Escritor contemporáneo. nacido en Villaviciosa alrededor de 1850, que brilló en Cuba, donde residió muchos años, como una de las más conspicuas personalidades de la colonia española. Fallecido-.
Su vida estuvo ligada principalmente, en la Habana, a dos dedicaciones que absorbieron lo mejor de su inteligencia y de sus entusiasmos la dirección del diario Cuba, que desempeñó durante muchos
años, con azares como el de haber sido expulsado del territorio cubano por extranjero pernicioso, agravio que entraña una gran injusticia; y la participación tomada, desde la fundación en 1885, en el desenvolvimiento y auge del Centro Asturiano. Perteneció numerosas veces a la Junta directiva como vocal y qué de ella vicepresidente segundo en 1896-97, presidente de la Sección de Instrucción en 1911, presidente general en 1913 y vicepresidente de la Comisión encargada en 1916 de redactar el nuevo Reglamento, El Centro Asturiano por su parte premió la meritoria labor de Villaverde designándole socio de honor en abril de 1905 y poniendo su nombre en 1913 a un pabellón recientemente construido en la casa de salud La Covadonga.
Su labor en el Centro Asturiano la realza Oscar García en la obra El libro del Centro asturiano de la Habana en estos términos: “D. José María Villaverde era por sus años, por su honorabilidad, por su carácter amabilísimo y bondadoso, por la diligencia y celo con que se consagraba al Centro, un verdadero patriarca dentro de la familia asturiana. Dotado de clarísimo talento y de fácil palabra, sugestivo, cautivador y atrayente, venía siendo desde los primeros años de la Sociedad uno de los representativos más autorizados, más respetables y útiles. Jamas en su dilatada consagración a servir los intereses sociales, rehusó trabajo o labor que se le encomendara. Jamás dejó, perteneciendo a juntas y comisiones, ocurriere lo que ocurriere, de acudir allí donde se le citase, el primero en presentarse y el último en irse. Estudiaba con cariño cuanto hubiere de ser causa de debates, interviniendo en tono persuasivo y conciliador, y hombre de letras y hombre a la vez de corazón, patrocinaba todo propósito culto y elevado y toda empresa caritativa, siempre respondiendo a la grandeza material y espiritual de la Asociación, que apetecía espejo de buenas obras y de culturales avances».