ESCRITORES Y ARTISTAS ASTURIANOS

ÍNDICE BIO-BIBLIOGRÁFICO

DIAZ FERNANDEZ (José).

Escritor y político contemporáneo nacido el 20 de mayo de 1899, y no el 98 como se anota en la Enciclopedia Espasa. Su nacimiento tuvo lugar en Aldea del Obispo (Salamanca), de donde fué trasladado en la infancia a Castropol, y aquí se puede decir que nació espiritualmente. Castropol es su patria chica, porque así lo determinan todas las inclinaciones de su ser moral y la aceptación general de los castropolenses.

En la villa que él considera natal cursó la primera enseñanza y la preparación para la segunda, de la que sufrió exámenes y obtuvo el título de bachiller en el Instituto de Oviedo. Por entonces despertó su vocación literaria, la más enraizada en su espíritu. El primer ensayo de escritor fué la fundación en Castropol de un periódico manuscrito, La Tinaja. Río Navia, de la villa que le da nombre, insertó sus primeros trabajos después y en él continuó colaborando, aunque sin gran asiduidad, por espacio de algunos años. Otros periódicos comarcanos compartieron luego la acogida a sus producciones en verso y en prosa. Hacia el año 1917 fundó con otros en Castropol el periódico Juventud que, no obstante los muchos entusiasmos por sostenerle, dejó de existir después del sexto número. Tales fueron las iniciaciones literarias de Díaz Fernández. Puede añadirse que también por entonces estrenó en la misma villa el juguete cómico La pesca del novio.

Llevado por el deseo de adquirir una carrera literaria, deseo que no correspondía a las modestas fuerzas económicas con que contaba, se trasladó a Oviedo decidido a seguir en la Universidad los estudios de la Facultad de Derecho.

Durante esta etapa, breve, de estudiante universitario, defendida la existencia con un modesto empleo en la administración de un hotel, lejos de abandonar los ejercicios literarios, se entregó a ellos con mayor dedicación, y sus crónicas, poesías y cuentos frecuentaban las publicaciones asturianas. Pesó por entonces bastante decisivamente en sus inclinaciones al periodismo el haber obtenido remuneración para sus colaboraciones de la revista Asturias, de la Habana. Con la también entonces estudiante y escritora asturiana María Luisa Castellanos, fundó en Oviedo la revista Alma Astur en 1919.

En este mismo año, con dos cursos de Derecho aprobados, abandonó los estudios, escaso de medios económicos para continuarlos, y decidió dedicarse al periodismo.

Requerido por Antonio L. Oliveros, director entonces de El Noroeste, de Gijón, entró a formar parte de la Redacción, y El Noroeste vino a ser para él una excelente tribuna, desde donde comenzó a conquistar crecientes aplausos como cronista y poeta que  acreditaban una pluma llena de grandes posibilidades. Algunos años después el citado Oliveros —Asturias en el resurgimiento español, Madrid, 1935—pudo escribir respecto de su patrocinado: “Díaz Fernández, consagrado ya por la crítica nacional, es un escritor de imaginación lozana, fluido, feliz artífice de la frase elegante, bien ritmada, que gusta sin convencer o convence porque gusta.” En cierto modo vino a entorpecerle al año siguiente su brillante carrera de escritor el cumplimiento del servicio militar. Meses después de su ingreso en el Ejército, con motivo del desastre de la Comandancia de Melilla en 1921, pasó a Marruecos, por haber sido destinado su regimiento a la campaña de reconquista del territorio perdido. Diez meses permaneció allí, lo más de ese tiempo en operaciones, asistiendo a combates como el de la toma de Tazarut, que era residencia del Raisuni, uno de los mayores enemigos de España.

Los deberes militares no le obligaron al abandono de la pluma, y desde Marruecos enviaba frecuentes crónicas a El Noroeste, algunas de ellas dedicadas a denunciar y enjuiciar las torpezas cometidas en aquella campaña inacabable y ruinosa. En varias de esas informaciones pudo parecer que se vulneraba la disciplina militar, y por una de ellas le fué instruido un proceso que, después de largas diligencias y tramitaciones, quedó sobreseído.

Terminado el plazo de permanencia en las filas del Ejército, Díaz Fernández regresó a Gijón y a su puesto de El Noroeste. Entonces, además de diversos trabajos de redacción y de frecuentes poesías, inició una sección diaria de comentarios volanderos a la actualidad bajo el título de Reflejos y con la firma de P. P. sección que llegó a conquistarle una gran estimación intelectual en Asturias.

Muy poco después (1922) vino a robustecer su reputación literaria el segundo premio alcanzado en un concurso celebrado por el diario La Libertad, de Madrid, para galardonar las mejores crónicas que se escribieran sobre la guerra de Marruecos. La premiada a Díaz Fernández llevaba por título Cómo mueren los soldados y describía un cuadro trágico cargado de emoción. Como consecuencia de ese premio obtuvo del citado diario la corresponsalía literaria en Asturias, que le permitía con una Crónica semanal extender su crédito de escritor al ámbito de la nación.

Le sirvieron también en este sentido algunos trabajos publicados en la gran revista desaparecida La Esfera. Después de la corresponsalía literaria de La Libertad tuvo a su cargo algún tiempo la de El Sol.

En Gijón simultaneaba Con el periodismo otras actividades intelectuales, de las que fué como centro el Ateneo Obrero, cuya Secretaría tuvo a su cargo una temporada. Además participó activamente en el movimiento de protesta y rebeldía contra la dictadura establecida por el general Primo de Rivera y, por consecuencia, contra la Monarquía. Tales actividades políticas no dejaron de acarrearle contratiempos, siendo uno de ellos una breve prisión a título de reunión clandestina.

Algún tiempo después de representar como corresponsal a El Sol, este diario madrileño le ofreció un puesto en Su Redacción, y Díaz Fernández, muy de acuerdo con sus deseos, se trasladó a Madrid en 1926. Pocos meses después obtenía también un puesto en el diario nocturno de la misma empresa, La Voz. Sus colaboraciones se extendieron pronto a algunas revistas, como Ondas y Revista de Occidente y a la Agencia Red Spania. El renombre conquistado en el mundo de las letras madrileño, particularmente como crítico literario de El Sol, recibió una valiosa confirmación en el concurso de cuentos celebrado en 1927 por El Imparcial, en el que se le otorgó un premio extraordinario, igual al primero, por su relato El blocao, episodio de la guerra marroquí.

Un año después recogía con este mismo título en un volumen, además de ese relato, otros seis que también tienen por escenario la zona de nuestro protectorado en Marruecos, y todos ellos forman un conjunto armónico cual si se tratase de siete Capítulos de una novela.

La publicación de ese libro surtió efectos como de acontecimiento literario: se ocupó de él con elogio la crítica de toda España y se le tributó un homenaje consistente en un banquete de algunos cientos de comensales. La obra alcanzó segunda edición dentro del mismo año 1928 y fué traducida a dos o tres idiomas. El escritor quedó consagrado como consecuencia de haber publicado El blocao.

Como en Asturias, la pluma de Díaz Fernandez en Madrid estaba animada de un hondo sentido político. “Me siento tan unido a los destinos de mi país—ha dicho en el prólogo a la segunda edición de El blocao—, me afectan de tal modo los conflictos de mi tiempo, que será difícil que en mi labor literaria pueda dejar de oírse nunca su latido.” Y en Madrid combatió también a la Dictadura y participó en la reacción republicana levantada frente a ella, lo cual le costó en 1929 unos meses de encarcelamiento seguidos de destierro a Portugal. Reintegrado a España y caída la Dictadura de Primo de Rivera, continuó en la lucha contra el régimen monárquico. En las postrimerías de éste fundó y dirigió con Antonio Espina el semanario de combate Nueva España, que alcanzó un considerable éxito de público, pero que hubo de sucumbir bajo los últimos aletazos de la Monarquía.

Contra ella, como un gran baluarte del fervor republicano, estaba el diario El Sol, Al ser traspasado este periódico, veinte días antes de proclamarse la República, a una empresa de carácter monárquico, Díaz Fernández formó en las filas de los redactores y colaboradores que se marcharon de El Sol, capitaneados por Félix Lorenzo, el famoso Heliófilo, y siguió en el grupo que fundó primeramente el trisemanario Crisol y más tarde el diario Luz.

En las elecciones a Cortes Constituyentes celebradas en julio de 1931, bajo el régimen republicano, Díaz Fernández salió electo en la candidatura de conjunción republicano-socialista que se presentó por Asturias, como militante en el Partido Republicano Radical Socialista. A la vez que diputado, en los últimos tiempos de ese período constitucional (1933) desempeñó también el cargo de secretario político del ministro de Instrucción pública don Francisco Barnés.

Apartado de la política activa por el triunfo electoral de la reacción antirrepublicana de noviembre del citado año, ha venido consagrado casi exclusivamente a sus tareas de escritor. Alejado de la Redacción de Luz, debido al cambio de orientación de este diario en favor de la reacción conservadora, empezó a colaborar en El Liberal con frecuentes ensayos de orientación política. También colabora, aunque con menos asiduidad, en otras publicaciones y para agencias de información periodística.

Algunas de sus producciones en estos últimos años fueron acogidas por revistas de París, como Nouvel Age, Monde y Europe. A la vez ha producido libros de diversa índole, como puede verse en la relación que sigue.

Recientemente ha vuelto a la política activa. Incluido como candidato de diputado a Cortes en la candidatura del Frente Popular por Murcia, en las elecciones del 16 de febrero de 1936, salió triunfante y representa actualmente en el Parlamento ese distrito.

 

Obras publicadas en volumen: 

 

I.—El  ídolo roto. (Gijón, 1923; novela corta en la colección La Novela Asturiana.) 

 

II.—El blocao. (Madrid, 1928; siete relatos en forma de novela sobre la guerra de Marruecos; el primeros de ellos, que da título al libro, reproducido en Cuentistas asturianos, Madrid, 1930, del autor de este índice.) 

 

III.—Nuevo romanticismo: Polémica de arte, política y literatura. (Madrid, 1930.) 

 

IV.—La Venus Mecánica. (Madrid, 1930; novela.)  

 

V.—Vida de Fermín Galán: biografía política. (Madrid, 1931; en colaboración Con Joaquín: Arderíus.) 

 

VI.—Las siete virtudes. (Madrid, 1931; siete relatos;los otros Seis, de Valentín Andrés Álvarez, Jarnés, Arconada, Gómez de la Serna y Botín Polanco.) 

Con el seudónimo de José Canel desde el destierro en Portugal realizó un libro sobre la revolución de Asturias, octubre de 1934.

Referencias biográficas: 

Suárez – Españolito (Constantino).—Una semblanza. (En el libro Cuentistas asturianos, Madrid, 1930.)