Escritor contemporáneo formado intelectualmente en Méjico, donde residió unos veinte años. Nacido en Hontoria (Llanes) el 19 de julio de 1892, hijo de humildes labradores, don Pedro y doña Generosa de esos respectivos apellidos.
De su infancia y adolescencia nos da él mismo noticia: “En el aledaño pueblo de Cardoso, había una escuela de comercio, fundación de un indiano de Cuba, don Francisco del Hoyo Junco, donde aprendí algo de francés, contabilidad, etc., durante los inviernos. En los veranos iba a la tejera con mi padre, a Langreo —al servicio de la poderosa sociedad Duro-Felguera— donde por fabricar un millón de ladrillos mi padre se ganó quinientas pesetas, como contratista, y yo, cinco duros y un pantalón de pana. Tenía entonces nueve años. Seguí yendo a la tejera hasta los catorce. Mi vocación era ser cura, pero a falta de medios e influencias con qué suplirlos, me enviaron a México. Allí barría la trastienda, mezclaba el alcohol de caña con agua, que era lo más piadoso que se podía hacer, despachaba copitas de chinguere que no siempre lograba cobrar, pesaba kilos de ochocientos gramos en una tienda que se llamaba La Legalidad e iba adquiriendo experiencias vivas de muy variados órdenes. Metidos disimuladamente en los cajones del mostrador tenía Don Quijote, Los tres mosqueteros, La Dama de las Camelias, etc., etc. Aquello tenía que acabar mal, naturalmente, y me pasé unos tres o cuatro meses rondando parques y corriendo callejuelas en busca de trabajo, que no hallaba, de monedas perdidas, que tampoco hallaba, y de algún protector que me sacase de aquel atranco, Lo encontré al fin en un gallego romántico y noble, cuyo nombre, si lo recordase, escribiría con mayúsculas aquí. A su amparo comencé nuevamente a despachar copas de chinguere y otros bebestibles, cobrándolas y aun repartiendo leña entre los clientes que trataban de burlar el pago. Mis lecturas se orientaron esta vez hacia lo práctico —según me aconsejaban todos los abarroteros conocidos— y poco después logré injerirme en una oficina donde acabé por ser el tenedor de libros. De ahí en adelante las letras de cambio han venido alternando sin cesar con las de molde, predominando por temporadas unas u otras, pero sin separarse nunca mucho”.
Por los años de 1911 al 14 hizo sus primeros ensayos de escritor en El Diario Español y El Correo Español, ambos de la capital de México, y en el semanario El Pueblo, de Llanes.
Con la vocación a las letras se juntaba otra hacia las Matemáticas, que le llevó a cursar la carrera de profesor mercantil. De la cultura Matemática adquirida con esos estudios dan muestra los dos primeros volúmenes suyos impresos.
Esa preparación, aplicada al comercio, le favoreció para desempeñar puestos de responsabilidad y bien remunerados en los últimos años de su residencia en México.
Además de las dos obras aludidas compuso crónicas, críticas de arte y de letras, ensayos políticos y sociales, cuentos y novelas. La producción periodística apareció en las revistas mejicanas Don Quijote, Rojo y Gualda, Castillos y Leones y otras varias; en las madrileñas La Esfera y Nuevo Mundo, por los años 1918 al 22, y Norte, más adelante; también, en el diario La Voz, de Madrid; En El Dia Español, de México, además de redactor y colaborador, compartió la gerencia en 1922 con Ricardo de Alcázar y Antonio Alonso Iguanzo, ambos asturianos, como él.
En 1918 le fué premiado el cuento El traje blanco (número IV) en unos Juegos Florales celebrados en la capital mejicana.
Al enriquecimiento de su cultura literaria, además del estudio y la lectura han contribuido sus frecuentes viajes por la república de México, Estados Unidos, Cuba y Francia.
En 1927 regresó a España. Residió primeramente en Bilbao y luego en Sevilla, al servicio de una poderosa entidad comercial que procede originariamente de México.
Obras publicadas en volumen:
I.—Nociones de Contabilidad mercantil. (México, 1912).
Il.—Innovaciones a la Partida doble. (México, 1912).
III.—Las acciones del trabajo. (Llanes, 1916; estudio social).
IV.—Sin patria. El traje blanco. (Madrid, 1919; una novela y un cuento).
V.—La sirena ciudad. (Madrid, 1920; novela).
VI.—Criticrónicas. (Madrid, 1920).
VII.—La gaita dormida. (México, 1921; novela corta).
VIII.—Flor de misterio. (Madrid, 1922; novela).
IX.—Panorama crítico. (Madrid, 1930; crónicas).
X.—Palabras perdidas. (Sevilla, 1932; ensayo político).