Presbítero y escritor contemporáneo, nacido en Figueras el 13 de enero de 1892, hijo de don José Maria Rodríguez y Fernández y de doña Carmen Fernández Piñerúa, de muy modesta posición social. Su padre, que trabajaba como marinero en el buque trasatlántico San Agustin, falleció a bordo de él en enero de 1897, dejando al hijo de cinco años de edad. Como el pequeño demostraba una excelente disposición para el estudio estudio y vocación para la vida religiosa, el gerente de la empresa naviera, marqués de Comillas, le costeó la carrera eclesiástica.

Comenzó estos estudios en el Seminario de Mondoñedo (Lugo), en el que ingresó en 1904, y donde cursó tres años de Latin y Humanidades, tres de Filosofía y uno de Teología. Por estos años comenzó a completar su ilustración con la lectura asidua de escritores modernos y clásicos; poco después, a los dieciséis años ( 1908), publicó sus primeros trabajos literarios en el periódico Las Riberas del Eo, de Ribadeo (Lugo), en el que ha venido colaborando desde entonces.

En 1911 se trasladó al Seminario Conciliar de Oviedo, donde concluyó los estudios con tres cursos más de Teología y uno de Derecho canónico, ordenándose de presbítero el 11 de junio de 1916.

Un mes después, el 8 de julio, se le destinaba por el obispado a coadjutor de Castropol, donde permaneció hasta 1929 dedicado al desempeño de la coadjutoria e interinamente, desde 1924 al 26, como cura párroco.

En 1928 se le nombró cura regente de Lastres (Colunga), puesto al que renunció, y en diciembre de 1929 se le destinó como cura ecónomo de Vegadeo, parroquia que pasó a desempeñar algún tiempo después en propiedad y al frente de la cual continúa actualmente (1936).

En todos esos lugares fué elemento promovedor de ambiente intelectual, respetado y querido por su cultura y sus prendas de carácter Desde los tiempos de seminarista en Mondoñedo no abandonó los ejercicios literarios, cultivados con entusiasmo creciente. La lectura de críticos como Menéndez y Pelayo, Azorin y otros le fué aficionando preferentemente a esa disciplina, y como crítico literario ha producido el mayor volumen de sus trabajos, casi en su totalidad destinados a los periódicos. Unas veces, las más, con su firma y otras, con seudónimo —El Mago del Arenal, Heliodoro de Tarfe, Jorofer y X de X— ha colaborado en el antes citado y el Ribadense, ambos de Ribadeo; La Semana, El Cruzado, Acción Social y Mondoñedo, todos de la ciudad de este nombre. La Voz de la Verdad, Norte de Galicia y El Progreso, los tres de Lugo; El ideal Gallego, de La Coruña; la revista Aurora, de Villalba (Lugo); El Heraldo de Vivero y Pro Neutralidad, de Vivero (Lugo)

El Correo Gallego, de El Ferrol; Castropol y Río Navia, de las villas que indican los títulos; el diario El Comercio, de Gijón; los también diarios El Carbayón, La Voz de Asturias y Región, ovetenses; la revista Covadonga, de este lugar; la revista agustiniana España y América y los diarios El Parlamentario y El Debate, de Madrid, en la época en que estuvieron dirigidos por su amigo Luis Anton del Olmet, y otros varios, sin contar reproducciones de sus escritos en El Cantábrico, de Santander, La Época, de Madrid, y otros periódicos.

En los certámenes literarios celebrados en 1912 y 1913 por la revista sevillana Ora et Labora, órgano de los seminaristas españoles, fué galardonado con dos segundos premios.

De su personalidad literaria han hecho semblanzas Leopoldo Calvo Sotelo en la novela Ribanova y José F. Arias Campoamor en la titulada Recelo.

Actualmente dirige en Vegadeo el quincenario Hoja Parroquial, fundada por él en 1930.

Trabajos sin formar volumen:

1.—Prólogo al libro de poesías de varios colores, de Antonio P. Pereira. (Madrid, 1928).