Político y jurisconsulto del siglo XVIII. Nacido probablemente al finalizar el primer cuarto de esa centuria, en el lugar de su primer apellido, del concejo de Villaviciosa. Fué hombre de extensos conocimientos en materia de Economía y Ciencias naturales y de una inteligente y poderosa actividad, todo lo cual puso al servicio del progreso regional. Mereció grandes elogios del polígrafo Feijóo y del médico y naturalista Casal, así como del P. Sarmiento. El canónigo González de Posada dice de él en Biblioteca asturiana: “El solo, antes que se pensase en Sociedades del País, fué una entera sociedad”.
Por su parte, Fermín Canella y Secades le dedica estas palabras en la monografía Villaviciosa de la obra Asturias: “Él instruyó, legó e introdujo el gusto de saber la lengua francesa en su país; lo llenó de libros necesarios para la navegación, comercio y agricultura. En este último ramo hizo grandes progresos con señaladas ventajas del terreno patrio, en plantíos de pomares y olivares, haciendo ver que el suelo asturiano era capaz de todas las semillas y plantas. Crió gusanos de seda (que nunca allí se habían conocido) y halló mármoles primorosos. Dispuso riegos, inventó máquinas, juntó monetario y fomentó la aplicación e industria por todos lados”.
Residió habitualmente en Villaviciosa y probablemente también en Oviedo.
De no haber llegado a una edad provecta, no hay razón para atribuirle el cargo de gobernador político y militar de Villaviciosa, con el grado de coronel, cuando la invasión francesa de 1808.
Obras inéditas:
—Informe dado al marqués de la Ensenada desde Villaviciosa a 23 de diciembre de 1747. (MS. relativo a la conveniencia de construir un puerto asturiano en Tazones, que se conserva en la Academia de la Historia).
—Disertación sobre el árbol “abedul” o betula de los antiguos (MS.)