ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

MARTINEZ VIGIL (Fr. Ramón).

Religioso dominico, profesor y escritor del siglo XIX, que ocupó la mitra de Oviedo durante los últimos veinte años de su vida, período éste del que han quedado rastro y memoria perdurables. A su profunda religiosidad juntaba dotes de energía y laboriosidad extraordinarias, y su episcopado fué en Asturias uno de más fecundos.

“Los que sólo conocían por fuera al P. Martínez Vigil —dice su sobrino Maximiliano Arboleya Martínez—-, le llaman obispo emprendedor, incansable y laborioso; los que le conocimos por dentro descubrimos en él, ante todo y sobre todo, al religioso de potente vida espiritual, al hombre de corazón de niño…»

Resumen, aunque muy sintético, de la labor desarrollada por Martínez Vigil en su episcopado de Oviedo, son estas palabras de Canella y Secades: “Hizo dos visitas pastorales completas de la diócesis y principió la tercera; celebró dos Sínodos diocesanos y asistió al Concilio provincial de Santiago de Compostela; cinco veces visitó ad limina a Roma donde fué encargado de la oración funeral del rey don Alfonso XII, a donde llevó peregrinaciones de sus diocesanos. A él se deben el arreglo parroquial del obispado, la estampación de su mapa, la edificación de varias iglesias, el establecimiento de círculos, hermandades, cofradías, monte-píos, conferencias y otras obras católicas; reorganización la Tienda-Asilo, que trasformó la cocina económica; presidió la Junta organizadora del Batallón de voluntarios del Principado; formó estatutos capitulares y el Directorio de altar y coro para la Basílica Catedral y alcanzó este título para la colegial de Covadonga”.

Juzgado intelectualmente, fué hombre de extensos conocimientos que ha dejado una enorme y variada producción en los más diferentes aspectos del saber. “De este modo—dice el citado Arboleya—, y con una facilidad tan extraordinaria para expresar su pensamiento por medio de pluma que en los originales de sus obras casi no se encuentra una corrección, nada tiene de extraño que le resultara tan sencillo escribir una pastoral, un artículo de revista o de periódico, un folleto o una carta sobre los temas de mayor actualidad. Pero el que los asuntos en que debiera a intervenir no fuesen de los que llevaba al día, era dificultad fácilmente subsanada por la flexibilidad enorme de su inteligencia y por su claridad envidiable. No era abogado, y, estudiando por sí mismo nuestras leyes, supo abogar victoriosamente por los derechos de la Iglesia, haciendo él los escritos que asombraban a letrados; no era canonista y cuando, como le ocurrió repetidas veces, hubo de mantener serias y complicada discusiones sobre legislación canónica con verdaderos especialistas, no necesitó más que de su capacidad y su tenacidad en el estudio de las Decretales y de las posteriores resoluciones pontificias para sacar a flote sus puntos de vista; habíase pasado la vida dedicado a las Ciencias Naturales y a los estudios apologéticos, y cuando le fué necesario, se convirtió en un liturgista formidable…”

La censura más grave que se le ha dirigido como escritor fué ,el de plagiario. Con juicio excesivamente exagerado, dice de él que escribió mucho y plagió tanto como escribió, sin descartar algunas sus pastorales. El diputado Sr. Soriano lo probó en el Congreso cotejando el texto de una pastoral francesa con el de otra que acababa de publicar el mencionado obispo.

Fray Ramón Martínez Vigil nació en Santa Maria de Tiñana (Siero) el 12 de septiembre de 1840. Cuando solamente contaba meses de nacido pasó con sus padres a residir en Pola de Laviana, y por eso se le considera generalmente como nacido en esta villa, en la que hizo los estudios elementales y los de Latinidad; después cursó Humanidades.

Entonces su vocación se mostró vacilante entre seguir la carrera eclesiástica o a la militar, pero al fín la inclinación a la Iglesia pesó más en su espíritu que la sentida hacia los cuerpos armados y decidió encuadrarse en los rigores de una regla monástica. Ya cumplidos dieciocho años, el 19 de septiembre de 1858, tomó el hábito de la Orden de Santo Domingo o de los Predicadores en el convento de Ocaña (Toledo). En él hizo profesión simple de votos en ese mismo mes del año siguiente y la solemne siguiente y la el 5 de octubre de 1862.

Cursó en ese convento los estudios de la carrera eclesiástica siéndole concedidas las órdenes de presbítero en 1863. Prosiguió estudiando Teología con el propósito de alcanzar los grados superiores en esta Facultad, pero le obligó a interrumpir de momento los estudios la orden emitida por sus superiores al año siguiente para que se trasladara a las misiones establecidas por los dominicos en Filipinas. Llegando a Manila prosiguió los estudios superiores de Teología en la Universidad de Santo Tomás, donde fué discípulo del famoso Fr. Ceferino González, también asturiano, y en la que recibió los grados de licenciado y doctor en Filosofía y Teología.

Desde antes de recibir tales títulos, y apenas llegando a Filipinas, comenzó a ejercer funciones de catedrático en la citada Universidad. En junio de 1865 se le destinó como lector de Filosofía, que explicó por espacio de un lustro. En el mismo mes de 1870 se le confió la cátedra Lugares Teológicos, en el 71 la de Vísperas y en el 74 la de Prima.

Durante los once años que figuró en el claustro de profesores de esa Universidad fué uno de los primeros y más celosos propulsores de la amplitud y perfeccionamiento de las enseñanzas dadas en ella. Suyas fueron no pocas iniciativas para reforma de los planes de estudio y la creación de cátedras y secciones, como la Escuela del Notariado y las Facultades de Farmacia y Medicina. Todo esto, sin que la función docente ni las otras ocupaciones universitarias le impidieran cumplir con rigor y puntualidad los preceptos de la regla monástica ni los deberes inherentes al sacerdote. Como ocupaciones especiales dentro de la comunidad deben señalarse desde 1871 al 76 las de director de la Orden Tercera y secretario del Definitorio en el Capítulo celebrado entonces.

Su gran capacidad de trabajo le permitía además ocuparse en actividades de orden social, acreditándose de hombre de rara facultad de organización. Durante el agitado período de la revolución española (derrocamiento de Isabel 11 en 1868 y la instauración de la República en 1873), fué en Manila, por el ascendiente y respeto alcanzado en todas las clases sociales, un esencial elemento de concordia en medio de las repercusiones que produjo aquel movimiento revolucionario.

Y presidiendo todo esto estaba su labor intelectual. Lo más a su producción literaria de esos años son sermones y crónicas en algunas publicaciones de Manila, como Oriente y Revista de Filipina Algunos de estos últimos trabajos, así como otros de tono didáctico a publicados en volumen (números I al IV), permiten descubrirle dedicado a estudios científicos, de lo que habría de dar prueba años adelante, después de su regreso a la península.

Tuvo lugar este hecho en 1876, instalándose en Madrid, donde residió habitualmente por espacio de unos ocho años. En Madrid y también en Roma, posteriormente, desempeñó el cargo de procurador general de las provincias de España y Filipinas (de su Orden), reelecto | en 1881. Representó espontáneamente ante los poderes públicos los intereses filipinos y especialmente los de la Universidad de Manila. La autoridad de sus conocimientos le conquistaron el puesto de conejero nato del Ministerio de Ultramar en 1878 y la designación por R. O. de 20 de mayo del año siguiente, de ponente en la Comisión creada para reformar la legislación sobre el ramo de tabacos en Filipinas.

Entre las actividades desarrolladas dentro de la Orden figura en primer término la restauración de la iglesia de la Pasión; el restablecimiento de los estudios en el Seminario de Vergara en 1880 y la fundación de un colegio de niñas en Albacete.

La fama de que llegó precedido a Madrid y su auténtico saber, demostrado en numerosas colaboraciones en periódicos, especialmente en La Ilustración Católica, La Fe y Revista de Madrid y en abundantes Obras en volumen, le dieron un relevante puesto en el mundo intelectual.

A ello contribuyó también su incorporación como doctor al claustro de la Universidad Central, condición que le permitió figurar en varios tribunales de oposiciones. Como obras principales publicadas por él en esta época, además de sermones y otros trabajos religiosos, especialmente apologéticos, figuran un Diccionario de nombres vulgares de la flora filipina (número XI), un Curso de Historia Natural (número XVI), que estuvo muchos años de texto en Seminarios y colegios de Segunda enseñanza, y un estudio histórico-bibliográfico acerca de dominicos españoles (número XXII).

Preconizado fray Ramón Martínez Vigil para obispo a de Oviedo el 17 de marzo de 1884, tomó posesión de la mitra el 28 de junio de ese mismo año y no del siguiente, como se afirma en algún sitio.

Aunque censurado por su postura de intransigencia religiosa y el boato de que gustaba vivir rodeado, habrá de reconocerse que desplegó constantes esfuerzos para remediar calamidades públicas y mejorar la condición de vida de los humildes. En el orden puramente eclesiástico, además de atender personalmente al buen gobierno de la iglesia en su diócesis, propendió en todo momento a levantar el nivel intelectual y el prestigio del clero, y prestó entusiasta cooperación a la fundación y sostenimiento de sociedades y congregaciones, fundando algunas de ellas. Organizó y dirigió dos peregrinaciones a Roma; celebró dos sínodos diocesanos; dotó al Cabildo catedralicio de nuevos Estatutos, participó brillantemente en el Concilio celebrado en Santiago de Compostela y en los Congresos Católicos de Zaragoza y Burgos.

Por su iniciativa se trasladaron en 1888 desde Oriente los restos del proto-mártir asturiano fray Melchor García Sampedro; se construyeron los templos de San José y San Lorenzo, en Gijón; de Santo Tomás, en Avilés; y otros en Grado, Pola de Laviana, Sama de Langreo, Navia, etc. También se comenzó a levantar en Oviedo un nuevo edificio para el Seminario, al que se le dió luego distinto destino. Y sobre todas estas obras que figuran en su haber como obispo está la construcción de la Basílica de Covadonga, que él encontró en cimientos, iniciada por su antecesor Sanz y Forés en 1877, y que terminó con la ayuda del Estado y donativos particulares en 1901.

Cuando la guerra de Cuba desarrolló una empresa patriótica tal vez la más considerable de las suyas en el orden civil: en 1896 promovió la constitución de una Junta del Principado para la defensa de Cuba, que estuvo bajo su presidencia, y la cual organizó y equipó un batallón de voluntarios que embarcó en el puerto de Gijón en el mes de setiembre con rumbo a esa isla. Por esa labor se le condecoró con la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco. Ya antes había sido condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica.

Paralelas a esas actividades tuvieron desenvolvimiento la política y la literaria, la primera de ellas como senador por el arzobispado de Santiago de Compostela, electo en dos ocasiones: 1897.

La pluma del escritor continuó tan fecunda como en épocas anteriores. Uno de sus principales éxitos, poco después de consagrado obispo, lo obtuvo en Roma, con ocasión del fallecimiento del rey Alfonso XII: se le encargó la oración fúnebre de este monarca, que pronunció en la capilla Sixtina ante el papa León XIII, quien reconoció sus méritos nombrándole prelado asistente al Solio Pontificio y noble romano.

La condición de obispo no le impidió continuar sus colaboraciones periodísticas, recogidas, entre otras publicaciones, por la Revista Eclesiástica, de Valladolid, y el diario El Universo y la revista La España Moderna, de Madrid, Esto, sin contar numerosos trabajos publicados anónimamente en los periódicos de Oviedo.

Como trabajos publicados en volumen, además de numerosas cartas pastorales, figuran entre los más importantes La creación (número XXVIII), obra apologética muy encomiada por la crítica española y extranjera, sobre todo por la Révue des Questions Scientifiques de Bruselas; España en la Biblia y Comentario y notas al Evangelio San Mateo (números XXXII y XLVII).

Dejó de existir fray Ramón Martínez Vigil en su posesión veraniega de Somió (Gijón), víctima de un ataque cardiaco, el 17 de agosto de 1904, y no el día 10, como anotan algunos equivocadamente, ni en 1903, cual afirman otros. Su cadáver fué conducido a Oviedo y sepultado en la capilla de Santa Eulalia, de la Catedral.

Obras publicadas en volumen:

I—El sistema métrico-decimal y su equivalencia en las pesas y Medidas de Filipinas. (Manila, 1865; otra edición en 1870).

II.—La milicia angélica de Santo Tomás de Aquino. (Manila, 1886).

III.—Memoria sobre la iglesia de Santo Domingo, de Manila, ñ sermón predicado en su solemne inauguración, el 19 de marzo de 1868. (Manila, 1868).

IV.—Rudimentos de Geografía descriptiva para uso de los estudios de primera enseñanza en las islas Filipinas. (Manila, 1869).

V.—Discurso pronunciado en la apertura anual de los estudios e la Universidad de Manila el 17 de junio de 1870.

VI.—Lecciones de Historia Sagrada, con reflexiones morales tomadas de los Santos Padres. (Manila, 1870; otra edición en 1874).

VII.—Regla de la Tercera Orden de la Penitencia de Santo Domingo o Milicia de Jesucristo. (Manila, 1873).

VIII—La rosa mística desplegada o el Santo Rosario explicado. Manila, 1874; la quinta edición, en 1901).

IX.—Imitación del glorioso Padre Santo Domingo de Guzmán. Manila, 1874; otra edición en Madrid, 1877).

X.—El jubileo de 1875. (Manila, 1875).

XI.—El jubileo de 1877. (Madrid, 1878).

XII—Diccionario de los nombres vulgares que se dan en Filipino a muchas plantas usuales y notables del mismo archipiélago, con la correspondencia científica, la clasificación natural y la indicación de uso. (Madrid, 1879; folleto).

XIII.—Novena de la Inmaculada Concepción de María Santísima. Madrid, 1879).

XIV.—Introducción a la primera traducción española de la “Summa teológica” de Santo Tomás de Aquino. (Madrid, 1880; folleto).

XV.—Armonía de las ciencias humanas con la religión. (Madrid, 1880; discurso inaugural en el Seminario de Vergara el 1 de octubre de ese año).

XVI—Discurso en honor de Santo Tomás de Aquino y artículos bibliográficos sobre las fuentes de su doctrina. (Madrid, 1880).

XVII.—Curso de Historia Natural, Filosofía e Higiene, según los principios de Santo Tomás de Aquino. (Madrid, 1883; obra de me texto en Colegios de segunda enseñanza, Seminarios y en la Universidad Manila; la tercera edición, en 1902).

XVIM.—Santo Tomás de Aquino: La castidad y el sacrifio (Madrid, 1883; discurso en la Juventud Católica).

XIX.—Los frailes. (Madrid, 1883; traducción y arreglo de obra de Renán sobre la misma materia).

XX.—Introducción al Rosario. (Madrid, 1883).

XXI.—Discurso en honor de Santa Catalina. (Oviedo, 1884; Pronunciado en la Universidad ovetense).

XXII.—La Orden de Predicadores: Sus glorias en santidad, apostolado, ciencias, artes y gobierno de los pueblos, seguidas del ensayo de una Biblioteca de los dominicos españoles. (Madrid, 1884).

XXIII —Oración fúnebre de don Alfonso XII. (Madrid 1885), publicada también en latín, su forma original, en ese mismo año año en Roma; pronunciada ante el papa León XIII a petición de éste, en la Capillaa Sixtina del Vaticano).

XXIV.—Cartilla de rúbricas para las funciones del pontifical (Oviedo, 1886).

XXV.—Estadística diocesana de Oviedo. (Oviedo, 1877).

XXVI.—Sínodo diocesano de Oviedo. (Madrid, 1877).

XXVII. —Cuadro sinóptico de las parroquias del obispado Oviedo. (Oviedo, 1892).

XXVIII. —La creación, la redención y la Iglesia, ante la ciencia, la crítica y el racionalismo. (Madrid, 1882; dos tomos en 4.”).

XXIX.—El demonio y la tentación. (Oviedo, 1892; carta pasto con motivo de la Cuaresma)

XXX.—Las calamidades públicas. (Oviedo, 1893; carta pastoral)

XXXL—La limosna. (Oviedo, 1893; carta pastoral).

XXXII—La voz del papa. (Oviedo, 1893; ídem).

XXXIII—España en la Biblia. (Madrid, 1894; estudio publicado antes en la revista La España Moderna, Madrid, marzo de ese año, Tomo LXIII).

XXXIV.—La antigua civilización de las islas Filipinas. (Madrid 1894; ídem, ídem).

XXXV.—Oración fúnebre del Excmo. señor don fray Ceferino González Tuñón de la Orden de Predicadores. (Madrid, 1894; opúsculo).

XXXVI.—Discurso pronunciado en la inauguración del Circulo de Obreros Católicos de Gijón. (Gijón, 1895).

XXXVII—Estadismo de la diócesis de Oviedo en 1894. (Oviedo, 1895).

XXXVII—La Bula de Cruzada. (Oviedo, 1895; sermón con motivo de la Cuaresma).

XXXIX.—Los pecados de la lengua. (Oviedo, 1895; carta pastoral).

XL.—La envidia y los celos. (Oviedo, 1896; ídem).

XLI.—Libros prohibidos. (Oviedo, 1897; ídem).

XLII.—La fórmula para la unión de los católicos en España. (Madrid, 1898; colección de artículos publicados antes en la revista El Movimiento Católico, Madrid, 1897).

XLIII.—Cartas pastorales. (Madrid, 1898; tres volúmenes, en los que se recogen las publicadas sueltas anteriormente y otras).

XLIV.—La blasfemia. (Oviedo, 1898; carta pastoral).

XLV.—El Congreso Católico de Burgos. (Oviedo, 1899; ídem).

XLVI—El escándalo. (Madrid, 1900; idem).

XLVII—El Año Santo. (Madrid, 1900; ídem).

XLVIII.—Comentario y notas al Evangelio de Nuestra Señor Jesucristo, según San Mateo. (Oviedo, 1901; trabajo reeditado en Madrid, en 1903).

XLIX.—La obediencia a la Iglesia. (Oviedo, 1901; carta pastoral).

L.—La imitación de Cristo. (Oviedo, 1902; ídem).

LI.—Directorio de Altar y Coro de la Basílica Catedral de Ovie| do, (Madrid, 1902; un tomo en 4)

Trabajos sin formar volumen:

1.—Roma y el mundo católico. (En la revista Oriente, Manila, 74, a.1876).

2.—La flora de Filipinas Y el P. Blanco. (En la Revista de Filipina, Manila, 1875; ocho artículos, reproducidos por otras publicaciones).

3.—La educación de los hijos. (En la revista Oriente, Manila, 6; seis artículos).

4.—De la restauración en las escuelas católicas de la Filosofía cristiana. (En el diario La Fe, Madrid, 1879).

5.—La generación espontánea. (En la Revista de Madrid, Madrid; 1882; tomo III). 1 6.—Discurso sobre el Tonquín y las misiones de los dominios españoles. (En el tomo 1 de las Actas del Congreso de Geografía Colonia y Mercantil, Madrid, 1884.).

6.—Teología y ciencia. (En la Revista Eclesiástica, Valladolid» 1899; varios artículos).

Referencias biográficas:

Anónimo.—El R. P. Martínez Vigil, obispo electo de Oviedo. (En El Carbayón, Oviedo, 26 de marzo de 1884,). de

Idem.—Un bosquejo biográfico. (En La Unión, Madrid, 20 niarzo de 1884). « de Idem.—Una semblanza. (En El Carbayón, Oviedo, 13 de abril 1890).

de Idem.—Notas necrológicas. (En ídem, 17 al 23 de agosto 1904,). 5

Arboleya y Martínez (Maximiliano).—El P. Martínez Vigil en en vida íntima. (En ídem, 10 al 15 de octubre y 23 al 30 de diciembre 1904; diez crónicas).

Idem.—La Basílica de Covadonga. Justificación de un doble A menaje. El obispo Martínez Vigil. (Covadonga, 1926; folleto).

Cabezas (Juan Antonio).—Escándalo oficial, cap. XUL de 6 libro “Clarín”, el provinciano universal, págs. 139-148. Madrid, 1936

Canella y Secades (Fermín).— Alusiones. (En la obra De Covadonga: Contribución al XII Centenario, Madrid, 1918).

Prieto (Ramón):—Los asturianos de hoy: El P. Martinez Vigui (En Asturias, órgano del Centro de Asturianos, Madrid, abril de Abril 1892)

Retana (Wenceslao Emilio).— Alusiones. (En el Archivo del bibliófilo filipino, Madrid, 1895).