares, las personas doctas estaban enteradas de su saber y laboriosidad y esto le valió el nombramiento de académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de Madrid (1866), y dos años después, el 20 de marzo del 68, el de correspondiente de la Academia de la Historia.

En este último año la Diputación provincial le nombró director de su archivo. “Con su competencia y pericia —dice Fermín Cenalle y Secades—, Vigil trabajó silenciosa y constantemente en la reorganización de aquella extensa oficina, que transformó completamente… El Archivo provincial fué. así, por la labor asidua e inteligente de don Ciiraco de los mejores de esa clase en España”. Se le mantuvo cargo hasta su fallecimiento.

El 20 de agosto de 1877 un desgraciado accidente a punto de truncar la vida de este eximio investigador. Comisionado para estudiar una inscripción en el altar de la ermita románica de Santa Cristina, en el concejo de Lena, sufrió en el viaje, en la estación de Ablaña, una caída que le produjo la rotura de una pierna, que fué preciso amputarle. Tan grave percance apresuró su ancianidad, y le recluyó, entregado a la investigación, en su apacible, hogar de soltero, formado en compañía de la hermana doña Valentina y los nietos Acisclo y Filomena.

A tal punto esa imposibilidad física le retrajo de sus relaciones Sociales que la Comisión Provincial de Monumentos, a fin de no prescindir de sus insustituibles informes, le nombró vocal honorario, dispensándole de la asistencia personal a las sesiones, dándole siempre por presente en ellas. Sin embargo, su reclusión en casa no era tan absoluta que no puedan evocar su figura con una pierna de palo cuantos de las generaciones vivientes le conocieron.

A esta época corresponde la preparación final de sus trabajos para la publicación. Trabajos fundamentales e imprescindibles para el exacto conocimiento de la historia regional, que valieron a su auto! las más hondas estimaciones entre la gente docta de España y del extranjero, donde se le concedió el honor de ser incorporado a centros científicos como el Instituto Heráldico Italiano, de Roma, la Real Academia Heráldico-Genealógica, de Pisa, y otros.

La primera de esas obras, editadas todas entre los años 1885 y 1892, es una reseña esquemática (número I) de cuantas personalidades han tenido en Asturias desde los más remotos tiempos cargos de carácter provincial o representación de la provincia ante el Parlamento; la publicó a sus expensas la Diputación provincial que le concedió en ese mismo año (1885) el título de Cronista de Asturias, el más premiado de cuantos adornaban su personalidad.

Vinieron después las tres. acaso más importantes de su producción y de las más útiles en la bibliografía histórica de nuestra provincia. Asturias monumental, epigráfica y diplomática (número II) la enjuició Somoza, parco siempre en elogios, en su Registro asturiano con estas palabras: “Monumento digno de eterna loa para su laborioso autor, y de inexcusable consulta para cuantos quieran conocer a fondo la verdadera historia del Principado astur”; también fué impresa por Ja Diputación provincial. Con ella alcanzó Miguel Vigil una medalla de oro en la Exposición universal celebrada en Barcelona en 1888. De la Colección histórico-diplomática del Ayuntamiento de Oviedo (número III) escribió Fermín Canella y Secades: “Reviven ante su curios” lectura el curso popular de siete centurias, con su Gobierno y organización, grandezas y defectos, usos y costumbres, y datos mil con toda clase de interesantes detalles de la comarca de Oviedo”; editó esta obra el propio Ayuntamiento. Es la tercera de esas indicadas obras la intitulada Apuntes heráldicos (número IV).

Otro trabajo histórico digno de encomio es Noticias biográfica, genealógicas de Pedro Menéndez de Avilés (número V), editado por e Ayuntamiento avilesino. Inédita y en elaboración quedó una Genealogía de casas y familias ilustres de Asturias, continuada y concluida luego por su sobrino Acisclo Muñiz Vigo y que continúa sin publicarse.

Murió, no obstante sus merecimientos, tan pobre como había vivido. “Dolor inmenso produjo en la provincia —dice Canella y Secades— la noticia de su fallecimiento, porque era uno de los asturianos más ilustres, no obstante su modestia y humildad; un hombre excelente de acrisoladas virtudes, de bondad y afabilidad encantadoras”.

La Universidad rindió a su cadáver honores como miembro de su claustro; dispuso la capilla ardiente en la universitaria, y presidió el duelo representada por el rector, Félix Aramburu y Zuloaga.

Obras publicadas en volumen:

I.—Provincia de Oviedo. Cuadro comprensivo del personal de Señores senadores y diputados 4 Cortes, diputados provinciales, consejeros permanentes de la Diputación, consejeros provinciales y jefes superiores civiles de la provincia, formado con presencia de los documentos que obran en los Archivos de la Excma. Diputación y Gobierno Civil. (Oviedo, 1885; un tomo en 4. obra publicada por la Diputación Provincial).

II.—Asturias monumental, epigráfica y diplomática. Datos para la historia de la provincia. (Oviedo, 1887; dos tomos en folio, uno con texto y otra de láminas e inscripciones).

III.—Colección histórico-diplomática del Ayuntamiento de Oviedo (Oviedo, 1889; un tomo en folio, con prólogo de Manuel Pedregal Cañedo; obra editada por el Ayuntamiento ovetense).

IV.—Apuntes heráldicos. Heráldica asturiana y catálogo armorial de España, seguidos de leyes y preceptos; de la biblioteca del Blasón, Ordenes de Caballería y genealogías. (Oviedo, 1892; un tomo en 4,º)

V.—Noticias biográfico-genealógicas de Pedro Menéndez de Avilés, (Avilés, 1892; un tomo en 4.º; obra editada por el Ayuntamiento avilesino).

Obras inéditas:

—Genealogía de casas y familias ilustres de Asturias. (MS. en poder de su sobrino Acisclo Muñiz Vigo).

Referencias biográficas:

Acevedo y Huelves (Bernardo).—Bibliografía. Asturias monumental, epigráfica y diplomática. (En el Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, julio de 1887).

Anónimo.—Una necrología. (En El Carbayón, Oviedo, 2 de abril de 1903). .

Balbín (A.).—Necrología: D. Ciriaco M. V igil. (En Asturias órgano del Centro Asturiano, Madrid, mayo de 1903).

Canella y Secades (Fermín).—Una necrología. (En el diario La Opinión de Asturias, Oviedo, 1903).

Idem.—Don Ciriaco Miguel Vigil Suárez Bravo. (En el apéndice 1 del Resumen de actas y tareas de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Oviedo, por F. Javier Garriga y Palau, Oviedo, 1915; ampliación del trabajo anterior). :

Fernández Duro (Cesáreo).—Una nota necrológica. (En el Boetín de la Academia de la Historia, Madrid, junio de 1903).

Fuertes Acevedo (Máximo).—Alusiones. (En la obra Bosquejo del estado que alcanzó en todas épocas la literatura en Asturias, Badajoz, 1885). ]

Méndez (Luis).—Don Ciriaco Miguel Vigil. Un cronista asturiano. Apuntes para su biografía. (En el diario Región, Oviedo, 1924)

Suárez (Constantino).—Asturianos de antaño: Ciriaco Miguel Y* gil, (En el Diario de la Marina, Habana, 16 de mayo de 1932).