ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

SIÑERIZ Y TRELLES (Juan Francisco).

Publicista y literato que brilló en la primera mitad del siglo XIX.

Poseyó una vasta ilustración, fresco ingenio y pluma galana. La obra que le conquistó mayor reputación fué un remedo del Quijote, que publicó bajo el título de El Quijote del siglo XVII, muy celebrada en su tiempo, aunque no contenga esos valores humanos fundamentales que han hecho eterna la fama de la obra originaria. De todos modos se trata de un escritor digno de que se le recuerde en obras de carácter general, en las que figuran otras muchas personalidades de méritos muv inferiores.

Fuertes Acevedo, al incluirle en Biblioteca de escritores asturianos, le pondera con estas palabras: “Dotado de claro talento y de una ilustración nada común, pero cuya vida retirada, al par que modestas aspiraciones, fueron causa de que su nombre permaneciera poco menos que ignorado .y sus obras y sus escritos tuvieran el triste privilegio de yacer enterrados entre el polvo de las bibliotecas”.

Nació este escritor en el Sueiro (El Franco) en el año 1778. Fueron sus padres don Domingo Siñeriz y Trelles, del que tomó los dos apellidos, y doña Gregoria García Polavieja.

Se trataba de una familia que vivía acomodadamente y era distinguida en la comarca. Desconocemos, por lo mismo, el fundamento de lo que dice García Teijeiro respecto de los primeros años del biografiado.

“Desde joven —asegura— debió el pan de su niñez (?) a los productos de unas tierras, que él y su padre cultivaban en una no muy pequeña granjería, compartiendo las horas del día con el trabajo del campo y con el estudio de los autores Virgilio y Horacio. No es fácil, hoy por hoy, fijar hasta qué época duró el aprendizaje de obrero; pero es lo cierto, y no cabe duda, que Siñériz aspiraba a dejar su posición modesta y adquirir otra mejor, en armonía con su carácter y aficiones. Al efecto se trasladó a Oviedo, y allí, en su Universidad, cursó la carrera de leyes, distinguiéndose por su aplicación y sus raras dotes de talento”.

Aunque no es cierto que haya cursado toda la carrera de Leyes, antes de 1802 había concluído sus estudios y contaba entonces veinticuatro años de edad. No es fácil que antes se haya dedicado a labores campesinas, al menos por mucho tiempo o con mucha asiduidad, Pero fuese esto como fuere, en Oviedo cursó todos los estudios de la Facultad de Filosofía y buena parte de los de la Facultad de Jurisprudencia hasta graduarse de bachiller, estudios que hizo, efectivamente, con extraordinario aprovechamiento. Pudo haber estado dedicado a labores campesinas cuatro o cinco de los aludidos veinticuatro años; pero parece lo más cierto que, al retirarse al lugar de nacimiento dando por terminados sus estudios oficiales, se dedicó entonces a proseguirlos libremente y a cultivar las letras, producciones que entonces guardó inéditas.

En 1802 contrajo matrimonio quedando viudo a los dos años con una niña, fruto de esa unión.

Al producirse la invasión francesa de 1808, abandonó familia y lugar nativo y se trasladó a Oviedo a sumar su esfuerzo al movimiento de defensa nacional. Se puso inmediatamente al servicio de la Junta del Principado, que le utilizó. en diferentes cometidos.

Su saber y los rectos principios de su personalidad moral le granjearon la Consideración y la confianza de dicha Junta, que le designó como secretario de la segunda Comisión asturiana que se trasladó en 1809 a lnglaterra a solicitar de nuevo el auxilio de esta potencia contra las fuerzas napoleónicas, gestión que consiguió por el momento la adquisición de armas y pertrechos de guerra.

Sin dejar de cumplir en Londres su delicado cometido, aprovechó la estancia allí para perfeccionar sus conocimientos del idioma inglés.

A su regreso a España prosiguió cooperando a la causa nacional a al finalizar la guerra de Independencia volvió al pueblo de nacimiento, donde permaneció hasta 1826, distribuyendo ese tiempo entre los cuidados de su hacienda, el enriquecimiento de su cultura y el desempeño de algunos cargos públicos, tan honoríficos para él los retribuídos como los gratuitos, puesto que los desempeñó todos desinteresadamente.

En dicho año 1826 se trasladó a Madrid. Era hombre ya de cuarenta y ocho años, poseedor de un gran caudal de cultura científica y literaria y de abundante producción que continuaba guardando inédita.

Le movieron a ese cambio de residencia, al parecer, el afán de acopiar conocimientos y el de dar publicidad a sus obras.

lSin embargo, hasta cuatro años después (1830) no salió al público nada. Fué su primera obra un Compendio de las artes y las ciencias. Una traducción, mejor dicho refundición en castellano de otra inglesa que encontró escaso eco en la crítica y en el público. Pero en breve número de años afirmó con otras obras ds éstas eran fruto de una inteligencia cultivada en disciplinas todavía escaamente difundidas en España, por lo que su nombre conquistó pronto, a través de publicas y rotundas alabanzas, una extensa reputación.

Varias Corporaciones oficiales le fueron incororand entonces a sus tareas, como reconocimiento de su valer. Fue la primera la Sociedad Económica Matritense de los Amigos del País, en 1833, con el nombramiento de socio de mérito: siguió a ésta la similar de León, designándole socio honorario; después, la desaparecida Academia de Ciencias Naturales, de Madrid. La Junta directiva del Colegio Nacional de Sordomudos le dió un puesto de vocal.

A la vez, se le requería para el desempeño de cargos públicos, si bien todos modestos, como el de censor del Boletín Oficial de la provincia de Madrid.

Aunque en esos primeros años de su residencia en Madrid se había dado a conocer solamente como tratadista con carácter de vulgarizador de cuestiones económicas, jurídicas y políticas, probablemente su aptitud intelectual y la destreza de su pluma se prestaban más aún para la literatura recreativa. Al profundo conocimiento de las literaturas española y universal asociaba un ingenio satírico de primer orden. que le aseguraban el triunfo en las letras amenas. Y esto quedó demostrado cumplidísimamente en 1836 con la publicación de El Quijote del siglo XVII, obra que le consolidó definitivamente una gran nombradía de escritor, con el aplauso unánime de crítica y público. Se sucedieron es pocos años varias reimpresiones de esta obra, una de ellas en Barcelona en 1841, con el título de El Quijote de la revolución; la tradujo el propio autor al francés y conquistó en Francia las mismas fervorosas alabanzas, sobre todo de los periódicos parisienses, y fué cosechando en otros países doctos comentarios, como el que le dedica César Cantú en el tomo VÍ de su Historia Universal. Por cierto que respecto de la difusión alcanzada por la obra fuera de España se dió el caso que cita Cotarelo y Mori de que, “muerto ya el autor, la novela fué traducida del francés como si originariamente hubiese sido compuesta en este idioma”. Lo que prueba que, pasado algún tiempo de las alabanzas, la obra quedó relegada al olvido.

Actualmente nos desconcierta un tanto que haya podido alcanzar, dicha obra tan resonante éxito. Ello depende en buena medida de al satiriza novedades ideológicas que han venido a ser al cabo de un siglo aspiraciones desechadas o superadas, de una forma u otra, envejecidas. Pero no cabe duda de la oportunidad con que fué publicada. Poniéndonos a tono de la época en que fué escrita, se comprende el aplauso rebido por lo acertadamente que satirizaba los excesos de las doctrinas filosóficas entonces imperantes.

Cotarelo y Mori juzga esta obra de Siñériz como falta de gracia y decaída de acción por exceso de descripciones. “Los dos últimos tomos del Quijote del siglo XVII —añade— son un verdadero libro de viajes; al fin se convierte en devoto y ascético”.

Tres años después de aparecida esa obra, en 1839, Siñériz y Trelles publicó la que lleva por título El Gil Blas del siglo XIX, parodia de la conocida obra clásica, en la que satirizó ideas y sucesos de índole social y política de la España de su tiempo. También le conquistó fervorosos aplausos. En esa ocasión decía de él M. de R. en la Gaceta de Madrid (5 de marzo de 1839): “Con placer hemos notado en las varias obras del Sr, Sinériz. que encierran constantemente un objeto moral, científico o económico, útil, y ésta es una tendencia muy laudable, que hace desear que continúe su pluma expresando al público sus ideas”.

Falleció Siñériz y Trelles en los linderos de los ochenta años, en el de 1857.

 

Obras publicadas en volumen:

I.—Compendio de las artes y ciencias extractado del que se ensena “las academias y escuelas públicas de Inglaterra, escrito por Mister Turner » traducido y acomodado por preguntas y respuestas a la inteligencia de la juventud española. (Madrid. 1830).

II—Nuevo plan de gobierno económico-doméstico, en el cual se dan lecciones para vivir sin empeñarse, como también reglas fijas para que cualquiera pueda reunir un capital de lo suyo propio, al cabo de cierto tiempo. (Madrid, 1831).

III.—El amante de la nación española en el siglo XIX, o colección de varias materias y tratados escritos en el sentido correspondiente a la felicidad de España. (Madrid, 1833: obra dialogada).

IV.—Compendio del Derecho Real de España, estractado de la obra del doctor don Juan de Sala que se enseña en las Universidades del reino, y acomodado por preguntas y respuestas a la inteligencia de los antes para saber buscar por él las leyes correspondientes a las sentencias de los pleitos. (Madrid, 1833).

V.—Originalísimo e ingeniosisimo discurso de Voltaire, traducido y Español y aumentado con notas. (Madrid, 1834).

VI.—El Quijote del siglo XVIII, o historia de la vida y hechos aventuras y fazañas de Mr. Le Grand, héroe filósofo moderno, caballero andante, prevaricador y reformador de todo el genero humano. Obra escrita en beneficio de la humanidad y aplicada al siglo XIX. (Madrid, 1836; cuatro tomos en 8.”; obra varias veces reeditada, una de ellas en 1841. en Barcelona. con el título de El Quijote de la revolución, y traducida al francés por el propio autor).

VII. —Constitución europea, con cuya observancia se evitará las guerras civiles, las nacionales y las revoluciones y con cuya sanción se consolidará una paz permanente en Europa. (Madrid, 1839).

VIII.—El Gil Blas del siglo XIX, cuyas aventuras comienzan ed lo guerra de la Independencia y continúan con la relación de lo principalmente acaecido en España hasta el presente año de 1844. (Madrid. 1844; cuatro tomos).

 

Referencias biográficas:

Anónimo.—Un escritor asturiano imitador de Cervantes: Dor Juan Francisco Siñériz. (En El Carbayón, Oviedo, 7 y 8 de junio de 1880):

Canella y Secades (Fermín).—Un escritor asturiano imitador de Cervantes. (En la Ilustración Gallega y Asturiana, Madrid, 1879).

Cotarelo y Mori (Emilio). —Págs. 20-22 de su discurso de ingreso en la Academia Española: Imitaciones castellanas del Quijote. (Madrid: 1900).

Fuertes Acevedo (Máximo).—Un estudio biográfico. (En El Porenir Asturiano, Oviedo, 2 de enero de 1860: otros estudios en las obras de este autor de carácter bio-biobliográfico que figuran entre las fuentes generales de la lista del primer tomo de este Índice).

García Teijeiro (Miguel). —Un boceto biográfico. (En el folleto Siluetas: Hombres célebres del Occidente de Asturias, Lugo. 1906)