ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

MIRANDA (Sebastián)

Escultor contemporáneo. Nació en Oviedo el 7 de julio de 1885. Fueron sus padres, don José Miranda de Grado y Cienfuegos, de ilustre ascendencia, y doña María Pérez-Herce Alvargonzález.

Huérfano de padre a los cinco años, corrió a cargo de la madre su educación e ilustración. Sebastián Miranda ingresó en el instituto de la ciudad de nacimiento antes de la edad acostumbrada y a los catorce años recibía el grado de bachiller. Pasó después al extranjero a estudiar idiomas; residió primeramente en Alemania: Erfurt, Múnich, Berlín, Bingen, en la última de cuyas ciudades, a orillas del Rin, ingresó en la Escuela de Ingenieros con el propósito de seguir esta carrera, que abandonó después del primer curso. Vivió luego en París, Londres y en varias ciudades italianas.

En 1905 regresó a España. Por complacer a la madre, que deseaba poseyera un título universitario, estudió en la universidad ovetense la carrera de Derecho, de la que obtuvo el correspondiente título de licenciado.

Por esta época fué cuando se afirmó en él su latente vocación por las artes plásticas, especialmente el dibujo, alentado por su condiscípulo y amigo íntimo de siempre el escritor Pérez de Ayala.

Asociadas la vocación artística y la pasión por los viajes, en 1908 pasó de nuevo al extranjero. Residió entonces dos años en París otros dos en Roma; en ambas ciudades se dedicó a dibujar y modelar. Dominada ya la técnica escultórica viajó por distintos países europeos hasta su regreso a España en 1914.

Entonces se quedó en Madrid e instaló aquí su estudio, que servía a la vez de alojamiento al artista y a su citado amigo Pérez de Ayala. Residió en Madrid todo el tiempo que duró la guerra europea (1914-18). Por entonces se dió a conocer públicamente como expositor en el Salón de Humoristas de 1915, en el que presentó tipos populares y caricaturas de personalidades conocidas en miniaturas que le conquistaron el aplauso de público y crítica.

Volvió después a los viajes, residiendo largas temporadas en París e Italia. Aprovechando una larga permanencia en Madrid celebró en 1921 una exposición individual en el Museo de Arte Moderno, con bronces y terracotas. Del éxito alcanzado en esta ocasión baste decir que había vendido todas las obras a los pocos días de abierta la exposición; el Estado adquirió tres de ellas.

A pesar de este éxito consagrador de su personalidad artística apenas ha vuelto a exponer en público sus obras. Se ha limitado a asomarse tímidamente a alguna de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, y a la concurrencia a la Exposición de Humoristas celebrada en Avilés en 1925. Tal retraimiento ha dependido en buena parte del deseo de presentarse superado, pero también de su vida desordenada.

Puso término a esta manera de vivir su casamiento, en 1926 con la señorita ovetense Lucila de la Torre. Entonces levantó en Madrid estudio y casa propios, dedicándose de lleno a su trabajo artístico.

A aquel deseo de superación le llevó a pensar y planear una obra de gran envergadura y fué ésta el famoso Retablo del mar, que comenzó en 1931 y concluyó en 1933. El Retablo del mar es un alto-relieve en escayola policromada, de grandes proporciones, de audaz empeño y magistral composición, que representa una subasta de pescado en la Reguladora de Gijón (La Rula, como se dice popularmente), con unas ciento setenta figuras de lo más típico y característico entre gente marinera. La obra fué expuesta al público sucesivamente en el Instituto de Jovellanos, de Gijón; en el Paraninfo de la Universidad, de Oviedo, y en una sala particular de Madrid, durante la primavera y el verano del año últimamente citado.

La prensa de Asturias y de Madrid saludó este magistral alarde de Sebastián Miranda con el saludo reservado a las obras maestras. En un comentario del diario ovetense Avance, en el que se abogaba porque el Retablo del mar no saliera de Asturias y fuese adquirido por la Diputación provincial, se decía de Sebastián Miranda que “operó el fenómeno extraño en nuestros días de interesar vivamente al pueblo por un tema de arte. Este espontáneo plebiscito popular bastaría para compensar a Sebastián Miranda de los afanes que representa esta magna obra suya; pero es que, además de esta opinión instintiva del pueblo, que siempre fué el que dió el espaldarazo a los nombres perdurables, está la admiración culta de los inteligentes, prodigada sin reservas a Retablo del mar”.

Esta gran obra fué adquirida por el estado por ley de de junio de 1934, previo informe favorable y unánime de la Academia Nacional de Bellas Artes.

Referencias biográficas: 

Cueva (León de la).— Escultor asturiano: Una visita a Sebastián Miranda. (En la revista Norte, Madrid, marzo de 1931).

Melás (Pachín de) .— “El Retablo del Mar” de Sebastián Miranda. (En “Solar Norteño”, Oviedo, número 2 del año 1934. Con cinco ilustraciones y reproducción de seis juicios críticos insertos en periódicos extranjeros).