Algunos escriben equivocadamente Camargo. Escultor que floreció en el último cuarto del siglo XIX. Nació en el barrio de Cimadevilla de Gijón, probablemente antes de 1860, en humilde hogar de pescadores.

Desde niño reveló aptitudes para las artes plásticas. Con preferencia para la escultórica, modelando en cera figuras de pastores de nacimiento, primero, y retratos de personas conocidas de Gijón. después.

Ante la promesa del escultor en ciernes, le protegieron varias personas ricas de la villa natal en 1876, al amparo de las cuales se trasladó a Madrid, donde fué discípulo de la Escuela Superior de Bellas Artes y del escultor asturiano José Grajera, estudios que hizo aptitud y aprovechamiento tales que en 1880 alcanzó por oposición la medalla de honor.

En ese mismo año obtuvo una beca de la Diputación provincial de Asturias, que disfrutó hasta 1883, y que Tamargo pago con varios envíos de sus obras, cada vez más reveladores de que su arte se encaminaba a la maestría. Luego se le concedió una pensión por dos años para que perfeccionara y completara los estudios en Roma, desde donde el pensionado envió a la Diputación un busto de Agustín Arguelles de mayor tamaño que el natural.

Mauricio Tamargo continuaba con su preferencia de adolescente por el retrato personal, y casi toda su labor pertenece a este género. En la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid en 1887 se dió a conocer con tres retratos: los de Antonio Cánovas del Castillo, Alejandro Pidal y Mon y Rafael María de Labra.

Figuró como concursante en 1886 para la erección de la estatua de Jovellanos en la villa donde nacieron ambos.

Referencias biográficas:

Anónimo.—Los asturiano de hoy: Mauricio Tamargo. (En el Boletín del Centro de Asturianos, Madrid, abril de 1886).