ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

SANCHEZ GARCIA (Manuel).

Pintor contemporáneo, nacido en el lugar de Villarcazo, de la parroquia de Santa María de los Montes de Sebares (Piloña). hijo de modestos labradores, don José Sánchez Escovio y doña María García Cantora, en el año 1894,

Su vocación desde la primera infancia le inclinaba a las artes plásticas. Mientras cursó la instrucción primaria, más que en aprender las lecciones de los libros de texto empleaba el tiempo en hacer dibujos.

En 1907, con sólo trece de edad, emigró a Cuba encomendado a un tío. Entró a trabajar en el ramo de ultramarinos, en el soportó una casi esclavitud por espacio de cinco años, ocultando su devoción artística como un delito. Por fin se decidió a repatriarse, con la vaga esperanza de poder dedicarse a sus aficiones. Regresó a España en 1912, pero la suerte en su país no le fué menos adversa, y tuvo que recurrir a trabajar como peón en una carretera que se construía en el concejo de nacimiento.

Dos años después, en 1914, seguro de que la experiencia le permitiría dar mejor rumbo a su vida, volvió a emigrar a Cuba. En la Habana, con el ánimo de buscarse una ocupación independiente, se hizo chófer. Poco después, a favor de la prosperidad económica derivada para Cuba de la guerra europea (1914-18), le fué posible adquirir en propiedad un automóvil de alquiler, que le permitió desenvolverse con algún desahogo. Como su afición por el dibujo y la pintura, en formación autodidacta, continuaba creciente, algunas veces se permitía el placer de ausentarse de la Habana en su automóvil para buscar algún paisaje pintoresco que pasar el lienzo.

Reconocidas sus aptitudes artísticas, estaba propuesto para una beca del Centro Asturiano a fin de trasladarse a España para hacer los estudios oficiales de arte, cuando perdió tal posibilidad a causa del incendio que convirtió en escombros el palacio social de dicho Centro en 1919, Como si la desgracia le persiguiera, algún tiempo después, en una de aquellas excursiones artísticas, hecha a las márgenes de un lago, mientras pintaba, el automóvil se deslizó hasta las aguas y con él perdió la americana y el dinero todo que tenía. Sucedía esto en el año 1924. Tuvo que recurrir a malvender algunos de los cuadros que conservaba para remediar la angustiosa situación.

Pero en ese mismo año tuvo lugar su primera gran satisfacción de artista. Concurrió a la Exposición de Pintores y Escultores celebrada en el Salón del Prado, de la Habana, en la que uno de sus cinco lienzos ocupó puesto de honor: representaba el Claustro del convento de Santa Clara, y fué adquirido por los frailes carmelitas. El éxito le dió ya algún renombre, que se afirmó en otra Exposición celebrada en el mismo local en 1926.

Desde entonces se dedicó, con buen éxito económico, al arte exclusivamente. y esa prosperidad le permitió crear el hogar propio, casado en 1928, en la Habana, con doña Argentina López Carrizo, de Tineo.

Al año siguiente regresó a España con la esperanza de que podría desenvolver su vida, como en Cuba, a expensas de sus pinceles. Pero pronto comprendió el escaso porvenir que el arte ofrecía, y como era preciso defenderse de algún modo en la lucha por la vida propia (ya con mujer y dos hijos) se estableció con un bar en Gijón, negocio que cambió después por el de una pequeña industria de calzado.

No obstante, no abandonó en ningún momento sus aficiones pictóricas, cultivadas en las horas de vagar, y ha concurrido a las Exposiciones de artistas regionales de la Feria de Muestras de Gijón, en 1931, y a la celebrada en Avilés en el verano de 1934.