Religioso dominico del siglo XIX, famoso dentro de la Orden por sus conocimientos en Teología. Nació en modesto hogar de campesinos en la aldea La Ferrera, de la parroquia de San Esteban del Condado (Laviana), el 9 de abril de 1804.
Merced a la protección dispensada por un tío sacerdote pudo emprender la carrera eclesiástica. En la Universidad de Oviedo cursó primeramente los estudios de la Facultad de Filosofía y después, simultáneamente, los de las Facultades de Teología y Cánones.
Ordenado de diácono a los veintidós años, determinó ingresar en la orden de Predicadores, de la que tomó el hábito en el convento de Nuestra Señora del Rosario, de Oviedo, y en el que hizo la profesión de votos el 7 de octubre de 1827.
En este mismo convento se le destinó poco después a lector de | Filosofía. Tres años más tarde (1830) fué trasladado al convento de misioneros establecido en Ocaña (Toledo), en el que fué lector de Filosofía, de Teología y regente de estudios.
Continuaba en Ocaña cuando, a consecuencia de las censuras por él vertidas en un sermón (1835) contra la disposición que incluía a los religiosos en los deberes del servicio militar, fué detenido y sujeto proceso, permaneciendo encarcelado hasta que la Audiencia de Madrid le absolvió el 5 de octubre de 1836.
Cuando la exclaustración decretada en este mismo año consiguió que la ley respetara el convento-colegio de Ocaña, ya que se destinaba a la preparación de misioneros destinados a civilizar pueblos bárbaros.
En 1838 le destinaron los superiores a representar a la Orden en Méjico en un largo pleito que allí sostenía con el Gobierno mejicano sobre el reconocimiento de unas propiedades que los dominicos estimaban les pertenecían. Once años permaneció en Méjico al cuidado de ese asunto, con el resultado final de ganar para la Orden el enmarañado y enfadoso litigio.
En Méjico dedicó parte de sus actividades a la predicación. Después de su regreso a España se le designó procurador general de la provincia del Santísimo Rosario, de Filipinas, en Madrid. Fué aquí por su saber y prendas personales muy querido entre intelectuales y políticos de todos los matices y la propia reina Isabel II le tuvo en gran consideración.
El P. Morán estuvo propuesto en diferentes ocasiones para ocupar una mitra, pero siempre se resistió a la aceptación, escudado firmemente en la humildad que le caracterizaba.
Como escritor nada suyo conocemos más allá. de 1858. Además de los trabajos anotados al final de esta referencia hemos encontrado citados vagamente otros, que desconocemos si han sido publicados en volumen o en revistas y si pertenecen a época anterior a la citada: esos trabajos son: Regla de los hermanos de obediencia, Defensa del P. Concina contra el presbítero P. Sánchez, Impugnación del P. Cuadrado y un códice MS. en el archivo de Ocaña.
En el convento de esta ciudad falleció Fr. José María Morán en agosto de 1884, “Fué un apóstol y un sabio —dice Fr. Buenaventura García de Paredes—. Venerado por todos como santo, en su muerte, el pueblo de Ocaña le tributó honores extraordinarios”.
Obras publicadas en volumen:
I.—Constituciones para religiosas y para religiosos legos de la Orden de Predicadores, seguidas de opúsculos ascéticos. (Madrid).
II—Novena del Santísimo Cristo de la Salud y la Misericordia.(Madrid, 1858).
III.—Mes del Rosario o mes de octubre. (Sevilla, 1366).
IV.—Relación… de ciento diez santos de la Orden de Predicadores y de San Juan da Colonia de la misma Orden. (Madrid, 1867).
V.—Explicación de la bula “ Apostolicae Sedis”. (Madrid, 1883).
IV.—Teología moral, según la doctrina de los doctores de la Iglesia Santo Tomás de Aquino y San Alfonso de Ligorto. (Madrid, 1883-84.: tres tomos en folio; obra reeditada en 1904 en cuatro tomos del mismo tamaño).
VII. —Disertación teológica sobre la absolución de los consuetudinarios y reincidentes. Impugnación del P. Faure, S. M. (Madrid, 1884.)
Referencias biográficas:
Alvarez (Fr. Paulino).—Un panegírico. (En el tomo III de la obra Santos, bienaventurados, venerables de la Orden de Predicadores, Vergara, 1922).