Bibliófilo y anticuario famoso en Asturias en la segunda mitad del siglo XIX. Hijo del reseñado anteriormente. Nacido en Labra (Cangas de Onís) probablemente en 1835. Le correspondía por segundo apellido el de Cortés, pero él ha usado los dos paternos con que se le anota aquí.

En 1844 ingresó en la Universidad de Oviedo, como alumno de la Facultad de Filosofía, en la que cursó los estudios equivalentes a: la segunda enseñanza, de los que obtuvo el grado de bachiller el 5 de julio de 1849. Después amplió esos mismos estudios de Filosofía durante un curso, mientras seguía el primer año de la Facultad de Jurisprudencia. Estudiante del segundo curso de esta Facultad (1851) trasladó la matrícula a la Universidad de Valladolid, en la que acaso habrá terminado la carrera de Leyes,

Hombre acaudalado por herencia no necesitó dedicarse a ninguna profesión, y dedicó su vida al estudio de sus disciplinas favoritas, qué eran las de historia, arqueología y bibliografía, y al cuidado de su importante hacienda en sus casas de Labra y Posada.

Poseía en la primera riquísima biblioteca formada por el padre y que él aumentó cuanto pudo. A ella juntó una espléndida colección de objetos prehistóricos adquiridos en exploraciones personales o por compra.

De sus extensos conocimientos en las disciplinas indicadas dió repetidas muestras con ponencias e informes enviados a la Academia de la Historia, la cual premió esa labor nombrándole académico correspondiente el 18 de junio de 1877. También colaboró con entusiasmo en las tareas de la Comisión Provincial de Monumentos, de la que fué vocal correspondiente en Llanes.

Participó también en la vida político-administrativa de Asturias como diputado provincial por el distrito de Cangas de Onís desde 15 al 63 y, años adelante, nuevamente por la misma demarcación des 1886 al 88, renunciando en este año al cargo.

Juan Antonio Cabezas dedica a Sebastián de Soto Posada estás palabras, más relacionadas con su vida privada que pública: “Tres pasiones principales dominan el cuerpo y el alma del extraño señorito, ya sexagenario al iniciarse el siglo. Don Sebastián se perece por los buenos caballos, por las criadas guapas y por los libros raros. De los primeros posee magníficos ejemplares en las cuadras del palacio. Las segundas, que se suceden con bastante rapidez en sus dominios, suelen darle disgustos de mil pesetas y obligarle al reconocimiento de hijos cuya paternidad le resulta harto dudosa. Esto suele ocurrir cuando las doncellas de pan llevar tienen hermanos galanes que manejan bien el garrote de acebo, De los terceros posee don Sebastián en su última época una verdadera maravilla bibliográfica. En sus estantes no falta un libro de cuantos circulan por Europa sobre hípica, cetrería, jineta y albeitería. Y al lado de éstos. cuantos ejemplares de diversas materias y mérito incalculable se asoman al mercado público o esconden su codiciada rareza en alguna biblioteca privada”.

Dejó de existir Sebastián de Soto Posada en Labra, en mayo de 1915. y no como anotan otros equivocadamente en el mes de julio.

Referencias biográficas:

Cabezas (Juan Antonio).—Alusiones. (En el diario El Sol, Madrid, 17. de noviembre de 1935).