ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

RICO AVELLO (Antonio).

Escritor contemporáneo, malogrado, más que por una muerte bastante prematura, por una modestia tan excesiva que en ningún caso puso su firma al pie de los escritos suyos que fueron publicados. Sin embargo, poseía una tan profunda y sólida cultura, que habría podido fácilmente conquistarse una fama duradera.

Antonio Rico Avello, hermano de los tres reseñados a continuación, nació en Villanueva de Trevías (Luarca) el 2 de junio de 1889, hijo de don José Rico y García de Lañón y doña Dolores Avello y Suárez-Valdés, de acomodada posición social.

Después de los estudios primarios y los de preparatorio para la segunda enseñanza, hechos en Luarca, siguió los de bachillerato en el Instituto de Oviedo y a continuación la carrera de Derecho en la Universidad hasta graduarse de licenciado en 1910.

Fué en la Universidad uno de los alumnos más sobresalientes de su tiempo y tomó parte con profesores y algunos condiscípulos en tareas de vulgarización desarrolladas por la Extensión Universitaria. También por entonces publicó en periódicos ovetenses sus primeros ensayos de escritor.

Figuró también entre los alumnos que publicaron trabajos en los último año de la carrera en los Anales de la Universidad (Oviedo, 1910).

Por gestiones de Rafael Altamira, al regresar éste de América de su viaje como enviado por la Universidad, Antonio Rico Avello se trasladó a la Argentina (1913) y fué en esta República por espacio de cuatro años profesor de Literatura de la Universidad de Córdoba. En esa población continuó sus actividades de publicista como colaborador de varias publicaciones anónimamente.

Después de su regreso a España comenzó a sentirse atacado por la terrible litiasis o mal de piedra, que le obligó a vivir recluido en su domicilio por espacio de muchos años, soportando resignadamente los sufrimientos y las diversas intervenciones quirúrgicas, muchas de ellas soportadas sin previa anestesia a petición suya. La obligada reclusión le llevó a ahondar con vigoroso fervor en el estudio de las disciplinas que le eran predilectas, y llegó a poseer una extraordinaria cultura humanística, en Matemáticas superiores y en lenguas sabias y modernas. Leía a los clásicos griegos y latinos en sus propios idiomas y escribía correctamente en francés, italiano, inglés y alemán; El castellano lo manejaba con una gran maestría. Desde su lecho de enfermo seguía al día la marcha del movimiento literario y científico del mundo.

Sin abandonar el anonimato, Antonio Rico Avello ha colaborado en publicaciones francesas, inglesas y alemanas con ensayos humanísticos y científicos, algunos de los cuales suscitaron encuestas y polémicas. Un artículo suyo en The Times, de Londres, dio lugar a una encuesta sobre los aforismos y sentencias acerca de los viejos relojes de sol del mundo entero. En el mismo diario londinense mantuvo en otra ocasión una interesante controversia con el profesor Barclay acerca del descubrimiento de la circulación de la sangre. Tercia, en fin, otras veces en las columnas de Le Temps, de París, en controversias con humanistas franceses sobre la traducción e interpretación de versos contenidos en el Libro segundo de La Eneida.

Dejó de existir Antonio Rico Avello en Oviedo, donde vivió habitualmente, el 13 de agosto de 1932.