ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

VILLAR LAVANDERA (José Benito).

 Escritor y fotógrafo que residió muchos en la Argentina en la segunda mitad del siglo XIX. Padre del reseñado a continuación, Nació en la villa de Taramundi el 28 de junio de 1850, hijo de don José Villar López y doña Ramona Lavandera Miranda, comerciantes en Ferretería, acomodados y distinguidos en esa comarca del occidente asturiano.

No recibió otros estudios que los de la instrucción elemental y lecciones ampliatorias que le dio el maestro de la localidad; pero su despierta inteligencia y su amor al estudio le permitieron adquirir mediante la lectura una regular ilustración.

Desde muy joven sintió vocación preferente por la literatura y las artes plásticas en general. Publicó abundantes composiciones poéticas en periódicos regionales y sobre todo, artículos en los de carácter republicano, credo que seguía en las filas acaudilladas por Emilio Castelar.

En 1872 contrajo matrimonio con la señorita Eustaquia Loza Vior, de distinguida familia de Tapia, villa a la que trasladó su residencia algún tiempo después. Llevado de su espiritu emprendedor, ya probado en diversos intentos, concibió el propósito de establecer en esa localidad en 1875 una fabrica de papel de fumar, proyecto que no llegó a desarrollar por completo. En ese mismo año emigró a la Argentina, donde tema algunos parientes establecidos como comerciantes.

Los primeros tiempos de su permanencia en la Argentina los dedicó al comercio en el establecimiento que sostenía un hermano político en la ciudad de Mercedes, de la provincia de Buenos Aires. Pero su espíritu estaba reñido con las prácticas comerciales, y por eso abandonó pronto el comercio. Un tanto a la ventura se trasladó a la capital, donde, sin conocer a nadie, se relacionó rápidamente en los circulas literarios y artísticos.

Después de diferentes intentos para procurarse una posición económica, entre los que no faltaron los de periodista, en 1884 consiguió ingresar en el Cuerpo de Correos, destinado como administrador a la estafeta de la villa de Marcos Paz, de la que, a petición propia, pasó al año siguiente a la Central de Correos de Buenos Aires.

Las horas libres de esta ocupación las dedicaba a continuar sus relaciones en los medios intelectuales y a sostener algunas colaboraciones en los periódicos, especialmente los de la colonia española, entre los que figuraba en primer término El Correo Español.

En 1889, fuera ya del Cuerpo de Correos, y movido por los entusiasmos despertados en él por el arte fotográfico, entonces todavía bastante rudimentario, se estableció como fotógrafo en dicha capital. Por el mismo tiempo fundó bajo su dirección la revista quincenal El Entreacto, dedicada al movimiento teatral. Pero ninguno de estos proyectos dieron el resultado económico buscado y concluyó por cerrar el estudio fotográfico y suspender la publicación. También por entonces colaboró en el semanario humorístico, asimismo de corta vida, Rigoleto (1890), fundado y dirigido por Marcos Zapata.

Posteriormente y por espacio de algunos años abandonó las dedicaciones periodísticas y estuvo consagrado enteramente al arte fotográfico, prestando servicios en las casas más importantes de Buenos Aires. Su vida por este tiempo fue de un perfecto bohemio. En 1902 se trasladó a la ciudad de Dos Arroyos, requerido para dirigir en ella un importante establecimiento fotográfico, que dirigió hasta 1904), volviendo por entonces a sus abandonadas aficiones de escritor con colaboraciones en los periódicos de esa localidad.

En el citado año (1904) regresó a Buenos Aires y al poco tiempo desapareció, sin que se haya vuelto a saber de él, no obstante las reiteradas indagaciones llevadas a cabo por su familia, por lo que se ha llegado a suponer que haya fallecido entonces, sin que se sepa dónde.