Conocido también por Pelayo de Oviedo. Célebre obispo de esta diócesis, segundo de su nombre, que la gobernó algo más del tercio primero del siglo XII. Hombre de vasto saber, el más insigne de los asturianos de su siglo; el que, como dice Fuertes Acevedo, “simboliza todo el movimiento literario de su época y es la figura más eminente de la historia de Asturias», en su siglo.
A su saber juntó extraordinarias virtudes y un carácter bondadoso. Fué persona de nobles iniciativas, de levantadas empresas, no solo dedicadas al engrandecimiento de la Iglesia que gobernó, sino al progreso de la provincia, que había caído en un estado lastimoso de descomposición social como consecuencia de la guerra civil.
Como escritor, aunque discutido, según se verá más adelante, podemos anticipar que es el único conocido entre asturianos en los dos siglos y medio que van desde Vigil, fines del siglo X, a Fr. Gonzalo de Juan, mediados del XIII.
Nada sabemos históricamente cierto del origen de don Pelayo, ni de su vida hasta que alcanzó la dignidad de prelado. Todo induce a creerle asturiano de nacimiento y se asegura que nació en Oviedo; como fecha del natalicio podría aventurarse la del año 1070.
En la obra anónima Comentarios de la Santa Iglesia de la ciudad de Oviedo se anota a este respecto: “Por unos papeles que trae el padre Fr. Prudencio de Sandoval en su historia del emperador don Alonso, parece que nuestro don Pelayo era asturiano… consta ser muy noble nuestro obispo por asturiano: más dudo si era de las Asturias de Oviedo o de Santillana, pues todo son Asturias.” Y en otro lugar se estampa esta otra suposición: “Yo creo que nuestro Pelayo fue monje de San Benito, hijo de Sahagún. Estudió en París, porque su doctrina y lectura lo demuestran, las cuales vemos en algunos libros góticos que dé su librería nos quedaron, los cuales, en las primeras hojas, estén llenos de muchas curiosidades suyas. Y más me confirmo, porque en este tiempo, como el rey don Alonso el sexto había sido monje en aquel monasterio Escritores asturianos: “Lo que no han podido menos de reconocer cuantos se han ocupado de nuestro obispo, es la vasta erudición, el gran talento y el profundo saber de que dió hartas pruebas en la larga y aprovechada vida que disfruto”.
Sánchez Alonso le enjuicia con serena comprensión de este modo: “Si, en efecto, fantaseé algo el obispo ovetense, no hay motivo para escandalizarse demasiado, habida cuenta de las condiciones de aquella época. Buscar probidad de historiador en tiempo en que reinaba la más absoluta desaprensión para trabajar sobre lo ajeno como sobre lo propio, revela desconocimiento de la realidad. Todos los compiladores usaron de los materiales aportados por sus antecesores como de cosa conquistada, corrigiéndolos gramaticalmente, interpretándolos, cercenándolos, copiándolos textualmente sin mención del autor”.
Por su parte, Antonio Blázquez argumenta en Elogio de D. Pelayo que éste “no inventó ni adulteró los sucesos”, y le califica de “historiador concienzudo y honrado”; al estudiar su carácter y condiciones personales para sacar esas consecuencias, dice: “Si… tratamos de saber cual fué su vida y cuales sus actos como hombre, como patriota y como obispo, no podremos menos de reconocer que sólo se encuentran actos propios de un sacerdote activo, inteligente, serio y estudioso, atento al progreso y bienestar de su diócesis, sin que se registre hecho alguno por el cual se le pueda presumir animado por fines bastardos, anhelos de ambición o deseo de medro o de fama”.
Si efectivamente noticias anteriores a su tiempo, y por él recogidas, están plenamente comprobadas de falsas o hiperbólicas, el hecho cierto es que lo narrado por él, ya de su época ya de épocas anteriores, constituye muy valiosa fuente de información.
En 1136 renunció al obispado, deseoso de descanso, fatigado por los cuidados de la diócesis durante siete lustros. Pero al fallecimiento de su sucesor, don Alfonso, a comienzos de 1142, volvió a ocupar la mitra interinamente, hasta que le relevó del mandato el nuevo titular en setiembre de 1143.
El 28 de enero de 1153 dejó de existir este célebre obispo. Su cadáver fué inhumado en el claustro de la catedral.
Trabajos sin formar volumen:
I.—Genealogías de los reyes godos. (Traducido al castellano e inserto por Ambrosio de Morales en su crónica general de España).
Il.—Concilio ovetense. (Publicado por el cardenal Aguirre en su obra Colección de los Concilios de España y por el P. Enrique Flórez en el apéndice II del tomo XXXVIII de la España Sagrada).
III.—Pelagii Ovetensis episcopi chronicon regum legionensium. (Inserto por Sandoval en su libro Cinco obispos).
Obras publicadas en volumen:
—Itacio. (MS. citado por el P. Enrique Flórez en España Sagrada).
—Pelagii Ovetensis episcopi historia de Arcae Sanctae. (MS. idem, idem).
—Liber chronicorum ab exordio mundi usque Era MCLXX. (MS. en la Biblioteca Nacional, de Madrid).
—Fundaciones y restauraciones de las ciudades de España. (MS. de 1142 en la Biblioteca Nacional).
—Adición de las diversas cosas de España. (MS. en el volumen anterior).
—Chronicon suorum temporum, (MS. en la Biblioteca Nacional).
—Historia. (MS. idem).
—Historia aliaque ad eclesiam civitatemque Ovetensem pertinentia. (MS. en idem; seguramente el que cita Morales en el Viaje santo con el título de Historia de la iglesia y ciudad de Oviedo).
—Historia de Ávila. (MS. que se le atribuye).
Referencias biográficas:
Anónimo.—Un estudio biográfico. (MS. incluido en Comentarios de la Santa Iglesia de Oviedo, tomo III de la colección Noticias históricas de Asturias, manuscrito del siglo XVIII).
Blázquez y Delgado (Antonio).—Pelayo de Oviedo y el Silense. (En la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1908).
Ídem.—Elogio de don Pelayo, obispo de Oviedo e historiador de España. (Madrid, 1910, opúsculo; y en Memorias de la Academia de la Lengua, tomo XII).
Castañeda (Vicente).—Un estudio. (En la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid, 1925).
Cirot (G.)—La Chronique leonaise et les Chroniques de Pélage et de Silos. (En el Bulletin Hispanique, tomo XVIII).
Flórez (P. Enrique).— Una referencia. (En el tomo IV de la España Sagrada).
Fuertes Acevedo (Máximo).— Los asturianos de ayer: El obispo de Oviedo don Pelayo. (En El Carbayón, Oviedo, 6, 8 y 9 de abril de 1885; resumen y ampliación de noticias de las dos obras bio-bibliográficas que figuran en la relación de fuentes generales del tomo primero de la presente obra).
García Corral (J.).—Crónicas españolas. (En la Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias, Sevilla, 1869).
Risco (P. Manuel).—Un estudio biográfico. (En el tomo XXXVIII de la España Sagrada).