ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

QUEIPO DE LLANO Y GAYOSO (Francisco de Borja)

Político y escritor del siglo XIX, hijo del que lo fue ilustre en ambas disciplinas y del que se da noticia más adelante y bisnieto del reseñado a continuación. Los tres han llevado el título nobiliario de conde de Toreno.

Aunque nacido fuera de Asturias, fue asturiano por su estirpe y porque llevaba a Asturias entre sus más caros y hondos sentimientos, como lo demostró en toda ocasión en que pudo prestar a la provincia los servicios de su saber de su autoridad y de su influencia.

Militó políticamente en las filas conservadoras de los reinados de Isabel II. Alfonso XII y minoría de edad de Alfonso XIII. Brilló después de la restauración de la Monarquía en 1875 como uno de los políticos más prestigiosos, defensor denodado de los principios monárquicos y católicos. Pero su lustre en la vida pública ,más que de su talento y su cultura, dependió del prestigio y la posición social y económica, con grandeza de España de primera clase, heredados del que supo hacer inmortal el título de conde de Toreno, su padre eminente hombre de Estado e historiador. «Si con honradez y dignidad—dice Aureliano Linares Rivas— mantiene el recuerdo de su padre, no heredó de él ni los talentos políticos ni las brillantes dotes de elocuencia…La gloria de su progenitor le cubre con su manto protector, pero no le refleja ni uno sólo de sus rayos, todos apagados al descender a la tumba aquel varón ilustre”.

Juzgándole como orador dice Linares Rivas: “Sabe cuando empieza a hablar, pero debe sorprenderse interiormente cada vez que concluye, porque son tales los esfuerzos que emplea para conseguirlo, tantas las dificultades que le salen al paso para estorbárselo, tan originales los giros, vueltas y revueltas a que acude para dar cima a la empresa, que verdaderamente debe considerar como un milagro el que pueda pasar. Sin embargo, a rebajar lo que haya de exceso en este juicio de quien estuvo frente a él políticamente, se pueden oponer palabras de Julián Suárez Inclán, quien estuvo de él a escasa distancia en ideología política. Si en sus discursos—dice— no campeaban las imágenes arrebatadoras que son propias, sobre todo, de la imaginación exuberante de los hijos del Mediodía, veíase en ellos la fuerza de la razón, el estudio prolijo, el juicio acertado, el argumento vigoroso, el análisis maduro, capaces de impresionar siempre al auditorio”.

Desde su punto de vista liberal, Linares Rivas le sigue enjuiciando desconsideradamente, aunque con exactitud en el fondo de esta manera: “Siempre que esta palabra (libertad) se pronuncia en las Cortes, el señor conde de Toreno, acurrucado en el último asiento del banco ministerial, sacude su cuerpo con bruscos movimientos nerviosos, arruga su entrecejo de una manera imponente y contrae o dilata los músculos de su semblante, haciendo muecas y gesticulaciones como si tragara acíbar o se sintiera herido por agudo dardo.” Y alude a la intransigencia del conde asegurando que el conde aspira a regularizar la instrucción pública con espíritu fanático, casi, casi, a gusto de los ultramontanos; o lleva a un alto puesto político administrativo al neo barón de Covadonga que combatiera en el Sena de el artículo 11 de la Constitución (1876) con la rabia del sectario…Su espíritu no busca el aura vivificadora de la libertad; su entendimiento no está abierto para los grandes progresos intelectuales su voluntad no acierta a salirse de las fórmulas reaccionarias aplicadas a la gobernación del Estado”.

Como en el caso anterior, también hay palabras contradictorias de las escritas por Linares Rivas. Son las de José García Barzanallana: Muchas fueron la leyes importantes —asegura—que presentó al Parlamento y que defendió; manifestando en la discusión su indisputable competencia acerca de tantos y tan importantes asuntos”.

Desciende este conde de Toreno octavo poseedor del título de una de las más nobles y opulentas familias asturianas. Fueron sus padres José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia y doña María del pilar Gayoso de los Cobos y Tóllez Girón, también de estirpe ilustre. Tuvo lugar su nacimiento en Madrid el 6 de noviembre de 1840.

Su instrucción, desde las primeras letras, corrió a cargo de un preceptor, el P.Escudero que Ie enseñó también Humanidades, y que siguió siempre al servicio del conde. Después de preparado en Latinidad y Humanidades, cursó los estudios de Filosofía en Madrid, alumno del Instituto del Noviciado, que cambió más tarde el nombre por el del Cardenal Cisneros, en el cual obtuvo el título de bachiller a los dieciocho años, en 1858. Se dice que emprendió luego en la Universidad Central la carrera de Derecho, pero desde luego si esto fué así no llegó a concluirla. Parece lo más cierto que, después de graduado bachiller en Artes, abandonó los estudios oficiales, pero siguió primeramente los de lenguas modernas y de cuantas disciplinas pudieran permitirle dedicarse a la política, por la que sentía una irresistible vocación.

Huérfano de padre en la primera infancia, lo quedó de madre en el mismo año de hacerse bachiller. Dos después (1860) contrajo matrimonio con la también noble señorita María del Carmen Fernández de Córdoba y Álvarez de las Asturias.

A los veinticuatro años se afilió políticamente al Partido Moderado, de raigambre profundamente conservadora, y entonces salió triunfante (1864) como diputado a Cortes por el distrito asturiano de Salas. Pero no le fué admitida el acta por no haber cumplido todavía la edad de veinticinco años fijada entonces para ocupar cargos públicos, a pesar del gran apoyo provocado en favor del neófito por el también diputado asturiano Plácido de Jove y Hevia.

Como grande de España que era, Queipo de Llano solicitó entonces Ingreso en el Senado por derecho propio, aspiración que alcanzó poco después, ni cumplir la mayoría de edad política. Pero electo nuevamente diputado, esta vez (1866) por la jurisdicción de Avilés, de las dos en que se dividió entonces la provincia, y bien acogida por el Congreso la elección, prefirió esta representación de carácter popular a la senatorial que ostentaba. Desde entonces ocupó un escaño en el Congreso de los Diputados sin apenas Interrupciones hasta su fallecimiento.

Desde sus primeras actividades parlamentarias se distinguió como un monárquico de inalterables convicciones. Combatió a los partidos políticos que propugnaban reformas políticas fundamentales en medio de las corruptelas de aquel reinado de Isabel II y dió pruebas de hombre enterado, dentro de esa ideología, de cuestiones político-administrativas.

En 1867 fué elevado al cargo de secretario del Congreso. También por entonces, como concejal del Ayuntamiento de Madrid, desempeñó un puesto de teniente alcalde. Representaba entonces en el Parlamento al distrito de Cangas de Tineo (después,Cangas del Narcea) representación que ostentó ya mientras fue diputado.

No bastándole el congreso y el Ayuntamiento para combatir la efervescencia revolucionaria en que ya se tambaleaba el trono de  Isabel II, decidió entregar algunos de sus entusiasmos al periodismo disciplina que no había cultivado antes, y fue en 1868 uno de los fundadores de la Revista Mensual, de fervoroso apoyo a la dinastía reinante, si bien este apoyo, como otros muchos desarrollados en España por las fuerzas intransigentes, no pudieron impedir el destronamiento de Isabel en septiembre de ese mismo año.

Esa convulsión tuvo a Queipo de Llano bastante alejado de la política activa y sus puestos representativos por espacio de dos años En 1870 fue cofundador y director después del diario El Tiempo. Consagrado a propugnar la restauración en el Trono con la dinastía de los Borbones en la persona del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II. También prestó sus entusiasmos a la constitución y sostenimiento del Círculo Alfonsino. Desde 1871 hasta el 73 en que fué proclamada la República volvió a tener representación en el Congreso de los Diputados, también por el distrito de Cangas del Narcea.

A la caída de la República y restauración de la Monarquía con Alfonso XII, el conde de Toreno volvió de lleno a la política y entonces fue cuando su personalidad empezó a cobrar el gran predicamento que alcanzó.Al producirse aquel cambio de régimen se le dio entrada nuevamente en el Ayuntamiento madrileño, del que fue elevado al puesto de alcalde a comienzos de 1875, apenas ocupado el trono por el nuevo rey. De su gestión en el municipio matritense da buena Impresión hasta su contrincante, el antes varias veces citado Linares Rivas. Después del 3 de enero—afirma—de 1874, fue al señor conde de Toreno alcalde segundo de Madrid y presidente desde la Restauración hasta su entrada en el Ministerio. Es de rigor justicia proclamar que en el Municipio, como en la villa, dejó gratos recuerdos de su administración honrada y pura…si no lo alcanzó todo, mucho hizo, y eso basta para que le prodigue sincero aplauso”.

Regentó el Ayuntamiento madrileño hasta que el 2 de diciembre de 1875 pasó a ocupar el Ministerio de Fomento en el Gobierno presidido por Antonio Cánovas del Castillo. Cerca de tres años y medio y aunque no siempre sus disposiciones e iniciativas de gobernante encontraron el aplauso, dejó de su paso testimonios del buen deseo que le animaba a contribuir al progreso nacional. Entre los problemas que atendió en preferencia la figura el de haber puesto al día los atrasos bochornosos del personal docente en el pago de sus haberes. Atendió con celo a la construcción de la Escuela de Veterinaria, los Jardines de la Infancia, el Hipódromo al final del paseo de la Castellana, ya desaparecido, y el edificio de la Biblioteca Nacional. Se reorganizó también en su tiempo el Archivo Nacional de Alcalá de Henares. Fue en ese tiempo, a la vez, ministro interino por dos veces de la Gobernación y una de Estado. Dejó el Ministerio de Fomento el 7 de marzo de 1879. En este mismo año, si 9 de diciembre volvió a formar parte del Gobierno como ministro de Estado, pero estuvo poco tiempo al frente de ese Ministerio, pues lo abandonó el 20 de enero de 1860, al cabo de unos cuarenta días.

Pasó entonces a ocupar la Presidencia del Congreso de los Diputados, por muerte de López de Ayala, y desempeñó esta misión con rectitud y condescendencia que le granjearon la estimación general.

En 1884 desempeñó algún tiempo el puesto de Gobernador civil de Madrid, cargo que aceptó, aunque de inferior categoría a otros ocupados antes, cosa que avaloró su crédito de hombre modesto y político disciplinado.

Posteriormente, el 20 de mayo de ese mismo año, volvió a ocupar la Presidencia del Congreso, hasta el 11 de julio del 85 en que se cerró la legislatura.

Por esos años, últimos de su vida, le acogieran en su seno algunas entidades científicas y literarias, entre ellas la Academia de Ciencias Morales y Políticas en la que Ingresó en enero de 1881. En mayo de 1887 fue exaltado a la Presidencia de la Sociedad Geográfica Nacional, cargo que desempeñó a satisfacción durante el bienio reglamentario. Al constituirse el Centro de Asturianos en 1885 se le designó presidente de honor.

Los intereses asturianos tuvieron en él, siempre a un gran valedor, dentro de la política conservadora, que dirigió en la provincia hasta su fallecimiento. La asociación de Ganaderos de Asturias le concedió el puesto más alto, el de presidente de honor.

A su fallecimiento, ocurrido en Madrid el 31 de enero de 1890 con menos de cincuenta años de edad, era gentil hombre de Cámara de S. M. con ejercicio y servidumbre desde el 18 de julio de 1858; Caballero del Hábito de Santiago y de la Orden de Carlos III; individuo de la Diputación de la Grandeza de España, y vocal del Consejo Supremo de Agricultura.

A su fallecimiento, el Círculo Liberal-Conservador instituyó a su memoria por suscripción la fundación de un premio literario anual bajo el título de Premio del Conde de Toreno, con un capital nominal de ochenta y siete mil pesetas en papel de la Deuda interior del Estado, fundación que fue puesta bajo el patronato de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Discursos parlamentarios del conde de Toreno. (Madrid, 1872; refundición ordenada ideológicamente en dos volúmenes de discursos pronunciados por su padre en las Cortes de Cádiz).

II.—La libertad de enseñanza, (Madrid, 1881; discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, leído el 16 enero de ese año, y contestado por José García Barzanallana).

III—La agricultura española en el siglo XIX. (Madrid, 1883 obra por entregas de la que sólo se han publicado los dos primeros fascículos)

IV.—De la importancia política, social y económica de las grandes capitales en las naciones modernas (Madrid, 1885; discurso leído en la sesión del 27 de diciembre en la Academia de Ciencias Morales yPoliticas; publicado también en las Memorias de esa Academia, tomo VI).

V.—Las Cartas de Indias (Madrid).

VI.—Colección legislativa de Instrucción Pública, (Madrid)

VII.—Necrologia del Excmo, Sr. D. Servando Ruiz Gomez. ( Madrid, 1890; concluida por Placido Jove y Hevia; obra póstuma; leída por Jove y Hevia en la Academia de Ciencias Morales y Políticas).

 

Trabajos sin formar volumen:

1.—El absolutismo del Estado. (En la Revista Contemporánea Madrid, 15 de mayo de 1881)

2.—Contestación al Discurso de ingreso de don Servando Ruiz Gómez en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. (Madrid, 1886, en el mismo volumen que el discurso).

3.— Contestación al Discurso de ingreso de D. Raimundo Fernández VIllaverde en la Academia de Ciencias Morales y Políticas. (Madrid, 1889; en el mismo volumen que el discurso)

 

Referencias biográficas:

Anónimo.—Una necrología. (En El Carbayón, Oviedo, 3 de febrero de 1890).

Idem.—La prensa de Madrid ante la muerte del conde de Toreno en idem, 4 de febrero de 1890).

Idem.—Por el conde de Toreno: Congreso de los Diputados. (En ídem, 5 de febrero de 1890).

Idem.—Por el conde de Toreno: Senado. (En idem, 6 de febrero e 1890),

Idem.—Los asturianos de hoy: Excmo. Sr. D. Francisco de Borja Queipo de Llano, (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, febrero de 1890).

Campo Grande (Vizconde de) Placido Jove y Hevia. — Necrología del Excmo. Sr, D… (Madrid, 1890; leída en las sesiones de 4 y 26 de marzo de ese año de la Academia de Ciencias Morales y Políticas).

García Barzanallana (José).—Contestación al Discurso de ingreso del conde de Toreno en la Academia de Ciencias Morales y Políticas (En el mismo volumen que el discurso , Madrid, 1881).

Linares Rivas (Aureliano).—Las primeras Cámaras de la Restauración: Retratos y semblanzas. El conde de Toreno. (En la Revista de España, Madrid, 28 de noviembre de 1878, tomo LXV).

Suárez Inclan (Julian) —Blosio del Excmo. Sr. D. Francisco de Borja Queipo de Llano y Gayoso, conde de Toreno. (En el Boletín de la Sociedad Geográfica, Madrid, 1890, tomo XXVIII; discurso leído en la sesión necrológica del 8 de abril)

Varios autores — Centro de Asturias. Sesión pública y extraordinaria en honor del conde de Toreno (En Asturias, órgano del centro de Asturianos, Madrid, junio de 1890).