Prosista y poeta contemporáneo, nacido en Oviedo el 16 de agosto de 1869, hijo de don José Pérez Santa Marina y Cadavieco, empleado del Estado, y de doña Baldomera Durantes y Lépez,

En 1881 ingresó en el Instituto de segunda enseñanza de la ciudad de nacimiento, donde cursó el bachillerato, grado que alcanzó con nota de sobresaliente en 1886. Siguió luego los estudios de la Facultad de Derecho en la Universidad, licenciándose en 1891.

Desde los años de estudiante en el Instituto hizo particularmente estudios de Dibujo lineal y natural, estudios que perfeccioné luego como alumno de la Escuela de San Salvador, en la que alcanzó premios extraordinarios como dibujante.

Ya estudiante universitario comenzó a desarrollar actividades de escritor y dibujante. Como escritor, siempre bajo el seudónimo de Roque Pérez, publicó sus primeros trabajos en el periódico La Avispa, de Cudillero, y colaboró después en el semanario festivo fundado y dirigido en Oviedo por Luis Rodríguez y Fernández Casal (Palique) con el título de El Tren Expreso, en el cual publicó también dibujos y caricaturas. Poco después ilustró la obra Aires colados del citado director y poeta festivo.

Concluida la carrera se trasladó a Madrid, donde residió, con regreso en los veranos a Oviedo, los años 1892 y 93.

Sin vocación para ejercer la abogacía, se presentó a las oposiciones para la plaza de vicesecretario de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, de Oviedo, plaza que alcanzó y desempeñó hasta 1903. En 1898 había contraído matrimonio con la señorita Maria Teresa Suárez Bravo y Gutiérrez.

El dejar su empleo en la Cámara de Comercio fué para desempeñar otro en la sociedad Minas del Penén de Mieres, villa a la que se trasladó con la familia.

En Mieres continuó cultivando las letras en prosa y verso como colaborador del diario ovetense El Carbayón, especialmente en la página Estafeta de la Quintana.

Al fundirse la citada entidad hullera con la Sociedad Minera del Caudal y del Aller, Pérez Santa Marina fué respetado en su empleo, que desempeñó hasta el año 1930, en que dicha Sociedad cedió en arriendo las minas: entonces regresó a Oviedo, donde ya residía la familia desde 1913.

En 1923 al fundarse en Oviedo el diario Región se le encargó una sección diaria en verso, que sostuvo por espacio de un año. También publicó en ese periódico algunas de sus mejores poesías en bable, como la intitulada Canto a la sidra, que mereció muchos elogios.

Al certamen literario patrocinado por el Ayuntamiento ovetense en 1925 concurrió con otra poesía en bable, La nuestra Santina, que pese a estar excluido el bable de las condiciones del certamen, movió al Jurado en gracia a sus méritos a crear para ella un premio especial.

En 1930, al dejar el destino que desempeñaba en Mieres. entró a formar parte de la redacción de El Carbayón, en la que continúa actualmente (1935).