Pintor ovetense del siglo XV, del que se conservan algunas obras admirables.
Ningún tratadista español de Bellas Artes, que nosotros sepamos, ha tenido para este artífice, de los mejores cuatrocentistas españoles, al parecer, palabras que merezcan consideración. Puede afirmarse que se trata de un pintor totalmente desconocido para ellos.
Alguna vez se enfila su nombre entre los pintores de su época, y concluye la ponderación y divulgación de la obra que nos ha dejado.
Nosotros no habríamos podido decir nada de él, a no deberle a Augusto L. Mayees, este insigne crítico alemán de arte que tanto y tan profundamente ha estudiado el desarrollo de las artes en España, las noticias que da en su historia de la pintura española. Se ocupa de Díaz de Oviedo en varios lugares de esa obra y le consagra en su lugar propio extenso comentario.
“Del mismo Oviedo —Jice Mayer—procede uno de los más excelentes cuatrocentistas españoles, Pedro Díaz, al que ya conocemos como el discípulo más importante de Bernat. Aparte de los trabajos del maestro que se conserva en A Navarra, parece que poseemos algunas obras de su mano pintadas en Castilla. He creído anteriormente que estos cuadros fueron obras de juventud. Pero, aunque nadie ha protestado contra esta opinión, preferiría, procediendo con mayor precaución, designar lo que he creído, según hasta ahora, sólo como posible, por grande que sea el parentesco del grupo castellano con las tablas de Pedro Díaz. Son todas ellas trabajos procedentes de la región de Ávila. En primer término figura el delicioso tríptico pequeño de la colección Lázaro, en Madrid… Del mismo artista que pintó el tríptico de la colección de Lázaro es la Imposición de la casulla a San Ildefonso, en el Museo del Louvre, de París.”
En examen crítico de las obras de Pedro Díaz de Oviedo, anota Mayer: “Un estilo muy semejante al de las tablas de Bernat en Tarazona, lo hallamos en las obras del pintor del altar mayor de la Catedral de Tudela. Como autor de estas tablas, ejecutadas en 1489-94, con escenas de la vida de Nuestra Señora, figura documentalmente Pedro Díaz de Oviedo, a quien debemos considerar como discípulo principal de Bernat. Sus tipos son acaso algo más duros; la característica de sus cabezas son los pómulos salientes. En general, puede decirse de sus figuras lo mismo que se dijo de Bernat en Tarazona; pero hace un efecto mucho más monumental que Bernat. La influencia flamenca no es tan sensible—-lo que se comprende fácilmente—Como en el maestro. Muy característicos son, en los detalles, los rostros sin sombras, con la boca pequeña y los ojos a menudo medio cerrados. Por esto, a pesar de lo moreno de la carne, hácenos un efecto claro y pálido… En la Catedral de Tarazona se puede atribuir a Pedro Díaz con bastante seguridad el altar de Santiago, que fué acabado en 1497 por encargo del arcediano Antón Muñoz. Creemos igualmente obra del maestro la tabla, muy discutida, procedente de Valladolid, que ha ido a parar hace algún tiempo al Louvre, con la Imposición de la casulla a San Ildefonso, cuya atribución, infundada a todas luces, a Dalmau, ha sido criticada con más insistencia de la necesaria.”