ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

REGUERO ARGÜELLES (José).

Una de tantas personalidades asturianas de verdadero mérito para las que no hay ningún recuerdo en obras de información enciclopédica. Fue en el siglo XIX una de las mentalidades españolas más cultivadas en estudios matemáticos y astronómicos. Al acogerla Fuertes Acevedo en Biblioteca de escritores asturianos, le presenta con estas palabras muy puestas en razón: “No hace aún muchos años, vivía en Toledo un sacerdote de vida ejemplar, sabio, virtuoso y modesto, que cultivando por mera afición los estudios astronómicos, sin más conocimientos anteriores que la lectura de las más celebradas obras de esta ciencia, Ilegó a poseerla con tal perfección, que… hacían de este virtuoso sacerdote un modelo de sabios y un verdadero astrónomo, poco conocido, a pesar de sus obras publicadas, pero no por eso menos digno de veneración y respeto”.

Nació este astrónomo en Villaviciosa el 23 de marzo de 1803, (Canella y Secades anota el año 1798), hijo de don Francisco Reguero y una hermana del famoso político Agustín Argüelles, llamada doña Maria Josefa.

Después de estudiar en la villa de nacimiento Gramática castellana y latina y en el convento de Valdediós, inmediato, Humanidades, pasó en calidad de familiar del entonces obispo de Zamora y más tarde arzobispo de Toledo y Cardenal Pedro Inguanzo y Rivero. Como su vocación era la de seguir la carrera eclesiástica, emprendió ésta en el Seminario de Zamora, en el que concluyó los estudios de Filosofía. Pasó luego a la Universidad de Salamanca, en la que se graduó de licenciado en Cánones en 1832. Facultad de la que se doctoró poco después en la Universidad de Valladolid.

Concluidos los estudios, y siempre bajo la protección de Inguanzo y Rivero, ya arzobispo de Toledo, éste le designó racionero de ese arzobispado y más tarde obtuvo un cargo de consejero del gobierno de esa jurisdicción eclesiástica. En ese cargo hubo de desplegar con acierto sus dotes de clara inteligencia, con ocasión de los trastornos producidos por la guerra que sostenía el pretendiente al Trono don Carlos de Borbón, osea la guerra carlista, y se dio a conocer como escritor documentado y hábil con su Apología del justo medio, que le acreditaba a la vez de hombre liberal y amante del progreso.

Desde su asiento en Toledo, cosa que satisfacía sus exiguas ambiciones de medro y abrillantamiento personales, se dedicó con fervor creciente a estudios astronómicos, la vocación más honda suya desde la niñez. Tanto al conocimiento profundo de las Matemáticas como al de la Geografía consagró lo más de su tiempo y lo mejor de su inteligencia, hasta poseer una autoridad de primera categoría en la materia. En la adquisición de obras fundamentales hizo sacrificios inmensos, privándose para ello hasta de muchas cosas esenciales en la vida. Y en todo este esfuerzo le animaba el noble propósito de levantar en España la decaída afición entonces a las especulaciones astronómicas.Para ello, siempre con grandes sacrificios, publicó su Uranografía vulgar, trabajo que le dió definitivamente un gran prestigio de astrónomo.

Al ser sustituida la Universidad de Toledo por un Instituto de segunda enseñanza, se le concedió la cátedra de Matemáticas y el cargo de vicerrector, cosa que mejoró su situación económica, con lo cual pudo proseguir con menos agobios sus investigaciones e imprimir algunos de los trabajos que guardaba manuscritos, entre ellos, la Astronomía física, que llevó su nombre a recibir el aplauso de sabios extranjeros.

No obstante su vida de laboriosidad en modesto apartamiento, exhausto de ambiciones, generalmente admirado por su talento y querido por su hombría de bien sin mácula, la envidia llegó hasta su retiro a causarle sinsabores. Pero él supo arrostrar con entereza esas amarguras, sin por ello dejar de hacer el bien, tanto en sus funciones sacerdotales como en la vida de relación social.

Una Real disposición suprimiendo la clase de racioneros, en virtud del Concordato establecido con la Santa Sede en 1851, había satisfecho a sus encubiertos envidiosos, por el daño que traía como consecuencia a Reguero Argüelles. Pero dicho Concordato preveía que quienes llevaran en el puesto de racionero dieciocho años serían promovidos a canónigos, con lo cual, como él llevaba más del plazo fijado, fue promovido el año siguiente a canónigo, categoría que obtuvo con la dignidad de capitular, puesto que habría de disfrutar poco tiempo, puesto que falleció el 5 de noviembre de 1853 (y no en el año 1854, como asegura Canella).

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Apología del justo medio: Discurso político, calmante de excitacion, conciliador de extremados partidos, lo dirige a un amigo y ofrece al público el licenciado… (Toledo, 1836).

II.—Brevísimas reflexiones sobre el discurso que, contra la intolerancia de cultos religiosos, pronunció un ilustre diputado en la sesión de Cortes el 13 de diciembre de 1836. (Toledo, 1836; folleto 4º)

III.—Máximas y verdaderos principios del Derecho público canónico que sirven de bases preliminares al Tratado y concordia entre el sacerdocio y el imperio, (Toledo, 1838; folleto en 12.°).

IV.—Uranografía vulgar o sea representación clara y palpable del mecanismo celeste. (Toledo, 1842)

V.—La Religión y las Ciencias, o sean principales puntos de contacto de la religión con las ciencias en general y especialmente con la Astronomía. (Madrid, 1843; dos tomos en 32.°).

VI.— Astronomía física. Nociones de esta ciencia sublime, dirigidas a ponerla al alcance de todos y a preparar el estudio elemental de la misma. (Madrid, 1850-51: tres tomos en cuarto, con láminas plegables).