Diplomático y escritor del siglo XIX. Nacido en Avilés alrededor del año 1835.
Todavía no había concluido sus estudios universitarios cuando dos hermanos que tenía en Méjico dedicados al comercio le requirieron para que se trasladara a París, y organizara aquí, de acuerdo con ellos; un establecimiento bancario. Fracasado poco después el negocio de los hermanos, a causa de los disturbios de la vida mejicana en tiempo del emperador Maximiliano (1867), David Prada se encontró en situación verdaderamente apurada. Le vino a sacar de ella un empleo en la Embajada de España, de la que luego fué secretario por espacio de unos veinte años. En ese cargo, ayudado por la afabilidad de su trato personal, fué conquistando grandes consideraciones en la corte de Napoleón III y cerca de los Gobiernos españoles, que no tuvieron inconveniente en dejar a su cargo la embajada por ausencia o cambio de los titulares.
Con el cargo diplomático alternó actividades intelectuales: asistió mucho tiempo a las clases de la Academia, donde adquirió diversos y sólidos conocimientos, y fué discípulo de Renan. Llegó a ser muy entendido en diferentes disciplinas, particularmente en Bellas Artes.
Desde París colaboró asiduamente en el periódico Las Novedades, de Nueva York.
Antes de su regreso a la villa de nacimiento, alrededor de 1890, colaboró en varios periódicos asturianos, entre ellos, la Revista de Asturias, de Oviedo, tercera época (1887), y en algunos avilesinos como El Vigía. También fué colaborador de la revista madrileña La Ilustración Española y Americana.
Falleció David Prada en la villa de nacimiento en agosto de 1903
Dejó inédito un volumen que pensaba titular Memorias de un Secretario de Legación, documento histórico de gran interés: en opinión de los que lo conocieron.